La reforma educativa según Don Óscar

Ayer volví de Perú. Los últimos días han sido especialmente intensos y no he tenido tiempo de colgar mis anotaciones en el blog. Por eso transcribo los textos que tenía allí preparado tal y como los escribí en su momento.
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Don Óscar vive en Santa Anita, Lima. La empresa minera para la cual había estado trabajando más de veinte años cerró en la época de Fujimori; él y otros quince mil trabajadores se encontraron de repente en la calle y muchos optaron por invertir la indemnización para comprar una combi o un taxi. Por eso hoy surca las apretadas avenidas de Lima en su carro. Comienza a trabajar antes de las ocho de la mañana y su jornada laboral tiene más de doce horas.

Don Óscar me pregunta cuál es mi trabajo y le digo que soy maestro. Directamente, como si hubiera estado esperando mi respuesta, me dice que en Perú hace falta mejorar la educación y que él sabe por dónde empezar.

Según Don Óscar, «lo primero es dar de comer a los niños y niñas que van al colegio porque si están desnutridos se quedan dormidos en clase y no vale de nada el resto de la historia. Para eso debería haber comedores en las escuelas nacionales, que sirvieran una buena comida, sana y completa».

«Después, habría que mejorar las condiciones de vida de su familia. Si el padre se va a trabajar antes de que salga el sol y cuando el niño regresa no se encuentra en su casa ni a su madre ni a su padre, porque están trabajando, ¿quién va a educar al niño? Eso por no hablar del estado de muchas viviendas y muchos barrios».

«Una vez que se solucionen estos problemas, se puede empezar por preparar a los maestros. Pero el problema no es prepararlos mejor: si un maestro da clases en tres sitios diferentes para tener un sueldo digno, ¿cuándo va a sentarse a leer o a preparar las clases? La cuestión es que no se puede exigir más a unos maestros que están mal pagados y mal tratados».

«Y si esto se soluciona, entonces se podrá empezar a pensar en el currículo – esta palabra no es mía, es de Don Óscar –. Aunque, claro, también habría que pensar en los colegios, que tengan pistas deportivas, buenas aulas, y sus ordenadores…».

«En fin, que no es cuestión de un parche por aquí y otro por allá, que es cuestión de un plan integral y de pensar cómo vive gran parte de la población en el Perú, en Lima y fuera de Lima, sobre todo».

Por mi parte, no tengo más que añadir. Tras media hora de discurso y conducción – no sé cómo podía prestar atención a tantos estímulos al mismo tiempo, zigzagueando y frenando entre el denso tráfico de la salida de la tarde en Lima –, llegamos a mi destino. Le pagué y nos despedimos. Ya en tierra, me acerqué a la ventanilla y le di las gracias. En esa media hora había aprendido más sobre política y reforma educativa que en muchos años de estudio y de lecturas.

Gracias, Don Óscar Torres.

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