Notas de fin de año (III): la educación como proyecto
A principios de diciembre me invitaron a visitar de nuevo Galicia. Tengo muchos amigos y amigas en esa comunidad y en los últimos años la he visitado con cierta frecuencia. En esta ocasión comencé cumpliendo con la invitación del CFR de Pontevedra y de mis amigos Carmen Martínez y Paco Díaz, donde hablé de Proyecto Lingüístico de Centro; después visité el IES da Illa de Arousa, con cuyo claustro estuve hablando sobre enseñanza a través de proyectos; marché después a Ferrol, donde incluso tuvieron el detalle de hacerme una entrevista para El Diario de Ferrol, y en el CFR de Ferrol estuvimos hablando sobre competencias básicas y enseñanza a través de tareas y proyectos al estilo iCOBAE; finalmente, tuve la suerte de acompañar a las compañeras y compañeros gallegos que se reunieron en Culleredo convocados para la presentación del Plan Proxecta y con quienes tuve oportunidad de hablar sobre innovación educativa y proyecto educativo de centro.
Además de agradecer a todas las instituciones que me permitieron dirigirme al profesorado gallego y a los participantes en las sesiones por su cariño y su buena disposición al diálogo, debo agradecer algo más sutil: la oportunidad de hilar tres ponencias (y una charla en el IES) sobre proyectos.
Entiendo la educación como praxis, como acción, que comienza en la toma de conciencia de dónde podemos mejorar o qué debemos solucionar para después definir un proyecto de transformación en cualquiera de los planos de actuación educativa: el aula (enseñanza a través de proyectos), el centro (el proyecto educativo) o el propio sistema educativo en el plano más institucional o político. Estos tres planos están interconectados y, cuando uno de ellos se para, es necesario reflexionar qué está ocurriendo en los otros dos pues los síntomas se observan en uno de los planos pero los problemas se comparten en los tres.
Desde la perspectiva del desarrollo profesional, un educador o una educadora es una persona de acción. Estar al nivel del reto de educar implica una actitud de búsqueda permanente, de cuestionamiento de la propia práctica, de replanteamiento de las tradiciones para depurarlas u olvidarlas, de construcción de nuevos modos de ser, estar y hacer en educación. No es fácil ser educador en el siglo XXI pero, eso sí, tampoco es aburrido: hace ya más de tres años me preguntaba a mí mismo si yo tenía algún proyecto y, ya de paso, también te preguntaba a ti, amable lector, amable lectora, si tú tenías un proyecto. Anímate, la vida está en permanente fase beta, y la escuela también.
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