Girando como una peonza, con los brazos bien abiertos

Anoche llegué tarde a casa. Era más de media noche cuando abrí la puerta y pude, por fin, dejar la maleta en el suelo. La familia dormía ya y el silencio de la casa era agradable tras el trasiego de todo un día de trabajo y viaje.

Ayer fue uno de esos días intensos en los cuales amaneces en una ciudad y duermes en otra. Me levanté en Bilbao, donde había llegado la noche anterior. A las nueve ya estaba en el Berritzegune Nagusia para una cita de trabajo. Me esperaban en la puerta mis amigas Ainhoa Pujana y Ainhoa Baraiaetxaburu y, dentro, los directores de todos los Berritzegune de Euskadi, algunos miembros de la Inspección Educativa y responsables de Innovación de la Consejería de Educación vasca. La sesión fue bien, afortunadamente.

Nada más acabar la sesión y tras un rápido almuerzo, me monté en el avión. Tenía por delante seis horas de aeropuerto y un par de vuelos pero una sola idea ocupaba mi mente: cómo trasladaría a este blog el contenido de la sesión.

¿Cómo podría transmitir la responsabilidad que había sentido cuando me encargaron una sesión tan complicada?¿Y el miedo, pánico a veces, que uno siente cuando le atenaza la preocupación de no estar a la altura, o de que el mensaje que llevas no sea el que se necesita, o que simplemente el tono que acostumbras, ya me conoces, no sea el adecuado?¿Cómo resumir los meses de lecturas fuera de mi zona de confort para intentar encontrar algo de luz en otras áreas de conocimiento más allá de las que suelo visitar?¿Sería capaz de comunicar la intención última de esas cinco horas de trabajo sin parecer pretencioso pero sin restar importancia a las palabras y las ideas, en su mayoría prestadas de otros autores?¿Cómo podía rendir homenaje a los amigos y pensadores que me han servido para construir un discurso coherente y constructivo frente a un auditorio tan exigente?¿Cómo podría poner en palabras todas las emociones que he sentido hasta finalmente despedirme de Euskadi hasta mi próxima visita en junio?

Con estas ideas en la cabeza me acosté, pasadas ya las dos de la noche. Nunca he sido de fácil dormir, ya me lo dice mi madre desde que era un niño, y mucho menos cuando la adrenalina aun recorre mi cuerpo y las palabras revolotean en mi cabeza. Cierras los ojos, se te aparece un título. Te das la vuelta en la cama, se te ocurre una expresión afortunada o un nuevo argumento. Te vuelves a girar y recuerdas que debes enlazar esta y aquella entrada para dar sentido a tu propio texto. Cuando finalmente caes dormido tu cerebro te está mandando la señal definitiva: el texto siempre debe reposar.

Esta mañana abrí los ojos pasadas las ocho. Cada uno tiene sus rutinas: yo, con el primer café, repaso mis redes sociales, leo los titulares de un puñado de periódicos, abro Whatsapp (siempre alguien ha madrugado más que tú y te ha mandado el primer chiste) y, finalmente, reviso Telegram, el servicio de mensajería que me une con las personas más cercanas a mí. Hoy el primer mensaje que me esperaba contenía solo un enlace, este: http://espiraledublogs.org/comunidad/Edublogs/recurso/finalistas-xi-premio-espiral-edublogs/ba7742c5-ce42-4f70-a642-5a41ce98cf98

Durante unos segundos he intentado comprender el sentido del mensaje. Obviamente, he pinchado el enlace. Me encuentro un listado. Allí, en la categoría de blogs dedicados a la reflexión sobre la práctica educativa puedo leer: De estranjis.

Al instante, mi primer sentimiento ha sido de vergüenza. No he podido evitar pensar que no soy digno de estar entre los finalistas del XI Premio Espiral Edublogs. Mi blog no es más que un diario íntimo, una necesidad de escribir para pensar convertida en texto electrónico. «¿Cómo puede una necesidad ser finalista de un premio?», he pensado.

Y, además, han empezado a llegar a mi cabeza nombres: Isidro Vidal, Isabel Ruiz, Felipe Zayas, Tíscar Lara, Toni Solano, Tres tizas, Juanmi Muñoz, Lourdes Giraldo, Juanfra Álvarez, Miguel Rosa, Pilar Torres, Luis Alfonso Salvatella, Belén Rojas, Jaime Olmos, los amigos de AporTICs y, por supuesto, mi «Bro» David Álvarez, entre muchos otros. Espiral y el premio Edublogs representan a buena parte de mi comunidad y de mis amigos, todos ellos personas valiosas e importantes, que trabajan día a día en educación y formación del profesorado y cuya tarea Espiral Edublogs ha contribuido a difundir. Todas estas personas forman parte de la mejor intrahistoria de la Educación en España y tienen no solo mi amistad, sino mi admiración más profunda.

Entonces recordé, también, una mañana de abril de 2006. Mi compadre Diego Ojeda y yo nos reunimos para trabajar en Málaga, como solíamos hacer. En aquella época nos dedicábamos, fundamentalmente, a la enseñanza de idiomas y sentíamos que había necesidad de visibilizar el ámbito de la enseñanza de español a personas migrantes como un tema relevante para la escuela y la sociedad. Decidimos abrir un blog. A Diego se le ocurrió el nombre: «De estranjis». Lo encontramos adecuado porque hacía referencia al mismo tiempo a nuestro tema de trabajo y, también, a cómo nos sentíamos en la Red, absolutamente de estranjis. Hoy, aunque hace algunos años que migré de Blogger a WordPress, aunque Diego ya no me acompaña en la escritura (pero sí en la vida y en el trabajo) y aunque mis temas de trabajo se han ampliado y diversificado, sigo pensando que esa es mi posición en la Red y en Educación: vivo de estranjis, con la sensación de quien está siempre en buscando, siempre en movimiento, girando como una peonza, con los brazos bien abiertos.

Como entonces, sigo pensando que es importante visibilizar el trabajo que se hace en Educación y es importante que lo hagan quienes se dedican a ello profesionalmente. Mantener una voz activa en las redes por parte de los educadores y educadoras contrapesa, entre otras cosas, muchas noticias desfortunadas y otras claramente tendenciosas, como también complementa el trabajo de muchos buenos periodistas educativos, que los hay. Es necesario hacer de la Educación un asunto de interés público pero también es importante hacerlo con buenos argumentos, buenas experiencias y voces cualificadas.

En este sentido, creo que el premio Espiral Edublogs es realmente importante. A lo largo de sus ya once ediciones ha sabido asentarse como un altavoz para los blogs educativos y todos debemos agradecérselo, pues su labor es necesaria (y meritoria). Es un esfuerzo mantenido en el tiempo por el cual los profesionales de la educación destacan el trabajo de otros compañeros y compañeras para que todos podamos disfrutarlo y aprender de ellos. No encuentro, por tanto, premio más digno que este.

En cuanto a mi nominación como finalista en la categoría dedicada a la reflexión sobre la práctica educativa, la conclusión es sencilla: agradezco la nominación y el cariño de quien me ha nominado pero no merezco ser finalista ni, mucho menos, el premio. Por un lado, si alguien merece estar ahí son mi amigo José Blas con su Transformar la escuela, o el compañero Enrique Sánchez con su Pedagogía 350, o las amigas y amigos del Equipo Técnico Provincial de Orientación Educativa y Profesional de Granada o los amigos de La Rebelión del Talento. Por otro lado, se me ocurren decenas de blogs que están generando una reflexión más profunda y trascendental para la Educación de este país que mi humilde blog.

Así pues, gracias, amigas y amigos, por alegrarme la mañana con la nominación. Ha sido emocionante, aunque inmerecido, y muchas felicidades a todos los finalistas, que deben sentirse ya, por el solo hecho de estar ahí, ganadores.

Ahora, sigamos.

Imagen: Wikimedia