Los docentes no son islas: palabras para Ingrid
Ningún hombre es una isla, ni se basta a sí mismo; todo hombre es una parte del continente, una parte del océano.
John Donne
Devociones para circunstancias inminentes
1624
Ser «ciudadano del mundo» significa tener la capacidad de superar el limitado perímetro de los propios intereses egoistas para abrazar lo universal, para sentirse parte de una inmensa comunidad constituida por los semejantes.
Los hombres no son islas. Los clásicos nos ayudan a vivir.
Nuccio Ordine
2018
De igual forma que el aparato circulatorio es fundamental para el transporte interno de elementos decisivos para la vida en el ser humano, las redes sociales se han convertido en muy poco tiempo – Twitter nació oficialmente en 2006 – en el aparato circulatorio de nuestra sociedad. Nadie puede discutir hoy su impacto en la transformación sociocultural y económica de los medios de comunicación, la política, la publicidad y muchos otros sectores sociales.
La Educación, por supuesto, no es ajena a esta transformación puesto que las personas implicadas en la educación no viven ajenas a un mundo híbrido, analógico y digital, que hoy palpita al ritmo de las redes sociales. Si nuestra cosmovisión hoy está ligada, para bien o para mal, a la gestión de fake news, el procesamiento de memes, la búsqueda de contactos, la argumentación en línea o la construcción de nuestra identidad en redes sociales, entonces es inevitable que nuestra manera de entender la educación y de actuar en ella esté influenciada por la existencia de las redes sociales y por los mensajes que se transmiten a través de ellas.
Sin embargo, es evidente que Educación y Redes Sociales viven en dos tiempos diferentes. El ritmo lento de la educación contrasta con el paso acelerado de la tecnología y todos sus derivados, incluidas las redes sociales: los blogs dejaron paso a Twitter y puede que la red del pájaro azul esté dejando paso a otras más audiovisuales, descentralizadas o insertas en el metaverso, nunca se sabe; en el fondo, la fuerza tractora de la inversión económica moviliza caudales de dinero para hacer posible un “citius, altius, fortius” tecnológico aparentemente sin fin; mientras tanto, la inversión educativa sufre una y otra vez los golpes de las sucesivas crisis económicas sin conseguir despegar definitivamente como el factor de desarrollo que todos creemos que puede ser.
Desde esta lógica de heterocronía, cualquier estudio de la relación entre educación y tecnología representa un reto complejo. Domar el potro desbocado de la tecnología para que contribuya a responder las preguntas eternas de la educación requiere paciencia, esfuerzo, superación de las dificultades y una lectura precisa y ajustada del potencial de la tecnología y de las necesidades de la educación. Este es un reto que no está al alcance de cualquiera – pero Ingrid Mosquera no es cualquiera.
Escribo estas líneas porque tengo en mis manos el libro Aprendizaje informal en redes, de Ingrid Mosquera (2023, Octaedro), que conjuga información académica e inteligencia práctica, sensibilidad ante los problemas de la educación y la escuela y capacidad para unir, para acercar los extremos y para conjurar intereses comunes en la búsqueda de respuestas a preguntas trascendentales. Desde esta perspectiva, todos debemos alegrarnos no solo de que este libro exista sino de que sea el resultado de una experiencia previa que ha servido para generar conocimiento y comunidad, dos aspectos fundamentales para la innovación social efectiva.
Sobre el libro y la experiencia en redes que lo ha generado gravita una pregunta transcendental: ¿Puede un docente hoy vivir al margen las redes sociales educativas? Y si la respuesta es no, entonces debemos resolver otras dos cuestiones: en primer lugar, ¿qué ofrecen las redes sociales educativas a los docentes? Y, al mismo tiempo, ¿qué pueden ofrecer los docentes en las redes sociales educativas? Estas tres preguntas configuran un triángulo que determina cuestiones relevantes para el futuro de la educación: cómo es el desarrollo profesional de los docentes en la actualidad y cómo será en el futuro; cómo será el devenir de los centros educativos en los próximos años; y, finalmente, cómo se configurará el sistema educativo en un futuro inmediato y a medio y largo plazo.
Afirma Marina Garcés que “los problemas comunes sólo pueden ser abordados desde las formas de organización que nosotros mismos creamos.” (M. Garcés, 2018. Ciudad Princesa. Galaxia Gutenberg). Desde esta perspectiva, las #CharlasEducativas de Ingrid Mosquera representan una propuesta conectivista de creación y organización del conocimiento en torno a cuestiones centrales en educación: el valor y la relación entre el aprendizaje formal, no formal e informal; la importancia del desarrollo profesional docente (y su relación con la tecnología); el dilema de la evaluación; la necesidad de la atención a la diversidad; los rasgos definitorios de las distintas etapas educativas y sus áreas de conocimiento; los distintos enfoques, metodologías y técnicas de enseñanza y aprendizaje; etc.
Además, de igual forma que el aparato circulatorio mueve sangre oxigenada y sangre sin oxígeno, las redes sociales – y Twitter, especialmente – mueven también ideas fértiles e ideas agotadas – o incluso perniciosas – en educación. En este sentido, las #CharlasEducativas suponen un posicionamiento a favor del compromiso y de la reflexión, del diálogo y de la mejora a través del cuestionamiento sereno e informado de las principales claves educativas. La innovación no es solo pensar nuevas ideas sino también crear estructuras para que la comunicación respetuosa se convierta en el cimiento de un sistema educativo abierto e inclusivo.
Así pues, leer este libro no es solo descubrir qué piensa su autora sobre temas tan importantes como los mencionados; es también un acto de agradecimiento a su labor como activista educativa y como “enredadora” incansable en beneficio de toda la comunidad educativa pues, como afirma Nuccio Ordine (op. cit., pg. 87), “sin los otros y sin una pasión por cultivar, nuestra vida, concebida en el restringido perímetro de una egoísta visión insular, sería árida y miserable”.
Gracias, Ingrid, por este libro y por tus #CharlasEducativas, que han contribuido a que nuestras vidas profesionales sean más fértiles y más valiosas: el afecto y el diálogo pueden ser revolucionarios.
Foto de Lewis J Goetz en Unsplash
me gusta la forma en que se hace ese contraste de la educación con la tecnología, ya que hoy en día la tecnología es de suma importancia para ciertos tipos de educación, como lo es la educación virtual.