En mi opinión: una entrevista para la revista «Trabajadores de la Enseñanza»

En el número 340 de la revista «Trabajadores de la Enseñanza» del sindicato Comisiones Obreras me entrevistaron para hablar sobre algunos de los temas que trato en De estranjis. Os dejo aquí la entrevista:

¿Qué opinión tiene formada del borrador de la LOMCE?
Mi opinión del borrador de la LOMCE es crítica, tanto por su gestación como por su contenido normativo. Por un lado, la LOMCE nace con un rechazo absoluto – y justificado – de la comunidad académica, de los investigadores, de los docentes, de las familias y de los estudiantes; las propias comunidades autónomas que habrán de ponerla en funcionamiento no ven con claridad el borrador de la nueva ley, entre otras cosas porque son sabedoras de la contradicción entre los recortes en educación y una ley que saldrá cara por cuanto implica un cambio en profundidad sobre el modelo establecido, sin que este cambio esté sustentado por una expectativa real de mejora. Por otro lado, la LOMCE contradice con muchas de sus propuestas tanto a los resultados de la investigación en Ciencias de la Educación como a la lectura en profundidad de los resultados de las mismas pruebas sobre las cuales dice construir. En definitiva, no puedo tener una opinión positiva sobre la LOMCE y, aun peor, creo que hay motivos para temer tanto el fracaso de la aspiración genérica de mejora del sistema educativo como el triunfo de una visión economicista de la escuela.

¿No cree que habría que recuperar el discurso de la enseñanza-aprendizaje sin la presión de las evaluaciones internacionales que inciden principalmente en los resultados?
Las evaluaciones, internacionales o nacionales, son positivas si conllevan una reflexión seria – y serena – sobre aquello que miden. El problema es que PISA o nuestra evaluación de diagnóstico miden realidades tan complejas como parciales. Pongamos un ejemplo: ¿es importante la lectura? Por supuesto, nadie lo dudaría. ¿Es más importante que la oralidad? Pues tampoco parece razonable afirmar que lo sea. Entonces, ¿por qué se fomenta la lectura y no la oralidad? Entre muchas otras razones, porque PISA y la mayor parte de las evaluaciones de lapiz y papel miden algunos aspectos propios de la lectura, pero no pueden medir, por razones de coste, la oralidad. Y como las evaluaciones internacionales no prestan atención a la oralidad y se supone que ésta se desarrolla naturalmente, pues tampoco se hacen políticas de mejora de la oralidad ni la oralidad es un problema público. En conclusión, hacer política educativa exclusivamente a partir de las evaluaciones nacionales o internacionales es un error por la sencilla razón de que no todo lo importante es fácil y económicamente evaluable. Afortunadamente los docentes – o muchos de ellos – son conscientes de esto y, por un lado, tienen una visión amplia de currículo y, por otro lado, manejan instrumentos de evaluación más sofisticados que una prueba de lapiz y papel.

¿Cuándo se habla de “competencias básicas” del currículo, se está relegando a otras que no son consideradas tan “básicas”?
Obviamente, el listado de las «competencias básicas» es el resultado de una convención, basada en una reflexión desarrollada a lo largo de años, pero que como toda convención, deja aspectos de la realidad personal, social y ecológica fuera de foco. El problema, además, se agrava si de las ocho competencias sólo prestamos atención a unas pocas de ellas, precisamente las más fácilmente evaluables.

¿El pragmatismo de una sociedad obsesionada por la economía puede poner en peligro la enseñanza de las ciencias sociales y las humanidades?
Puede poner en peligro la enseñanza tal y como la conocemos, basada en principios como la equidad o la inclusión. Una educación sometida a la economía, sin mayor contrapeso que su utilidad laboral, en realidad no responde a una necesidad social, como se nos suele decir, sino que pretende configurar una nueva realidad social: la de los empleadores y la élite y la de los trabajadores.

La escuela debe adaptarse y responder como puede a los rápidos cambios sociales, pero ¿tendremos algún día una escuela mejor preparada para afrontarlos con los recursos suficientes?  
En realidad la pregunta importante no es si los tendremos sino por qué no los tenemos. La construcción de una escuela de dos velocidades también implica una redistribución de recursos, dentro del sistema educativo y hacia fuera del sistema educativo. Dejar a la escuela sin recursos es una manera de configurar una escuela determinada para un sector social determinado.

¿Qué es preciso mejorar en la formación inicial de los docentes y en la formación permanente para quienes ejercen la enseñanza en muchos casos con estrés?
En realidad, por un lado habría que solucionar el estrés en la docencia, lo cual implica mejorar las condiciones laborales en muchos sentidos – algunos al alcance del propio profesorado, como las relaciones con las familias, y muchos otros dependientes de la administración. Por otro lado, una respuesta satisfactoria en relación con la formación inicial y la formación permanente daría para muchas entrevistas así que me limito a una idea: vincular la formación inicial, en manos de la universidad, con la formación permanente, en manos de la administración educativa y otras instituciones, para que la primera gane realismo y la segunda gane en soporte científico y capacidad de innovación.

¿Qué utilidad didáctica o de aprendizaje cree que puede tener el uso de las redes sociales en el ámbito escolar y extraescolar?
Por mencionar sólo una, el concepto de PLE (personal learning environment o entorno personal de aprendizaje) está revolucionando el concepto de aprendizaje y de desarrollo profesional del docente al definir la red social como un espacio de aprendizaje. Aún hay mucho que reflexionar y hacer en torno a la relación entre red social y  aprendizaje, pero conceptos como el aprendizaje invisible o la educación expandida abren vías muy prometedoras para el futuro.

¿Ha aumentado la implicación de las familias en la vida escolar? ¿Existe más conciencia del papel educativo de los padres?
No es fácil saber si ha aumentado o está en retroceso. Por un lado, el mensaje profesional es evidente: la familia debe implicarse. Por otro lado, la realidad social es también clara: no es fácil y a veces no existen cauces adecuados. En ese ámbito también habrá que estar atentos a la LOMCE, que desprecia el papel de las familias en la escuela: el borrador afirma defender la libre elección de centro pero, cuando finalmente eligen, no tienen nada que decir en el centro. No tiene sentido.

En tu libro “Propuestas para una escuela del siglo XXI” planteas los grandes problemas a los que trata de hacer frente el sistema educativo. ¿Cuál de ellos consideras el más complejo?
En educación todos los problemas son complejos, pero en estos momentos la cuestión más necesaria es la relacionada con la competencia social y ciudadana, el desarrollo de la interculturalidad, la reflexión sobre la identidad. En estos asuntos se dirimen las dos preguntas fundamentales, quién soy y quiénes somos, y ahí está casi todo: las lenguas y su aprendizaje, la historia, nuestra relación con el entorno natural, nuestra comprensión del mundo. Precisamente esa es la diferencia entre la escuela y PISA: la escuela ayuda al individuo a encontrarse consigo mismo y con los demás mientra que PISA hace una foto de la pata del elefante y cree que ese es todo el elefante.

¿Qué trabajo está desarrollando en este momento?
En la actualidad estoy muy centrado en la actividad en la red, en mi blog De estranjis, en una nueva aventura llamada Conecta13 y en preparar mi próximo libro, que espero que esté listo para comienzos de 2014.

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