Hacer política de la migración
Saludos tras un mes de pausa. Necesitábamos unos días de vacaciones para descansar con la familia, tener tiempo para leer, desengancharnos de la Red y disfrutar un poco del Mundo Real.
Sin embargo, el verano ha sido importante para este blog. Los medios de comunicación nos han narrado cada día la llegada de los cayucos a las Islas Canarias con su carga de esperanza y de dolor, con una sucesión de rostros ateridos de frío, sin nombres, sin historias y sin equipaje.
Ha sido tal la magnitud del desembarco que nuestros ministros han volado a los países de origen de los inmigrantes y a la lejana, abstracta e insensible Europa para buscar soluciones al «problema». Aún no conocemos los resultados de estos viajes, aunque quizás pronto sepamos algo gracias a la celebración de una cumbre de la UE en Madrid para tratar el tema en profundidad. Lo que sí sabemos es que, como argumenta Josep Ramoneda hoy en El País, este será «el curso de la inmigración«.
Mi reflexión, o mi sentimiento, es doble: por un lado, espero, de manera optimista, que el Gobierno asuma con responsabilidad la tarea de proponer y desarrollar una política migratoria que no se limite a la gestión de flujos según la demanda de nuestro mercado laboral, sino que aborde la cuestión en toda su complejidad (de la cual la atención educativa a las familias migrantes -padres, madres, hijos e hijas- es un eje central) y que sepa hacer llegar a las comunidades y los municipios este obligación con recursos e ideas, más allá del partido que gobierne en cada lugar. Además, junto a los políticos caminan muchas otras organizaciones, asociaciones e individuos con ganas de hacer propuestas y trabajar en aras de la integración y el bienestar de todos, y sus voces deben ser oídas y respetadas.
Por otro lado, de manera más pesimista, espero que un debate centrado permanentemente en la inmigración no sirva para despertar peligrosos monstruos dormidos, y que seamos capaces de ver la riqueza cultura y económica que todos aportamos a una sociedad plural, tanto los que han nacido aquí como los que aquí viven aunque no tuvieran un pasaporte español entre sus posesiones al nacer. Las relaciones intercomunitarias no dependen exclusivamente de los discursos políticos, evidentemente, pero éstos sí pueden servir para construir escenarios de convivencia y diálogo o pesadillas de exclusión y rechazo. Las migraciones son y serán el gran reto del siglo XXI y no podemos perder la partida. Nos va el futuro en ello.
[Mañana tendremos una anotación menos política y más educativa, seguramente, pero llevaba todo el verano con ganas de escribir esto, perdonádme]
hoy el gobierno ya ha comenzado a decir que no tolerará más este flujo….
Sí, lo he leído. Mala cosa son ciertas declaraciones, que quedan en el (in)consciente colectivo por mucho tiempo. También habría que saber qué se dijo exactamente y con qué se quedaron los periodistas, que esa es otra!!