Construyendo futuro en Tremañes
Para llegar al CEIP Tremañes es necesario cruzar uno de esos impersonales polígonos industriales que crecen a las afueras de nuestras ciudades. Parece extraño que haya un colegio en este laberinto de naves y locales por el cual es difícil orientarse si no conoces la zona pero, efectivamente, justo al final de la calle de Bazán se atisba el CEIP Tremañes.
Aparcamos en una calle cercana y cuando me dirigía al CEIP Tremañes un cartel llamó mi atención. El pequeño paseo que transcurre justo delante del colegio se llama «El paséu de Mel» y unas flores blancas decoraban el cartel. No pude evitar fotografiarlo: había algo hermoso y triste en el cartel, una señal de una historia que vinculaba al colegio con su barrio.
«¿Quién es Mel?» Esa fue la primera pregunta que hice a Maxi Marín, el director del CEIP Tremañes, cuando nos recibió a la puerta de su colegio.
Mel nació con seis meses y con solo veinte días tuvieron que realizarle una operación de corazón para mantenerle con vida. Desde ese día Mel fue una sonrisa para su familia y para los compañeros y compañeras del CEIP Tremañes que le conocieron. Sin embargo, el 23 de julio de 2013 cruzó con su bicicleta por un paso de peatones y un coche acabó con su vida. En su recuerdo el paseo que conduce a su colegio lleva su nombre.
La historia me emocionó profundamente y me hizo pensar en cómo la vida dentro y fuera de nuestras escuelas están entrelazadas: ¡qué cómodo es pensar que tratamos con «estudiantes» y no «niños y niñas», y qué absurdo desvincular sus vidas fuera del centro de su vida dentro de la escuela!
Sin embargo, precisamente para comprender al CEIP Tremañes es necesario percibir que en ese colegio de la periferia de Gijón no se trabaja con «estudiantes» sino con «niños y niñas» que son mucho más que máquinas de memorizar y que el barrio no es simplemente «el entorno» sino un espacio dentro del cual el colegio es un importante agente de cambio y acción socio-cultural: ambas son, sin duda, claves importantes para convertir a un colegio en un excelente centro educativo con identidad propia, en un Centro Finlandia.
Además, la identidad de un colegio se desarrolla en muchos planos. El primero es la propia imagen del centro y el CEIP Tremañes lo sabe y lo utiliza para crear una identidad viva, acogedora y educativa desde el primer momento. Así, a la entrada del colegio un cartel te anuncia las intenciones del centro: ¡entras a un espacio donde se construye el futuro contigo!
Y justo antes de traspasar el umbral del centro dos grafitti reciben al visitante ofreciendo una cara amable desde el primer momento y recordándonos que las fronteras entre fuera del colegio y dentro del colegio son etéreas y permeables:
Tras este recibimiento encontramos un colegio joven pero maduro, que sabe dónde va. El CEIP Tremañes ha superado ya los veinticinco años de antigüedad y ha pasado, como nos explicó su director, Maxi, de ser un pequeño centro marginal a un centro normalizado y reconocido gracias al trabajo persistente en torno a un proyecto educativo de calidad. En el CEIP Tremañes las expresiones «Aprendizaje-Servicio», «Convivencia» o «Reciclado» han tomado cuerpo en proyectos que han servido para que el centro haga una oferta educativa de calidad a su entorno y para que este lo reconozca no sólo con un aumento significativo de la matrícula (el criterio de calidad de la «aceptación de las familias») sino también con el Premio Nacional eTwinning 2011, el segundo premio del Concurso Nacional de Buenas Prácticas para el Impulso y Mejora de la Convivencia o, más recientemente, el VI Premio María Elvira Muñiz.
Más allá de los premios, el principal valor del CEIP Tremañes es el intento, constante y visible, de poner al alumnado en el centro del proceso de aprendizaje. Como anuncia un cañón que proyecta imágenes de los niños y niñas en el hall del colegio, aquí la estrella son los alumnos y las alumnas del Tremañes.
Precisamente la elección del Aprendizaje basado en Proyectos como metodología de trabajo responde a este mismo deseo de poner al alumnado en el centro del proceso de enseñanza y aprendizaje. En este sentido, pude ver el trabajo que Mariano Suárez, el maestro de Educación Infantil, hacía con sus alumnas y alumnos de 5 años. Cada trimestre desarrollan un proyecto y en el primer trimestre del curso 2015-2016 el proyecto en el cual trabajaban era «La Educación Vial»: pude ver cómo preparaban la prueba teórica para obtener el carnet de conducir y cómo se manejaban por el circuito que tenían preparado en el patio del colegio para superar la prueba práctica del carnet con sus pequeñas bicicletas pero con total seriedad y concentración.
En la misma línea, cuando el centro se encontró con una bajada en el número de matriculaciones, el Tremañes dio utilidad a un aula que quedaba vacía y supo redefinir los espacios para dar respuesta a una faceta importante de la formación de sus niños y niñas: la co-educación para las tareas del hogar. Este aula representa hoy uno de los mejores «talleres domésticos» que yo conozca, a la altura de algunos que pude ver en Dinamarca o Finlandia hace años.
En definitiva, el Tremañes reconoce la humanidad de sus alumnos y alumnas y le ofrece proyectos que encajan dentro de su deseo de conocer el mundo y de participar activamente en él. Desde esta perspectiva, los niños y niñas del Tremañes no reciben clases sino que son agentes que construyen, como decía el cartel a la entrada del colegio, su propio futuro.
Precisamente, antes de marcharme los niños y niñas de Educación Infantil de 5 años me regalaron «El libro que nunca acaba«, un libro escrito por ellos y que yo os recomiendo vivamente pues ya ocupa un lugar destacado en mi librería. Espero que para ellos el futuro siga siendo abierto y hermoso y que los aprendizajes que construyen hoy en el Colegio Tremañes perduren y crezcan en su interior. Y todos nosotros, que contemplamos como observadores su escuela, podemos sentirnos felices de que haya centros como este, que sepan crecer y madurar, a pesar de todas las dificultades, con la grandeza que lo ha hecho el Colegio Tremañes en sus más de veinticinco años de historia.
¡Glups! Amigo Fernando, acabamos de pedir cita en Maxilofacial: se nos ha quedado la boca abierta al leer el relato de tu visita a nuestra escuela 🙂
En el Colegio Tremañes, como en cualquier otra escuela pública, sólo nos dedicamos a trabajar lo mejor que podemos, que para eso servimos a la comunidad y para eso se nos paga. Pero agradecemos muchísimo tu visita, tu interés por todo, tu análisis de la realidad y tu amable relato.
Y estamos convencidos de que entre todos (las niñas y niños, las familias, los expertos comprometidos como tú y las escuelas públicas) acabaremos consiguiendo esas compuertas de comunicación permanente que son necesarias entre los centros educativos y la vida.
Gracias, salud y suerte, amigo.
Las compañeras y compañeros de Educación Infantil del Colegio Tremañes
Queridas amigas y amigos de Educación Infantil del Colegio Tremañes:
Os agradezco vuestro amable y simpático comentario y os ruego que os ahorréis esa visita al maxilofacial. Lo que he contado no es más que una pequeña porción de lo que ocurre en vuestro cole y vosotras (y vosotros) lo sabéis. Mi intención no es más que ofrecer a otros centros vuestra experiencia para que pueda servir de modelo, en todos los sentido, para quien busque referentes de transformación y mejora. Es cierto que se nos paga por hacer nuestro trabajo lo mejor que podemos pero hay muchas maneras de entender este mandato ético y contractual: vuestra manera de entenderlo a mí me convence.
Os mando un fuerte abrazo y aquí me tenéis para lo que necesitéis.
Salud
Fernando,
¿cómo agradecer tus palabras?… Gracias, mil gracias por dedicar unas palabras al Paséu, mil gracias por abrir nuestro Cole al mundo, por explicar lo especial que es, porque a mí a veces no me creen. Es maravilloso. Construyendo futuro.
Xana, la mamá de Mel.
Querida Xana: Llevo escribiendo este blog desde hace diez años. He escrito cientos de entradas y me han enviado también cientos de comentarios. Creo que ninguno había conseguido emocionarme tanto con tan pocas palabras. Siento de corazón que Mel ya no corra por el colegio de Tremañes pero su recuerdo siempre estará presente en el Paséu, y también en mi corazón.
Gracias, Xana, por haber visitado mi humilde blog.
Un fuerte abrazo