Algeciras, ciudad educadora

Amanece sobre Algeciras. Los colegios ya han abierto sus puertas y se han llenado de voces que se desprenden del sueño por medio de saludos y risas. Las mochilas, demasiado cargadas, se dejan caer junto a las sillas como los cuerpos ocupan sus lugares para el comienzo del ritual. Empiezan las clases.

Más allá de las paredes de la escuela, la ciudad despierta de nuevo. Las cafeterías sirven los primeros cafés con el repaso apresurado de las últimas noticias; algunos pequeños comercios van abriendo sus puertas y más abajo, en la plaza, hay ya un bullicio de puestos cargados de verduras, carne y pescado a la espera de compradores. En torno a este epicentro de la compraventa comienzan a girar decenas de conversaciones, como también ocurre simultáneamente en bancos, oficinas y demás lugares de trabajo. La maquinaria de la ciudad, que se alimenta de palabras y gestos, ya está en marcha.

La ciudad es un complejo entramado donde se decide buena parte de nuestro bienestar. Nuestras relaciones más íntimas, nuestras amistades, nuestro trabajo con sus beneficios y esclavitudes y nuestro ocio están anclados en el territorio a través del nombre de una ciudad. Son sus edificios, sus calles, sus plazas y sus habitantes no solo el escenario sino el reparto y el guión con el cual desarrollamos nuestras vidas.

En este sentido, es vital la importancia de la ciudad para el desarrollo y el aprendizaje de sus ciudadanos, de igual forma que unos ciudadanos competentes son el principal activo del cual dispone una ciudad. La interacción entre la entidad local y los individuos no es meramente espacial o clientelar: la relación de los ciudadanos con su ciudad es simbiótica.

Por esa razón, es bueno que una ciudad decida convertirse en ciudad educadora. Si la educación es la actuación consciente que busca el desarrollo integral del individuo, la apuesta de una ciudad por ser educadora es una inversión en su propio desarrollo. La búsqueda de una mayor inteligencia territorial (Méndez, Abad y Echaves, 2015) a través de una actuación educadora es, así, un buen antídoto contra las crisis y un paso más en el camino del bienestar.

Precisamente anoche, en el Pleno del Ayuntamiento de Algeciras celebrado el 9 de enero de 2017, se aprobó por unanimidad la moción presentada por el Grupo Socialista en relación con el diseño del Proyecto Educativo de la Ciudad de Algeciras y su adhesión a la Red de Ciudades Educadoras. Sin lugar a dudas, una muy buena noticia.

Es una buena noticia, al menos por dos razones. En primer lugar, Algeciras y el Campo de Gibraltar necesitan un impulso social profundo que capacite a sus ciudadanos para la complejidad y las incertidumbres del siglo XXI: el capital cultural de una ciudad es el combustible principal para poner en marcha los procesos creativos necesarios para generar riqueza y bienestar hoy, como defiende Richard Florida en su libro The rise of the creative class.

En segundo lugar, hay muchas y muy buenas iniciativas que pueden formar parte del caudal de actuaciones del Proyecto Educativo de Ciudad que permita a Algeciras y al Campo de Gibraltar mirar cara a cara a aquellas situaciones que hoy solo ocupan titulares y que configuran el círculo vicioso de la marginalidad: fracaso escolar, abandono, desempleo, contrabando y violencia. Algeciras cuenta con colectivos, asociaciones y empresas para constituirse en una gran ciudad del conocimiento, pero se deben dar pasos para que así sea.

Afortunadamente, la experiencia de muchas otras Ciudades Educadoras nos ofrece ejemplos que allanan el camino que ahora Algeciras debe recorrer. Así, la propia Carta de las Ciudades Educadoras señala una serie de principios que aportan claves para decidir cuáles serán los mimbres para el Proyecto Educativo de Ciudad:

  1. Derecho a la ciudad educadora
  2. Educación en la diversidad, contra la discriminación y las desigualdades y a favor de vanguardias y la cultura popular.
  3. Diálogo intergeneracional
  4. Justicia social, civismo democrático, calidad de vida y promoción de sus habitantes
  5. Políticas eficaces y evaluadas
  6. Políticas basadas en estudios sobre situación educativa y necesidades
  7. Educación desde una identidad propia y compleja de ciudad
  8. La importancia de la ordenación del espacio físico urbano
  9. El fomento de la participación ciudadana
  10. La gestión de los espacios, equipamientos y servicios públicos
  11. Educación para la calidad de vida
  12. Reflexión y participación en el proyecto educativo explícito y el implícito en la estructura y el régimen de la ciudad
  13. Formación y debate sobre el impacto de propuestas culturales, recreativas, informativas o publicitarias que reciben niños y jóvenes
  14. Formación a las familias, los educadores y la ciudadanía
  15. Formación para el empleo y la participación ciudadana
  16. Ciudades contra la exclusión y la marginación
  17. Actuaciones contra la desigualdad
  18. Promoción del asociacionismo
  19. Información y formación en TIC
  20. Formación en valores y prácticas de ciudadanía democrática

Ante estos veinte principios es la ciudad, liderada por su Ayuntamiento, quien establece qué actuaciones han de ser realizadas, a qué ritmo, cómo y por quién. Como afirma Marina Subirats, la Carta de las Ciudades Educadoras otorga «una gran libertad (a) las ciudades adherentes, que trabajan cada una a su ritmo y con sus posibilidades y dificultades propias» porque el sentido del movimiento de las Ciudades Educadoras es que «la ciudad educadora acoge y considera cualquier necesidad de aprendizaje, de transmisión de cultura, de participación y trata de atenderla a través de los medios que, como ciudad, contiene.»

En esta línea, hace unos años la Consejería de Educación de la Junta de Andalucía presentó una propuesta, llamada EducaCiudad, donde se indican cuatro fases de trabajo para la creación de un Proyecto Educativo de Ciudad:

  • Fase de Diseño
    • Diagnóstico de la situación de partida de la localidad, que determine la elección de líneas de actuación prioritarias para el municipio, en el que se reflejará:
      • Características del entorno
      • Análisis de la situación de partida
      • Actuaciones y experiencias significativas, si las hubiere,
        llevadas a cabo.
    • Fase de diseminación de la necesidad del Proyecto Educativo de Ciudad (PEC)
    • Implicación de la comunidad en la elaboración
    • Estructura participativa. Redes de colaboración
    • Recogida de propuestas de los colectivos implicados
  • Fase de Desarrollo
    • Priorización de las propuestas
    • Medidas y Actuaciones a realizar
    • Temporalización
    • Personas o colectivos responsables
    • Seguimiento y evaluación de las mismas: establecimiento de indicadores de evaluación
  • Fase de Evaluación Anual
    • Memoria de avance
    • Análisis de las mejoras alcanzadas
    • Impacto producido y logros alcanzados
    • Propuestas de mejoras
  • Continuidad del PEC

En este sentido el papel del Ayuntamiento es decisivo. En el texto ya citado de Marina Subirats, se afirma que el ayuntamiento ha de ser «constructor de una red de actores y complicidades que es la que aporta realmente los recursos, más en términos de recursos humanos e infraestructura que de recursos económicos», para después «establecer un plan de trabajo conjunto a partir de la red de colaboradores». Es decir, aspiramos a un Ayuntamiento que ejerza un liderazgo que empodere a sus ciudadanos y que los capacite para asumir la responsabilidad de la vida adulta en toda su plenitud, haciéndoles co-partícipes de la gestión de la propia ciudad, cada uno desde su ámbito de responsabilidad.

Será un trabajo complejo, sin lugar a dudas, pero merece la pena. Como demostró Ana Amaro (2002),

la consecuencia del correcto alcance y accesibilidad de todos los ciudadanos a las ofertas de formación de que dispone la ciudad es la creación de una ciudad dialogante, abierta a las nuevas realidades y a los cambios. Es la creación de una ciudad dispuesta al intercambio y al apoyo mutuo. Las ciudades educadoras consiguen, con la realización y el acceso de los ciudadanos a las actividades formativas, la puesta en marcha de un foco de diálogo entre ciudadanos, un punto de encuentro intergeneracional que ayuda al desarrollo y la apertura de la ciudad.

Arranca, por tanto, una apasionante aventura. Algeciras ha decidido convertirse en cuidad educadora: Algeciras quiere tomar las riendas de su destino en sus manos para procurarse un futuro mejor.

Llega, por tanto, el momento de que todos nos dispongamos a colaborar honestamente para conseguir este objetivo, desde el Ayuntamiento hasta los docentes y sus escuelas, desde los comercios hasta las grandes empresas, desde las asociaciones y colectivos hasta los servicios municipales, regionales y nacionales que están presentes en la ciudad, desde el anciano que nació en la Villa Vieja hasta el recién llegado que quiere vivir en la mejor ciudad posible.

Las ciudades son nuestras pero no porque las hayamos heredado: las ciudades son nuestras porque se construyen con nuestros deseos y nuestras necesidades y el mejor material para construir ciudades habitables, sostenibles y felices es la Educación.

¿Empezamos?

Imagen: nukamari


Dejo aquí el audio de la entrevista que me hizo Juan Manuel Dicenta (Radio Algeciras de la Cadena SER) el pasado día 6 de diciembre de 2016 con motivo del Día Internacional de las Ciudades Educadoras:

Y aquí una segunda entrevista realizada también por Juan Manuel Dicenta, a quien agradezco su apoyo y atención constante al mundo educativo, el día 10 de enero de 2017. En la entrevista participa la profesora Ana Villaescusa, a quien tanto quiero y respeto:

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