Revisando los temas de estranjis: competencias básicas

Las competencias básicas se han convertido en uno de nuestros temas fundamentales de escritura en los últimos meses. De la mano del Proyecto iCOBAE y las invitaciones de distintos centros del profesorado hemos ido articulando una propuesta que surge de la experiencia de las profesoras y profesores con quienes trabajamos y que, por otro lado, es bien aceptada por los docentes por su carácter práctico; así lo hemos podido constatar en distintos grupos de trabajo y también en nuestros encuentros con la inspección educativa o los asesores y asesoras de distintos CEP.

¿A qué se debe este interés por las competencias básicas? Además de que son el tema estrella en la formación del profesorado y por tanto nos corresponde estudiarlas a fondo a quienes nos dedicamos a esta cuestión, las competencias básicas tienen un potencial de renovación y transformación inmenso.

Por un lado, las competencias básicas tienen más potencial mnemotécnico para ser recordadas como nuestras metas en relación con el desarrollo integral del individuo que los objetivos, sean del tipo que sean; es decir, tienen «tirón comercial» para ser tenidas en cuenta a la hora de planificar y desarrollar nuestra docencia.

Por otro lado, su presencia en el currículo incide directamente en nuestros estilos de enseñanza: cualquier estrategia docente profesional es respetable en principio, pero unas estrategias (por ejemplo, el aprendizaje cooperativo en grupos heterogéneos) son más eficaces para promover el desarrollo de las competencias básicas de nuestros estudiantes que otras (por ejemplo, los agrupamientos flexibles entendidos como «agrupamientos homogéneos según niveles de conocimiento»); es decir, las competencias básicas nos pueden inspirar para realizar una auténtica evaluación de nuestra actuación docente.

Por último (aunque seguro que se pueden pensar más razones y seguro que tú tienes las tuyas), las competencias básicas no pueden ser «suspendidas»: no hay situación de excepcionalidad en relación con el desarrollo de las competencias básicas, nadie puede ser dejado fuera de ellas; es decir, que las competencias básicas son el corazón palpitante de la escuela inclusiva, que aspira al desarrollo integral del estudiante pero partiendo de las premisas de que todos aprendemos de todos y todos aprendemos con todos. Incluso en las aulas segregadas de la enseñanza de segundas lenguas las competencias básicas deben estar vigentes – o no nos valen estas aulas.

Obviamente, esta postura no se contradice con una perspectiva crítica. Las competencias básicas hunden sus raíces en el mundo de la empresa y esto supone un riesgo evidente de que manejemos, a un tiempo, discursos enfrentados desde distintas posiciones ideológicas y educativas; además, el sistema educativo mantiene algunos elementos que no casan bien con las competencias: la distribución del conocimiento por materias y la parcelación en departamentos de los centros, la falta de recursos en muchas circunstancias, la distancia entre los centros, la familia y la comunidad, ciertas prácticas inamovibles (como la prueba de acceso a la universidad, tan ligada a los conocimientos), etc. Son necesarios ajustes, esto es cierto, pero eso no debe hacernos pensar que el problema son las competencias básicas: el problema es que estamos creando un sistema educativo nuevo (centrado en el estudiante, basado en proyectos de innovación, ligado a Europa, etc.) sobre el cuerpo aún con vida de un sistema educativo antiguo, muy antiguo.

Ah, y Feliz Día del Libro. Aunque si el día del libro fuera todos los días…

Saludos

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