IA, siempre nos quedará París

La Inteligencia Artificial (IA) es uno de los temas más fértiles en el ámbito de la tecnología (y de la imaginación) desde hace ya más de sesenta años, pues fue en los años cincuenta cuando el científico John McCarthy acuñara el concepto para referirse al diseño de máquinas que pueden pensar racionalmente o como humanos (lo cual no es siempre lo mismo, dicho sea de paso…). La relación de la mayor parte de nosotros con la Inteligencia Artificial es a través de imágenes cinematográficas o noticias en las cuales resulta o bien excesivamente ponderada o deformada pero en la red existen, como puedes imaginar, cientos de textos breves e introducciones sobre la inteligencia artificial, algunas de las cuales puedes encontrar al final de esta entrada.

La UNESCO es una de las instituciones internacionales que más atenta está al potencial y la evolución de la Inteligencia Artificial y, en particular, a su relación con cuestiones tan transcendentales para la Humanidad como la Educación, la Salud, el Empleo o la Participación Ciudadana. En este sentido, la UNESCO, con el apoyo de ProFuturo, ITU y Skillogs, ha dedicado su Mobile Learning Week 2019 a la Inteligencia Artificial para el Desarrollo Sostenible y, más en concreto, a las posibles oportunidades y amenazas que surgen por la relación entre Inteligencia Artificial y Educación.

Esta Mobile Learning Week de UNESCO ha constado de cuatro eventos consecutivos:

En total se han reunido más de dos mil participantes de 130 países para pensar juntos y debatir acerca del presente y el futuro de la Inteligencia Artificial en relación con los Objetivos de Desarrollo Sostenible. Por mi parte he tenido la suerte de poder asistir y participar en este Simposio celebrado los días 6 y 7 de marzo en la sede de la UNESCO en París como coordinador del Grupo de Investigación «Conocimiento Abierto para la Acción Social» y miembro de Conecta13 pero, sobre todo, como un humilde aprendiz en una materia de gran complejidad y que entronca con diversos ámbitos de conocimiento tan dispares como la Filosofía, la Psicología o la Educación, entre otras, además de la Informática, por supuesto.

El Simposio arrancó en el impresionante salón de actos de la sede de la UNESCO en París. Me pareció muy interesante que en la ceremonia de apertura se definiera cuál es actualmente nuestra posición respecto a la relación entre IA y Educación a través de las palabras de Dª Stefania Giannini (Assistant Director-General for Education, UNESCO) cuando afirmó:

“There are more questions than answers concerning the relationship of Artificial Inteligence and Education”.

Esa es, precisamente, la sensación general que tengo tras el Simposio: el potencial de la IA en Educación es enorme y hay desarrollos tecnológicos realmente sorprendentes pero hay muchas preguntas aun sin respuestas (aunque la tecnología no detiene su ritmo vertiginoso de crecimiento), muchas de ellas tan centrales como cuál es el papel y el sentido de la Humanidad frente a la Inteligencia Artificial, cuál es el valor y la finalidad de la Educación o incluso si el docente seguirá siendo un elemento importante en la ecuación del proceso de aprendizaje o si será reemplazado o desplazado por la máquina.

Tras el acto de apertura tuvimos la primera keynote, a cargo de Lynn Dai, de Sensetime, y Anthony Salcito, de Microsoft. Para mí estas dos ponencias dejaron simbólica pero cristalinamente clara una cuestión que ha estado presente en todo el Simposio: el motor de la Inteligencia Artificial es, por un lado, la inversión privada y, por otro lado, el gobierno chino. La presencia del I+D+i privado ha estado muy por encima de la participación de otros organismos de investigación sostenidos con fondos públicos y el peso de China en su desarrollo, a la vista de lo ofrecido en el Simposio, es muy superior a lo que está ocurriendo en otros países – precisamente la próxima International Conference on Artifical Education and Intelligence organizada por la UNESCO se celebra en mayo de 2019 en Beijing, China, y la ponencia plenaria globalmente más informativa y reveladora de todo el Simposio, de nuevo en mi opinión, ha sido la keynote de Ke Gong, presidente ejecutivo del Chinese Institute of New-Generation Artificial Intelligence Development Strategies, China.

En concreto, la ponencia de la representante de la empresa china Sensetime, Lynn Dai, nos permitió intuir que la presencia de la Inteligencia Artificial en Educación implica dos ideas diferentes pero interrelacionadas: la IA en apoyo de la Educación y la Educación en apoyo de la IA. Por un lado, la ponente nos dejó como representación de la IA al servicio de la Educación imágenes como la siguiente, en la cual se vinculan ideas como el reconocimiento facial, emocional o gestual junto a la analítica de datos con «la atención y el cuidado de los estudiantes»:

Por otro lado, la ponente invocaba a los sistemas educativos y a los presentes para que tomaran las medidas necesarias para preparar a la humanidad para una nueva era en la cual tendrá que convivir con la Inteligencia Artificial:

«Machines will inevitably be more and more intelligent. We need to teach kinds how machines think and learn in order to survive in an AI era.»

En el mismo sentido se había pronunciado durante la ceremonia de apertura Kemal Huseinovic (Chief of the Infrastructure, Enabling Environment and E-Applications Department/BDT, ITU): para la nueva economía digital, «reskilling and upskilling (concerning digital skills) are already in process but mucho more training is needed.»

Así pues, este es el punto de partida: la Inteligencia Artificial es una gran promesa (en algunas ponencias bañada de un «solucionismo tecnológico» más matizado y en otras bastante arrogante) que hará que tengamos que adaptarnos a un nuevo modo de entender nuestra relación con el entorno y con las máquinas, requiriendo de nosotros nuevas y más refinadas destrezas («reskilling & upskilling»). Cuáles son esas destrezas y para qué pueden servirnos son dos más de las muchas preguntas que se abren ante nosotros pero no creo que los asistentes a este Simposio tuvieran ninguna duda de que estamos ante una nueva revolución industrial cuyos efectos a medio y largo plazo son difíciles de imaginar.

A partir de este arranque se sucedieron, en un ritmo frenético, las ponencias y mesas redondas, muchas de ellas centradas en cómo promover la inclusión y la igualdad a través de la Inteligencia Artificial. Muchas de las soluciones planteadas con este objetivo de inclusión e igualdad tienen un fondo común: en general en muchos lugares del mundo pero especialmente en contextos de «difícil desempeño» (campos de refugiados, zonas rurales, etc.) no se dan las condiciones adecuadas para la enseñanza y el aprendizaje pero la tecnología puede facilitar el aprendizaje a través de la utilización de estrategias de Inteligencia Artificial y aprendizaje adaptativo – aunque uso este término con absoluta precaución y cautela pues, según lo visto, no todas las soluciones tienen el mismo nivel de desarrollo y realidad. Así pues, obviamente, no niego que esto pueda llegar a ser pero mi conclusión personal es que, si esto es posible, aun falta mucho para que la tecnología sean realmente puentes para la inclusión y la igualdad tanto a nivel global como en los planos nacionales y regionales o el plano micro del centro educativo y el aula.

Además, en el silogismo del párrafo anterior hay un pequeño problema: muchos ponentes – especialmente aquellos con perfil menos educativo, más tecnológico y más afines al «solucionismo tecnológico» – enunciaban los problemas de la educación en el mundo (instalaciones inadecuadas, profesorado insuficiente o mal preparado, falta de materiales, etc.) y ofrecían la IA (y todo un importante despliegue tecnológico paralelo) como la solución, cuando en el mejor de los casos lo que planteaban solo es una manera de «rodear el problema», no de solucionarlo. El problema de la educación no puede solucionarse solo desde la Inteligencia Artificial o con una plataforma de aprendizaje adaptativo. El problema de la educación se resuelve con más y mejor educación en cualquier de los tres planos antes mencionados: global, nacional/regional y de centros educativos/aulas.

Así pues, mi conclusión es que frente a una versión «simplificadora» de la Inteligencia Artificial en Educación, que aspira a resolver los problemas educativos redefiniendo qué es la Educación para convertirla en aquello que es «computacionalmente factible», creo que es más interesante una versión «compleja» de la relación entre Educación y Inteligencia Artificial – y de toda la tecnología – que en el Simposio ha estado representada por posiciones como la expresadas por ponentes como Ivana Bartoletti (Women Leading in AI Network), John Moravec (Education Futures) o Milada Gonçalves y  Rubem Saldanha (ProFuturo), que han centrado su mirada más en las preguntas que en las respuestas, más en las personas que en las máquinas y más en cómo puede contribuir la Inteligencia Artificial a crear un mundo mejor que como puede el mundo hacer de la IA una herramienta mejor.

En resumen, sin lugar a dudas en los próximos años tendremos que estar muy atentos a la evolución de la Inteligencia Artificial en Educación. Tanto la inversión que está llegando a este ámbito como su potencial disruptivo – ya veremos si en positivo o en negativo – es demasiado grande como para que obviemos su existencia o minimicemos su posible impacto. La Inteligencia Artificial no es el presente todavía pero será el futuro inevitable y, si queremos que la Educación, y con ella la Humanidad, no acaben reducidas a aquello que la máquina sí puede procesar, debemos estar preparados para su llegada con todo nuestro arsenal crítico y nuestra inteligencia… humana.

Seguiremos atentos.


Os dejo algunas imágenes tomadas durante el Simposio:

Para saber más:

Permitidme, finalmente, una pequeña licencia: la Universidad de Granada es una potencia mundial en Inteligencia Artificial 😉

Fotografía de Markus Spiske en Unsplash

 

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