Mi hermano
Mañana mi hermano llevará a sus hijos al colegio, como todos los días desde que se quedó sin su trabajo. Recorrerá con ellos las calles de nuestra ciudad, que a él le gusta tanto, y entre preguntas y respuestas el trayecto habrá pasado. Adios, portaos bien, pronto nos veremos. Os quiero.
Después no volverá a su casa: una maleta, unos billetes de avión, su mochila y en pocas horas estará en un país extranjero. Es increíble: sólo unas horas de distancia son a veces una distancia tremenda.
El capitalismo de casino en el cual vivimos cierra empresas sin pensar en los trabajadores y en sus vidas porque en las entrañas de este sistema no hay un corazón: sólo fluyen bonos, acciones y dinero electrónico que no entiende de sentimientos ni de cariños.
Mi hermano lo sabe bien. No es la primera ocasión que él y sus compañeros y compañeras pronuncian ERTE, ERE y otros acrónimos que esconden la miseria de empresas que juegan a la ruleta con la localización de sus empresas.
Sin embargo, la aventura que mañana comienza mi hermano y que aquí os he contado no será una historia triste, aunque lo sean las despedidas y la distancia. La aventura que comienza mi hermano es una historia de valentía y de esperanza.
Dejadme que os lo explique.
Mi hermano no lo sabe pero yo he hablado de él en decenas de ponencias. Lo he puesto en muchas ocasiones de ejemplo de cómo enfrentarnos al sistema y a sus «crisis»: él ha sabido, a pesar de los vaivenes de las empresas, mantener cierto control sobre su vida y su carrera y lo ha hecho a partir de ciertos principios que creo que podrían servir como modelo de lo que puede hacer el individuo ante este capitalismo de salón de juegos.
Me refiero a tres competencias concretas:
- su «competencia para aprender a aprender», que aplicada a la vida laboral implica la capacidad para adaptarse con rapidez y eficacia a distintos puestos de trabajo;
- su «competencia social», que le ha garantizado – desde que era pequeño – un amplio grupo de amigos fieles, que en estas circunstancias le ha proporcionado información y ofertas de empleo (como bien predicen las teorías del capital social);
- su «autonomía e iniciativa personal», que demuestra – una vez más, pues ya en otra ocasión tuvo que hacer las maletas y recorrer España – en el hecho de marcharse a buscar lo que no hay en nuestro lugar de residencia: trabajo.
Si además, como en el caso de mi hermano, le sumamos un buen nivel de inglés y una buena cualificación profesional, la ecuación resulta positiva. Creo firmemente que mi hermano tendrá éxito en esta nueva aventura.
Sin embargo, pienso en todos aquellas personas que tienen que buscarse la vida sin estas competencias. Cuando el mercado laboral parece estar regido por un cónclave de asesinos en serie, si no tienes buenas armas, lo más probable es que salgas mal parado. Y aun teniéndolas… Por ello, el individuo debe dotarse de las mejores herramientas – es una responsabilidad individual respecto a uno mismo y su familia – pero ¡qué importante es la escuela en la construcción de un individuo que salga a esa selva con una buena preparación! No es cuestión solo de saber hacer raíces cuadradas o un buen análisis sintáctico: es algo más y se llama «resolver problemas», «trabajar en equipo», «ser íntegro», «mantener la calma» o «confiar en tus posibilidades». No digo que nos olvidemos de los contenidos (mi hermano lleva la cabeza bien amueblada, os lo puedo garantizar) pero sí que hay que trabajar aspectos que van más allá de las materias y que no se miden con un examen escrito.
Esta noche, aunque sólo puedo pensar en mi hermano y en su familia, vienen a mi cabeza también los hijos de todos mis amigos y amigas que se están teniendo que marchar fuera de nuestro país porque aquí no encuentran trabajo. Y pienso también en mis hijos y sus amigos y amigas, aún en la escuela, y en cuál será su destino y en cómo explicarles por qué se va su tío. Les diré que su tío es muy valiente, que está muy preparado y que todo le va a ir muy bien, porque así me gustaría que fueran ellos si algún día tuvieran una maleta y unos billetes para irse al extranjero.
Hermano, buen viaje. Te queremos.
Imagen de cabecera: JD Hancock
ME has emocionado. Muchos de nosotros tenemos a alguien en las mismas circunstancias. Muchísima suerte para él .
Me encanta tu artículo… gracias.
Emocionante, primo. Suerte a tu hermano y, desde luego, esto me trae a la memoria la tan reiterada «mochila para la vida» que debe cargarse en la escuela, tal y como dice nuestro amigo Fernando García Páez.
Querido Fernando.
Si me permites yo agregaría a todas las «competencias» que mencionas, la «competencia crítica», es decir la capacidad para tomar conciencia de cuáles son las razones políticas y económicas por las cuales los jóvenes deben marchar a trabajar al extranjero; y si fuera posible, encontrar la forma de comprometerse con su transformación.
Posiblemente esta competencia no les ayude demasiado a conseguir trabajo, pero seguramente les hará personas mejores, más solidarias y con mayor dignidad.
A mí también me ha gustado y emocionado pero he echado en falta también la crítica al sistema que permite, porque no hay más salidas, que un padre tenga que dejar a sus hijos, su familia, su ciudad y amigos. O que unos hijos se tengan que embarcar en una aventura en el extranjero dejando a sus padres, familia, ciudad y amigos.
Totalmente de acuerdo pero espero que aprecies que la entrada rezuma crítica, no aceptación ni consentimiento.
Totalmente de acuerdo. En realidad la competencia social es competencia social y ciudadana y no puede haber ciudadanía sin «competencia crítica» 😉
Estimado Fernando, he leído tu reflexión, me gusto mucho y me alegro que tu hermano hayan»salido» preparado y le deseó Mucha Suerte. Con mi esposo tuvimos que irnos al exterior, luego de graduarnos en la Universidad, volvimos al país, después de 10 años, pero dos de mis hijos también tuvieron que irse. Así que entiendo sentimentalmente lo que significa. Cordialmente.Fanny
Sin palabras, solo lágrimas.
Muy buena esta reflexión. Y me llega en un momento de especial sensibilidad, ya que hace escasos días de nuevo tuve que despedir a mi única hija en el aeropuerto, de regreso a Qatar.
¡Ya ves! una joven diligente, formada, con capacidad de trabajo y amable, que domina varios idiomas, …. es otro país el que está obteniendo rendimiento de todo nuestro esfuerzo y ahorro para convertirla en un ser capaz, de gran valía para muchas empresas…no españolas.
Y lo peor de todo, es que cada vez vemos más complicado que pueda volver.
Es aún muy joven, y ya lleva tres años en estas circunstancias, pero cuando cierro su dormitorio y le ayudamos a bajar la maleta para marchar, las lágrimas de dolor son directamente proporcionales al vacío que se nos queda.
Y encima nos tenemos que conformar cuando nos dicen !qué suerte tiene!
Un beso, compa. Ánimos a tu hermano.