Felipe, ha caído la noche
… en último extremo
uno tiene conciencia
de la inutilidad de todas las palabras.
Ángel González. Preámbulo a un silencio
Felipe, ha caído la noche y no sé cómo empezar a escribirte. A media tarde se rasgó el tejido de esas redes en las cuales tanto has compartido con el anuncio de tu ausencia; poco después empezaron a surgir los mensajes de despedida y las palabras se han ido sucediendo para darte las gracias y destacar tus muchas virtudes. Y yo, sin embargo, aún no sé qué decirte.
Me gustaría darte las gracias por tu generosidad compartiendo ideas y sonrisas. Me gustaría agradecerte tu fidelidad a los amigos, como bien saben Pilar y Miguel o tantos otros a quienes nos has regalado tu amistad todos estos años. Me gustaría agradecerte tu compromiso social y político en unos tiempos en los cuales todo el mundo oculta su rostro para salir, paradójicamente, en la foto, aunque sea de perfil. Me gustaría agradecerte tu magisterio y tus conocimientos, que eran toda una lección de dignidad y de humildad. Me gustaría darte las gracias por tu sensibilidad literaria y por tu capacidad para la didáctica de la lengua y la literatura, en la cual eras un maestro reconocido. En fin, me gustaría darte las gracias por muchas cosas.
Sin embargo, Felipe, hoy solo quiero acordarme de tu risa. De cómo reías, con fuerza a veces, pícaramente otras, con ironía muchas veces. De cómo me decías que no me permitías más de diez chistes por ponencia. De cuánto cariño recibí de ti desde la primera vez que te vi hasta el día que viniste a escucharme, en Valencia, por última vez. Tu sonrisa, Felipe, es el gesto tuyo que quiero conservar en mi memoria.
Por eso, Felipe, aunque ha caído la noche y tú ya no estás con nosotros, en mí hay una extraña serenidad: quienes no tenemos dioses a los cuales rezar ni cielos donde consolarnos nos queda la tranquilidad de saber que el recuerdo te mantendrá vivo y que tu paso por la tierra no ha sido en vano. Para muchos de nosotros, Felipe, has sido simiente y tu nombre y tu palabra seguirán vivos con nosotros.
Hasta siempre, Felipe Zayas.
Gracias, Fernando, por este post. Los que hemos aprendido tanto de Felipe te lo agradecemos. Tuve la suerte de escucharle y compartir con él varios momentos en cursos, jornadas y conferencias..Su palabra, ya sea en libros, en su blog o en sus intervenciones en RRSS siempre han aportado una mirada lúcida sobre muchos aspectos educativos. A Felipe le debo mucho de lo que soy y de lo que hago, de lo que he hecho en mis 30 años de docente. También a ti. Tú no me recordarás pero tu palabra nos hace vivir momentos «memorables» a muchos docentes. Pero hoy, a estas horas de la madrugada, me quedo con el compromiso ético, político y social de referentes como Felipe Zayas. Descanse en paz. Gracias, Felipe. Gracias, Fernando.