Salva no pudo ir al EABE

Salva, nuestro querido @salpegu, querría haber ido al EABE16. Su hermano Román Puentes, que tanto le ha cuidado en los últimos meses, me llamó una mañana porque Salva quería ir al EABE a despedirse de sus amigos: quería cruzar toda Andalucía para darnos el último abrazo, compartir las últimas palabras, quizás hacernos las últimas fotos en esa cámara que en los últimos años ha servido para retratar la luz y la vida del Barrio de la Chanca. Pero no pudo ser. No ha podido ser.

No recuerdo si conocí antes  Salva en las redes o en el EABE de Casares. De una forma u otra, desde ese momento se convirtió en uno de mis interlocutores más fieles en Twitter y Facebook. Siempre estaba dispuesto para un buen debate, para unas palabras de apoyo o para defender la escuela pública de la manera que fuera más oportuna. En los últimos años, además, he disfrutado mucho con sus imágenes y algunas de ellas me las regaló Salva para ilustrar mis ponencias: hablaban de dignidad, de lucha, pero también de alegría de vivir y de esperanza.

Necesitamos muchos padres como Salva. Su relación con nosotros, los docentes, era sana y fresca, llena de admiración pero también de exigencia. Respetaba la profesión tanto como quería a la comunidad que se reúne todos los años en torno al EABE. Salva vio con claridad qué es el EABE: un encuentro horizontal, abierto, positivo, esperanzador. Por eso Salva quería ir al EABE16, pero no ha podido.

Ahora el camino de Salva ya ha acabado. Solo nos quedan su memoria y sus imágenes pero su rostro, sonriente, nos recuerda que la vida es una aventura que tenemos que vivir mirándola a la cara con valentía, luchando por lo que queremos y compartiendo lo que tenemos, cargados de emoción e intentando ayudar y hacer el bien a quienes nos rodean. Gracias, Salva, por habérnoslo enseñado.

Post scriptum: Creo que Salva estaría feliz de saber que el EABE17 se celebrará en su tierra, Almería: ¡allí iremos a recordarte!

TFGP.
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2 Comments

  • Sacra Jáimez Muñoz dice:

    Acabo de enterarme que @Salpegu no está ya física o twiteramente entre nosotros, pero no me cabe duda que está de otra forma: en nuestro recuerdo como un ejemplo de compromiso por la Educación con mayúscula, la que se construye participando, colaborando, aprendiendo con los demás.

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