Sombras pero luces: un enfoque institucional frente a la crisis

Imagen realizada por Alesa Dam

Nos acechan las sombras. ¿Quién no se siente rozado por la sombra del desempleo? Muchos han caído ya en su espacio tenebroso y luchan por buscar luz entre las tinieblas. ¿Quién no ha tenido una noche de desesperanza, un momento de desanimo, una palabra de desaliento?¿Quién no ha compartido una copa de vino con amigos y amigas para hablar de cómo se han roto nuestros sueños y mirar, desolados, a nuestros hijos? La sombra crece a nuestro alrededor y dentro de nosotros amenazando con devorar nuestra alegría y saber vivir.

Pero entre tantas sombras, a veces se encienden luces. Ayer participé en uno de esos destellos y tengo ganas de contártelo.

El Claustro de la Universidad de Granada se reunió ayer en una sesión extraordinaria. En mi blog como claustral he narrado mi «visión de los hechos«; para la versión oficial, seguramente más fidedigna y menos interpretativa, habrás de esperar a las actas de la reunión. En todo caso, la sesión que vivimos ayer es, para mí, una luz entre las sombras.

Por un lado, aunque nos convocaba – como es preceptivo – el Rectorado, el movimiento para que se celebrara este Claustro no proviene de la institución sino de las personas que la forman, estudiantes, PAS y profesorado. Fue un Claustro promovido por los claustrales, en parte movidos por la dramática situación que vivimos, en parte por los desafortunados acontecimientos del pasado 1 de octubre y en buena parte indignados porque el propio Claustro, cuando hay tantos problemas y tantas cuestiones abiertas, no sea convocado para debatir y dialogar. En todo caso, supone un gesto de reclamación de los claustrales hacia la propia institución que representan.

Por otro lado, el Claustro no sólo transcurrió con total normalidad sino con un tono académico y crítico elevado. Se escucharon muchas voces – la universidad es, como la sociedad, una institución sanamente plural – y, aunque había tensión en el ambiente, el diálogo fluyó con tanta elegancia como contundencia. En buena medida, el resultado (en mi opinión satisfactorio) de este Claustro se debió a esta atmósfera equilibrada de tensión y diálogo.

En tercer lugar, el Claustro fue un espacio de exigencia institucional. Frente a un modelo de órgano colegiado que sólo ratifica decisiones y actuaciones del Consejo de Gobierno, ayer el Claustro se arremangó para criticar la falta de información, para demandar transparencia, para exigir cercanía. Muchos dirigentes (políticos pero también académicos) harían bien escuchando esta sencilla petición: cercanía. Si la toma de decisiones se hace desde la torre de marfil, tiende a la simplificación y, a veces, a la crueldad institucional.

Y por último, el Claustro demandó al Rectorado, y se demandó a si mismo, la búsqueda de soluciones que minimicen los efectos del Real Decreto-Ley 14/2012, de 20 de abril, y el Plan Económico-Financiero de Reequilibrio de la Junta de Andalucía 2012-2014. Creo que este es el camino para encontrar, todos juntos, vías de escape a una situación creada desde los poderes económicos que nos controlan: los individuos están indefensos (o sus posibilidades de actuación son muy escasas y están ligadas al decrecimiento o el emprendimiento creativo) pero si nos unimos en instituciones democráticas de «interés social», apoyadas a su vez en movimientos asamblearios que favorezcan el intercambio de opiniones y el debate, ahí tenemos una oportunidad.

La Universidad pública es, en este sentido, un foro privilegiado. Por un lado, tiene una amplia tradición crítica, asamblearia y de intervención social; por otro lado, la base social de su alumnado, profesorado y personal de administración y servicios le permite una amplia movilización tanto de personas (la acción en la calle es, por mucho que a algunos no les guste, necesaria en estos momentos) como de talentos en la búsqueda de soluciones. La Universidad, junto a la Escuela y demás Foros Sociales (asambleas, movimientos vecinales, etc.) son las instituciones desde las cuales defendernos y buscar la luz entre las sombras.

Evidentemente, esto supone mantener, al mismo tiempo, una actitud crítica y leal respecto a las propias instituciones. Hay que observar las actuaciones de los dirigentes de las universidades para exigirles el escrupuloso cumplimiento del mandato popular, como se manifestó ayer en el Claustro de la Universidad de Granada, pero también tenemos que cuidar la cohesión, la unión y la comprensión de los múltiples perfiles que cualquier institución social tiene. Este «enfoque institucional frente a la crisis» supone transparencia, reflexión crítica y negociación en la misma medida que definir con claridad quiénes son los causantes de la crisis, de dónde provienen los ataques y cómo evitarlos.

Para mi observar ayer, desde la última fila del Auditorio de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Granada, el devenir del Claustro fue ver una luz entre las sombras. Las instituciones, como agentes políticos colectivos, pueden servir para la defensa de la sociedad. Y el mérito no es de la institución sino de todos y cada uno de los miembros de esa institución al asumir su responsabilidad, personal y colectiva. Al acabar el Claustro, ayer, pensé que me sentía orgulloso de mi universidad; ahora pienso que en lugar de estar orgulloso de una simple declaración institucional, tenemos que trabajar juntos para que podamos sentirnos orgullosos de la Universidad y de nuestro trabajo en los próximos años. Tenemos que ser luz entre las sombras.

PS. Un pequeño detalle en relación con la necesidad de luces, la preocupación y el interés que despierta la universidad en la sociedad. El hashtag #ClaustroUGR fue ayer, durante la celebración del propio Claustro, Trending Topic nacional en Twitter a pesar de que sólo había una docena de tuiteros y tuiteras en la sala. Saca tú tus propias conclusiones.

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