«Stoner, tú serás maestro»: la enseñanza como enamoramiento

«Pero, ¿no lo sabe usted, señor Stoner? «, preguntó Sloane. «¿Aun no se comprende usted a sí mismo? ¡Usted va a ser maestro!»

De repente Sloane parecía estar muy lejos, y las paredes del despacho retrocedían. Stoner se sintió a si mismo suspendido en el aire y oyó su voz preguntar: «¿Está usted seguro?»

«Estoy seguro,» dijo Sloane suavemente.

«¿Cómo puede afirmarlo así?¿Cómo puede estar tan seguro?»

«Es amor, señor Stoner,» dijo Sloane con mucho ánimo. «Está usted enamorado. Es tan simple como eso.»

John Williams. Stoner, una novela.

Y así fue: Bill Stoner se había enamorado de la literatura y desde ese momento Sloane, su profesor de literatura, sabía que le resultaría imposible volver a la granja de sus padres a encargarse de sus terrenos. Se había enamorado y su futuro pasaba por la docencia. Así comienza la novela de John Williams que mi amigo Esteban Romero recomendó en Twitter y Facebook, que mi compadre David Álvarez me ha regalado a mí y que yo he disfrutado y os quería dar a conocer. Stoner es una gran novela y, además, esta revelación que Stoner ha tenido de la mano de su maestro es un valor fundamental en nuestra profesión.

Pongamos algunos ejemplos: el Programa Andalucía Profundiza, a cuyos participantes tanto admiro, está lleno de personas enamoradas de la ciencia y que encuentran en Andalucía Profundiza una manera de transmitir su enamoramiento por la ciencia a sus estudiantes. Los programas de lectura y biblioteca que recoge Leer.es y que se desarrollan en cientos de centros educativos por todo el país están dirigidos por personas enamoradas de los libros. Las decenas de experiencias en realidad aumentada, robots, apps y demás que se mostraron en la pasada semana en SIMO Educación 2014 o en cualquiera de los encuentros educativos (EABEs, Aulablogs o Novadors, entre otros) las lideran personas enamoradas de la tecnología. Y podríamos continuar la lista con los clubs deportivos escolares (¡qué sería de los deportes minoritarios o incluso el fútbol sin personas enamoradas del deporte en las escuelas!) o las salidas al campo, por no mencionar cuestiones de más calado como la coeducación, que es el intento sistemático más importante que se realiza en nuestro país para superar el terrorismo doméstico, u otros valores cívicos y sociales.

Es más, todas estas personas enamoradas buscan y encuentran la mejor manera para transmitir su enamoramiento. Muchos de estos enamorados y enamoradas han llegado, por ejemplo, al aprendizaje basado en proyectos como desarrollo de su propio enamoramiento. Al auténtico científico no le vale con una lección magistral sobre química o geología: les tira el laboratorio, como le ocurría a mi querida Ana Villaescusa, profesora mía experta en sembrar el amor por la ciencia y que aun sigue organizando encuentros de ciencia escolar porque así se lo pide el cuerpo. Al auténtico amante de la literatura no le vale con estériles comentarios de textos: hay que ir más allá, al teatro, a la creación o a la investigación literaria, como hace mi amigo Álvaro Rubio y os conté en la entrada «Jordi, no vayas a Finlandia». Los amantes no quieren sucedáneos: buscan el contacto directo con la persona o el objeto amado, y en educación eso se llama «enseñanza activa» y se vive a través de tareas, proyectos, problemas o retos.

Por supuesto, sé bien que en educación hay también otros amantes, personas que aman sus objetos de estudio pero no encuentran los caminos para desarrollar su amor en la escuela. Estas personas suelen acabar enfadadas o bien consigo mismas o bien con la escuela, o lo que es peor, con sus alumnos y alumnas. Quienes vivimos enamorados y hemos conseguido desarrollar nuestro amor tenemos la responsabilidad de ayudar a estos compañeros y compañeras a encontrar su camino, por su bienestar profesional y por el bien de sus alumnos y alumnas, pues la frustración que causa no dar salida al amor es profundamente dañina para quien la vive y para quienes viven a su alrededor.

Finalmente, en educación también hay personas que no están enamoradas. Hay personas que no aman lo que enseñan, ni aman la escuela, ni aman enseñar. Entre estas personas debemos distinguir a quienes sí demuestran profesionalidad y, a pesar de todo, son capaces de ofrecer a su alumnado una experiencia de aprendizaje memorable de aquellas otras personas que no son capaces de enseñar profesionalmente y se limitan a reproducir absurda y burdamente libros de texto, apuntes y prácticas obsoletas provocando aburrimiento y desesperación a su alrededor. A estas últimas personas, faltas de amor y profesionalidad, debemos exigirles reflexión e incluso ofrecerles nuestra mano si quieren ver cómo se vive enamorado. Aunque yo, en estos casos, pienso como dice mi amiga Loli Álvarez, @peralias, en uno de mis vídeos favoritos de mi canal de Youtube. Si quieres ver qué que piensa Loli, tendrás que ver su vídeo, especialmente a partir del minuto nueve y quince segundos 😉

Salud

Imagen: musicman vía Shutterstock

5 Comments

  • jose luis dice:

    Esta tarde, Fernando, me has sacado de la rutina. Tu artículo me ha hecho pararme, pensar y tomar impulso. He puesto caras a muchas de las personas e ilusiones que hay tras tus subrayados y he intentado imaginarme a tantas otras que nunca he visto y que tú has descrito tan bien.
    Gracias, compañero, por tu aliento tan necesario a veces.
    Salud también para ti.
    Un abrazo

  • sadespati dice:

    No le gustaba estudiar. Mi área, EF, tampoco demasiado. Era gigante como un payés y aún lo es. «Qué quieres ser de mayor?» payés. Risas entre los compañeros urbanitas. Lo tenía tan claro que le dije «lo conseguirás». «¿Qué es lo que más te gusta de ser payés?» «conducir un tractor» Tenía 11 años . Sabía de todo lo referente a la tierra, a la cría de animales y a la maquinaría relacionada con ello. Y ,siendo de ciudad, no es moco de pavo.
    El otro día lo vi arando la tierra con un tractor gigante. Mi satisfacción no cabía en el universo. No estoy dispuesta a que nadie sin ilusión me arrebate estos sentimientos que de vez en cuando me encuentro en la calle.
    Siento un inmenso desprecio y rabia hacia quienes por no ser quien un día quisieron ser intenten frustar lo que otros desean ser.

  • manueljesusf dice:

    Amor por la educación, por los alumnos, por el futuro. Amor. Gracias, Fernando.

  • peralias51 dice:

    A esto siempre se le ha llamado Vocación, y creo que tú estás en ese mismo grupo de los vocacionados en educación, porque te emocionas y disfrutas de ellos, siempre escribes en positivo y esto es, como dice Ken Robison, que has encontrado tu Elemento. Ojalá los no vocacionados encuentren su Elemento y se salgan de esta bonita profesión. Gracias, Fernando. Después de tres años que llevo jubilada me emocionan entradas como la tuya y tengo fervientes deseos de seguir aprendiendo de gente como tú. Gracias. Un abrazo

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