Mirando atrás para coger fuerzas
Los meses de septiembre y octubre han sido muy fructíferos. A pesar de los viajes y la carga de trabajo, este humilde blog mío ha seguido siendo el espacio de la calma para la reflexión y el acopio de ideas.
Retomé el curso escolar, el año de estudiantes y docentes, reflexionando sobre nuestra capacidad para incidir en la política educativa (y en sus consecuencias) a partir de los conceptos de ciberutopismo y acción educativa y os ponía como ejemplo de acción educativa para el éxito el Proyecto Cártama:
… La buena respuesta profesional es buscar los mecanismos educativos para la inclusión, la educación integral y el éxito educativo de todo el alumnado. Es más necesario que nunca la reafirmación de estos tres principios como punto de partida para cada claustro y cada proyecto educativo porque a partir de hoy encontraremos muchas ocasiones en las cuales se pondrán en cuestión la necesidad de inclusión, el carácter integral de la educación obligatoria y el derecho al éxito que todo estudiante debe tener.
Las competencias básicas han sido uno de mis temas centrales de trabajo en los últimos años. En la entrada «¿Por qué las competencias básicas en educación obligatoria?» valoro si está teniendo lugar una redefinición de las competencias básicas a través de dos visiones contrastadas pero entrelazadas:
La “visión amplia” tiene como finalidad la construcción de un currículum europeo ligado a principios de escuela inclusiva, formación integral y calidad basada en el éxito para todos; la “visión reducida, por otro lado, parte del afán evaluador y clasificador de la OCDE y considera, fundamentalmente, aquellas competencias básicas que son evaluables.
El estreno de la película «El Niño» y el anuncio de la grabación de la segunda etapa de «El Príncipe» me sirvieron, a mí que habito donde ambas producciones cinematográficas centran la acción, para reflexionar acerca de lo que película y serie describen y la inanidad con la cual ambas han sido recibidas por los políticos locales como «buenos escaparates» para El Estrecho de Gibraltar y Ceuta mientras que desde la perspectiva de estas narraciones yo defino ambos escenarios como «territorios fracasados«:
Sin embargo, para mí lo relevante como ciudadano y como educador es el trasfondo social y educativo de ambas producciones. El Niño y El Príncipe son el reflejo de un fracaso socioeducativo que no podemos ocultar tras los oropeles del cine y la televisión. Las historias de El Niño y de El Príncipe son historias de fracaso y abandono escolar, de desempleo y de precariedad, de barriadas marginales (y marginalizadas) que ocupan buena parte de las ciudades, de tráfico de drogas a gran y a pequeña escala, de corrupción, de falta de horizontes. Y he aquí que no entiendo como los políticos (y en cierta medida todos los ciudadanos) no se sienten interpelados por la realidad que describen ambas producciones y se disponen, inmediatamente, a analizarla y, si es posible, cambiarla.
No obstante, en cualquier escenario hay siempre centros educativos luchando por el éxito de sus estudiantes. Ese era el mensaje central de la entrada «No los llamaré Centros Finlandia: serán Centros Alpujarra«:
El punto de partida de mi presentación es bien sencillo: frente al discurso del “fracaso escolar”, debemos centrarnos urgentemente en el discurso y las actuaciones de “éxito educativo”. Esta “estrategia de éxito” implica una toma de postura por parte del centro y de su profesorado (pero que invoca a las familias como compañeras necesarias) en relación con la estrategia educativa a seguir para ofrecer a todo el alumnado una educación de calidad. Precisamente, en la definición de esta estrategia – que representa una búsqueda que cada centro debe realizar de manera genuina – es donde necesitamos referentes, y ahí es donde apunta la idea de “Centros Finlandia”.
Es más, estos Centros Finlandia o Centros Alpujarra no surgen espontáneamente sino que son el resultado de un proceso de construcción. Mi participación en el Foro Europeo de Administradores de la Educación iba en esa línea al hablar sobre proyectos desde la perspectiva de centro:
Caben aquí diversas reflexiones: ¿Son todas las vías de innovación (y todas las razones para la innovación) igualmente válidas?¿Qué elementos se deben “renovar” y qué elementos de la realidad educativa debemos cuidar y mantener?¿Qué aspectos se están quedando fuera de la innovación, como en mi presentación (a continuación) señalo los proyectos de educación artística o los proyectos de educación emocional e inteligencias múltiples?¿Que elementos del sistema han de cambiar (o mejorar) para que realmente la innovación en la escuela sea posible? Y por último, ¿se viven en los centros también este deseo y esta necesidad?
Precisamente, pocos días después tuve la suerte de poder contestarme a mí mismo: son los centros que actúan como adultos quienes dan respuesta a estas preguntas, quienes caminan hacia convertirse en Centros Finlandia, Centros Alpujarra o Centros Asturias (pon tú el referente geográfico que prefieras).
Obviamente, estos centros adultos están constituidos también por docentes adultos y este mes he querido destacar, a partir de la lectura de Stoner (una novela de John William que me ha regalado mi compañero David Álvarez), el amor como motor de la enseñanza. La entrada acababa, además, con una reflexión acerca de aquellos docentes que no sienten amor por su profesión, su materia o sus estudiantes:
En educación también hay personas que no están enamoradas. Hay personas que no aman lo que enseñan, ni aman la escuela, ni aman enseñar. Entre estas personas debemos distinguir a quienes sí demuestran profesionalidad y, a pesar de todo, son capaces de ofrecer a su alumnado una experiencia de aprendizaje memorable de aquellas otras personas que no son capaces de enseñar profesionalmente y se limitan a reproducir absurda y burdamente libros de texto, apuntes y prácticas obsoletas provocando aburrimiento y desesperación a su alrededor. A estas últimas personas, faltas de amor y profesionalidad, debemos exigirles reflexión e incluso ofrecerles nuestra mano si quieren ver cómo se vive enamorado.
Precisamente, para estos últimos docentes, pero en general para todos, una inspección educativa bien centrada en contribuir eficazmente a la mejora del sistema educativo puede ser fundamental. Aprovechando mi participación en el XIII Congreso Estatal de Inspección Educativa preparé la entrada «Ideas desde Santander para la Inspección Educativa«:
En mi ponencia, como podrás comprobar, le he pedido a los inspectores e inspectoras presentes en el congreso que sean “inspectores sociables y artesanos”. Les he pedido que construyan, recuperen o fortalezcan la interconexión que empodera y que los conecta con la sociedad (especialmente cara a cara en los centros pero también a través de la red) y también que asuman algunos de los rasgos del “artesano” según Richard Sennett: mentorización, transparencia y coherencia. Sólo así podrán contribuir a la utopía de construir una escuela mejor para todos y todas.
¿Y para qué todo este esfuerzo?¿Para qué tanto afán por cambiar la escuela tradicional, memorística y reproductora, por una escuela diferente? Pues simplemente, como escribí el mismo día que mi hermano marchaba a trabajar al extranjero, para contribuir eficazmente a la formación de nuestros jóvenes de manera integral y completa, como trabajadores, sí, pero sobre todo como personas íntegras, solidarias y competentes en el mejor sentido de la palabra:
El individuo debe dotarse de las mejores herramientas – es una responsabilidad individual respecto a uno mismo y su familia – pero ¡qué importante es la escuela en la construcción de un individuo que salga a esa selva con una buena preparación! No es cuestión solo de saber hacer raíces cuadradas o un buen análisis sintáctico: es algo más y se llama “resolver problemas”, “trabajar en equipo”, “ser íntegro”, “mantener la calma” o “confiar en tus posibilidades”. No digo que nos olvidemos de los contenidos (mi hermano lleva la cabeza bien amueblada, os lo puedo garantizar) pero sí que hay que trabajar aspectos que van más allá de las materias y que no se miden con un examen escrito.
Finalmente, estos dos meses han estado llenos de felices encuentros, frutos de los cuales han surgido algunas entradas que aquí os enlazo:
- De un café con los amigos de ¿Jugamos una? salieron las ideas para mi primera entrada sobre juegos de mesa y de una visita al local de HomoLudicus en Valencia los datos para la entrada sobre juegos de mesa y competencias básicas.
- El encuentro con Francisco Rubia organizado por Educación Abierta me sirvió para preparar la entrada «Notas para una aproximación al mensaje de las neurociencias en educación«.
- Gracias a la invitación de la Revista Educación 3.0 para acudir a SIMO Educación 2014 pude preparar la ponencia «Del ciberutopismo de la Escuela 2.0 al ciberrealismo de la Gran Depresión: lecciones para un futuro educativo incierto«.
- El inminente comienzo del #easpMOOC13 me animó a preparar una entrada reflexionando sobre el valor (o el sentido) de los MOOC.
- La última reunión de Conecta13, que a todos nos pareció especialmente productiva y feliz, me ofreció las claves para la entrada «Una reunión al estilo Conecta13«.
Y con estas entradas acabó el mes de octubre y arrancamos noviembre. ¿Qué nos deparará el nuevo mes? Pues aquí te lo contaremos si te animas a acompañarnos.
Ah, y recuerda que los blogs se alimentan de comentarios 😉
Salud
Imagen: Thinglass vía Shutterstock
Sí señor, una máquina pensante con mucha cabeza. Me alegra tu amor por la Educación y tu capacidad de trabajo. Amigo, cuánto te cunde el tiempo. Esperamos que sigas sembrando semillas educativas en este terreno que parece que se está quedando en barbecho hace unos años. Abrazos
Gracias, Loli, ya sabes que para mí – además de una amiga – eres un referente de profesionalidad y saber hacer. Besos
Me ha gustado eso de estar enamorado! Yo ltb estoy enamorada… pero el estado de enamoramiento, me permite ser objetva en lo percibido? Posiblemente mis compañeros no lleguen a entender lo que es sentirse así y tampoco necesitan q se lo cuente aunque lo intento porque no me gusta sentir q estoy sola. Leerte me ayuda a coger fuerza
Claro, el amor y la objetividad no están contrapuestos. Y se vive mejor enamorados!