El final de un largo año de dieciocho meses

Hoy he tenido mi primera clase presencial con un grupo grande de estudiantes al completo. No es la primera clase presencial, pues el pasado curso en mi facultad mantuvimos un nivel de presencialidad muy alto; ha sido «simplemente» la primera vez con una clase completamente llena de estudiantes, no con los pequeños grupos que se crearon el año anterior, y con ello se cierra para mí una sensación extraña: haber vivido un curso muy prolongado de dieciocho meses de duración, desde marzo de 2020 hasta el día de hoy.

En este largo y extraño curso, como suele ocurrir, hemos perdido y hemos ganado. Entre las perdidas, la más importante es la ausencia de personas amadas; este tiempo de pandemia se ha llevado a personas muy queridas para mí, empezando por Antonio Rodríguez de las Heras (que falleció en junio de 2020) y acabando por mi sobrino Pepe, que nos dejó – con sólo 15 años – tras luchar contra el cáncer desde febrero de 2020 hasta este pasado mes de agosto. El recuerdo de todos ellos me acompañará siempre.

Con la enfermedad y sus consecuencias creo que muchos hemos tomado también conciencia de nuestra fragilidad personal y colectiva. Globalmente, la victoria que supone el proceso de vacunación para el Estado no oculta las debilidades del sistema (desde la Atención Primaria en Sanidad hasta la lucha contra la desigualdad en Educación, entre muchas otras cuestiones) y nuestras dificultades para acordar unas bases fundamentales, respetada por todos, para nuestro Estado del Bienestar. Aunque hemos superado, según parece, esta crisis, se apodera de mí una fuerte preocupación por el futuro y por nuestra capacidad de afrontar unidos nuevos retos que puedan surgir.

En el plano personal, estos dieciocho meses han sido para mí un tiempo de íntima permanencia con mi «unidad familiar», sin viajes de larga distancia, pero sí con mucho trabajo, estrechamente vinculado con mis compañeros y compañeras de Conecta13 y de mi grupo de investigación. Desde el primer momento entendí que tenía que subordinar mi agenda de trabajo a intentar comprender la situación y sus implicaciones, y tuve la suerte de encontrar compañeros y compañeras para acometer un primer estudio sobre la evaluación del curso 2019-2020, una prospección sobre la planificacion del curso 20-21 y, finalmente, una investigación sobre los aprendizajes que podemos sacar de toda esta experiencia de educación en tiempos de pandemia . Espero que estos trabajos hayan sido útiles para la comunidad educativa; para mí han resultado una experiencia de aprendizaje muy valiosa tanto por el contenido que hemos generado como por la compañía que en cada caso he tenido.

Por otro lado, aunque desde hace muchos años buena parte de mi docencia tenía lugar en entornos virtuales, es evidente que estos dieciocho meses me han obligado a pensar mucho más cómo enseñar a través de la pantalla. En este sentido, ha sido muy refrescante desligarme de presentaciones y otras herramientas de «transmisión de contenidos» para intentar importar a la docencia virtual el espíritu de mis clases presenciales, sus proyectos o su trabajo en equipo. Espero que mi alumnado en la Facultad de Educación, Economía y Tecnología de Ceuta o en los distintos postgrados en los cuales participo haya disfrutado de la experiencia tanto como yo, y también que sepan disculpar todos mis posibles errores.

La lectura ha sido también una actividad a la cual he dedicado mucho tiempo durante estos dieciocho meses. Normalmente dedico el curso escolar a lecturas académicas y las vacaciones a la literatura pero en estos meses de reclusión ambos géneros se han entremezclado y la literatura ha sido una compañera necesaria: leer es una parte fundamental de mi vida y estos meses ha sido más importante que nunca. Mi cuenta de Instagram da fe de algunos de los títulos que he leído a lo largo de estos meses.

Mi presencia en eventos (virtuales, por supuesto) y redes sociales tampoco ha sido intensa durante estos dieciocho meses. He intentado tener una participación activa, positiva y calmada en Twitter, lo cual no es siempre sencillo; junto a David Álvarez y Olvido Andujar he tomado la palabra en Utopedia, nuestro nuevo podcast; además de alguna presencia más o menos anecdótica en medios generalistas, he escrito en varias ocasiones en dos medios amigos, El Diario de la Educación y The Conversation; finalmente, he participado en muchos eventos, imposible listarlos aquí todos, y he creado un nuevo canal en Telegram para contar con una vía de comunicación sencilla y «limpia» con amigas y amigos. Creo que haber estado encerrado en casa no ha supuesto un problema para estar conectado con muchas personas y con sus problemas y realidades.

En fin, ahora todo esto empieza a quedar atrás aunque lo tengamos siempre presente (y durante mucho tiempo). Mañana vuelvo a entrar en una clase llena de estudiantes y tanto mi alumnado como yo seguiremos construyendo nuestra «nueva normalidad», hecha con retales de la vida pasada, con ilusiones volcadas hacia el futuro y con la esperanza de haber aprendido algo en el camino. No puedo ocultar que estoy feliz de que así sea, y de haber llegado hasta aquí.

Os mando un fuerte abrazo. Seguimos.

Fotografía de Tim Mossholder en Unsplash

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