No es la tribu, es el pueblo

Siempre me han divertido las traducciones de los títulos de películas. Observar cómo cambia el sentido del título original (con frecuencia en inglés) cuando se traduce al español a veces depara momentos jocosos como los descritos en una entrada reciente de JotDown dedicada a las peores traducciones de la historia. En fin, tiene gracia.

Sin embargo, hay una traducción que no me hace gracia y además la escucho constantemente: la frase original es «It takes a village to raise a child» y su traducción habitual es «Hace falta una tribu para educar a un niño«. No pretendo rebuscar ni criticar el origen de la traducción: puede que se hiciera así por algún motivo que se me escapa. Sólo pretendo exponer que es posible una traducción mejor y no lo haré desde la traductología sino desde una experiencia personal que viví ayer.

convento

Imagen: Mariló Marb

Ayer tuve la suerte de participar en las VI Jornadas educo-preventivas «Compartir para aprender y aprender para cooperar», celebradas en Coín. El Convento de Santa María de la Encarnación, un antiguo edificio religioso dedicado ahora la cultura, lucía anoche muy hermoso. Su sala central estaba completamente ocupada por un auditorio diverso: madres y padres, abuelas y abuelos, niños y niñas, jóvenes que repartían sonrisas y corazones  a los asistentes, un grupo amplio de docentes y las «autoridades», con el Alcalde de Coín, Fernando Fernández Tapia-Ruano, a la cabeza y junto a él mi buen amigo Manuel Mellado, director del CEP de Marbella-Coín, y toda la corporación municipal. Estaba allí todo el pueblo.

En definitiva, esa es la clave: el pueblo. El pueblo, tanto en su sentido humano y antropológico como en su sentido urbanístico y geográfico, es la clave para la educación de cada niño y cada niña y así lo reconocieron el propio alcalde y la presidenta de la Asociación «Camino para renacer» cuando describieron las actuaciones socio-educativas que se están realizando en Coín, y que han hecho a este hermoso pueblo malagueño merecedor del reconocimiento como Educa Ciudad. No es la imagen de «la tribu» la que necesitamos sino «el pueblo» como colectivo y espacio educativo, como lugar donde crecemos, como referente identitario, como colectividad en la cual nos hacemos «humanos» definitivamente.

Esta idea, además, inspiró mi ponencia, que tenía el sencillo título de Educación Cooperativa.

Mi punto de partida fue una palabra en clave: TIRIRI. TIRIRI es la sigla que explica qué es cooperación: Tarea común, Interdependencia, Recursos, Interacción, Responsabilidad e Innovación. Es decir, podemos hablar de cooperación cuando un grupo de personas acometen una tarea común por medio de actuaciones interdependientes, que exigen interacción, a partir de unos recursos comunes, por las cuales se pueden pedir responsabilidades (individual y colectivamente) y que representa una innovación para la mejora y la transformación de una situación dada.

Con esta clave en mente analicé dos actuaciones locales diferentes: por un lado, las Cooperative Cities y, por otro lado, el Proyecto de Barrio Cooperativo en Sants. La primera, en mi opinión, no es una actuación cooperativa sino un ejemplo (colaborativo como mucho) de actuación típica del movimiento de las smart citiesciudades inteligentes; la segunda, por el contrario, cumple las claves TIRIRI de la cooperación.

Mi apuesta, obviamente, es por las ciudades cooperativas, en línea con la defensa que hace el sociólogo y activista Iván Miró de estas ciudades frente a las smart cities (texto en catalán o en castellano). Precisamente, como ejemplo de posibles actuaciones cooperativas en la ciudad utilicé una entrada reciente de Pedro Bravo en la cual exponía la propuesta de la ciudad de Edimburgo de peatonalizar las calles que rodean a once centros educativos de Primaria para evitar riesgos y conseguir que los niños y sus familias caminen o el plan de la ciudad de San Francisco de reducir a cero su basura para el año 2020. En ambos casos la clave es la cooperación entre la administración local, las empresas y los ciudadanos (y no la colaboración de los ciudadanos aportando sus datos para «beneficio» de la ciudad o, en el peor de los casos, de las empresas).

¿Y en educación? Pues en mi ponencia exploré dos vías de cooperación en educación: cooperación desde el exterior hacia la escuela y cooperación desde la escuela hacia el exterior.

El punto de partida para la vía de la cooperación desde el exterior hacia la escuela fue el titular de la entrada de Annemarie Ralph: «Want to transform Public Education? Act Locally«. Aunque el marco nacional y autonómico es determinante para la configuración de la escuela, sin embargo el entorno local es un factor con un potencial absolutamente revolucionario: el apoyo ofrecido a los docentes en la localidad es mucho más significativo, satisfactorio y necesario que el promovido por otras instancias más lejanas como así también lo local representa buena parte de la fuente de recursos de la escuela. En este sentido, el trabajo de Cabrero, Orihuela y Ziccardi, Ciudades competitivas – ciudades cooperativas, deja bien claro que se necesitan instituciones y redes mediadoras e impulsoras de la cooperación entre actores económicos y sociales así como la vinculación entre empresas del medio local con universidades y centros de enseñanza para promover la investigación, el empleo y la generación de riqueza.

En relación con la cooperación desde la escuela hacia el exterior, utilicé una de mis ideas fuerza: la socialización rica y sus tres movimientos. Así la cooperación en la escuela implica (a) aprendizaje cooperativo en el aula, (b) proyectos de investigación, aprendizaje-servicio y emprendimiento y (c) una comunidad de aprendizaje abierta. Es decir, una escuela que crea situaciones de aprendizaje cooperativas (no individualistas o competitivas), que plantea proyectos y tareas integradas (no lecciones o sus cuasi-sinónimos) y que fomenta la presencia de la comunidad (familias y voluntarios) en el aula, por ejemplo a través del contrato de aprendizaje con las familias, es una escuela que promueve una socialización más rica (y por extensión, un aprendizaje más «rico» y memorable).

Finalmente, pedí a los ciudadanos y ciudadanas de Coín, con su alcalde al frente, que no dejaran de soñar y de volar. El efecto mariposa provoca que nuestras conciencias se agiten por el movimiento de un pequeño pueblo malagueño, despertando así nuestro interés por una educación expandida, abierta y plural. Coín será, desde este momento, nuestro referente cuando escuchemos la manida frase de la tribu para educar a un niño. Con tranquilidad podremos afirmar: «No hace falta una tribu, hace falta un pueblo para educar a un niño y en Coín ya lo están haciendo».

Saludos

 

Imagen: dotshock vía Shutterstock

3 Comments

  • Dentro de la ley, es posible elaborar un proyecto educativo  lo suficientemente
    compacto como para que sea difícilmente cuestionable por un inspector. Aunque para
    eso se precisa de un colectivo que lo elija y que lo apoye, que decida que ese es el tipo
    de educación que quiere practicar; aunque tenga que verse sometido a los controles
    externos.  
    La escuela debe abrirse, debe integrarse en su comunidad. Debe recuperar sus
    relaciones con las familias, debe establecer pactos educativos y actuaciones conjuntas.
    Y no solo con las familias, sino también con los ayuntamientos, los comerciantes, las
    empresas, las comunidades de vecinos, las bibliotecas, los museos, los educadores de
    calle, los centros de día o los asilos.  La escuela debe llenarse, cada vez más, de
    personas que enseñan pero no son específicamente profesores, sino educadores
    ocasionales que están dispuestos a ofrecer su bagaje personal y profesional.  
    El movimiento de “escuela en casa”, el homeschooling, ha ido creciendo
    paulatinamente. Es una resistencia de las comunidades y las familias a ser educados de
    una determinada manera. Pero entre el homeschooling y la escolarización obligatoria
    hay muchas alternativas intermedias: escuelas más pequeñas, colectivos de padres y
    profesores, educación en casa combinada con la que puede recibirse en una academia. 
    http://www.otraspoliticas.com/educacion/la-escuela-del-siglo-xxi

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