LOMCE, ciberutopismo y acción educativa

Hoy han vuelto a colegios e institutos los docentes de toda España. Probablemente en el centro no haya cambiado gran cosa, aparentemente, desde que se cerraron sus puertas en julio y, sin embargo, este será un año de cambios.

De manera más o menos inminente, según la comunidad o ciudad autónoma donde vivas, el curso 2014-2015 será el primer año de la LOMCE y con ella llegarán el currículo sin objetivos, los estándares de aprendizaje, las evaluaciones externas y muchos otros cambios que afectarán a la dinámica del centro de manera profunda este año y los siguientes.

Es curioso cómo hemos llegado aquí: finalmente tenemos una ley, la LOMCE, que no quería nadie. Excepto los blogs oficiales del Ministerio, la tramitación de esta ley se ha caracterizado por la ausencia de apoyos entre los docentes y los expertos en Ciencias de la Educación, quienes han optado entre el rechazo a través de blogs y artículos o el silencio resignado.

Precisamente, una de mis lecturas de este pasado mes de agosto me ha hecho pensar en la importancia relativa de muchos de nuestros «esfuerzos digitales» y en cómo estos se sustentan, en muchos casos, en un evidente ciberutopismo.

Evgeny Morozov define, en su libro «El desengaño de internet«, el ciberutopismo como «una fe ciega en la naturaleza emancipadora de la comunicación en la red» (pg. 18) y, de manera más crítica, como (pg. 46) «una creencia casi religiosa en el poder de internet para obrar milagros, desde erradicar el analfabetismo en África a organizar toda la información en el mundo».

En positivo, el ciberutopismo es, en cierto modo, una fuente de motivación que contribuye a mantener activos blogs y espacios sociales pues la confianza en el poder de la red para promover cambios dota al individuo de un sentido de agencia según el cual éste es promotor de mejoras y soluciones sin parangón. Sin embargo, Morozov afirma más adelante (pg. 47): «Los tuits, por supuesto, no derrocan gobiernos. Lo hace la gente.» Probablemente todos sentíamos esta obviedad cuando descárgabamos nuestro enfado contra la LOMCE en los 140 caracteres de Twitter pero aun así comunicar tu enfado te unía a muchos que, cómo tú, decían estar indignados y ¡es tan reconfortante sentirte parte de un colectivo!

El problema, siguiendo el razonamiento de Morozov, es (pg. 57) que «internet está remodelando la naturaleza y la cultura de la resistencia y disensión antigubernamentales, alejándolas de las prácticas del mundo real y empujándolas hacia espacios virtuales anónimos» y que «(e)n cualquier caso, internet dificulta más que facilita que la gente se comprometa, aunque sólo sea porque las alternativas a la acción política son mucho más agradables y carentes de riesgo.» (pg. 113) Es decir, en cierta manera con cada descarga emocional vía Twitter estábamos asumiendo de facto la nueva ley por la vía de la ausencia de otros compromisos más reales. Cerramos así el repertorio de citas de Morozov sobre el ciberutopismo (pg. 250): «En algún momento hay que transformar la concienciación en acción, y es aquí donde herramientas como Twitter y Facebook tienen mucho menos éxito.»

Y con ella volvemos al punto de partida: henos aquí, en nuestro día de regreso a nuestro centro educativo, con una nueva ley funcionando o en ciernes de hacerlo. ¿Qué podemos hacer?¿Seguimos quejándonos de leyes y recortes en las redes sociales o damos un paso más?

En mi opinión, la respuesta más adecuada a la LOMCE es una acción educativa decididamente inclusiva, marcadamente integral y que aspire al éxito educativo de todo el alumnado. He defendido en diversas entradas (¡ay, ciberutopismo!) que la LOMCE pretende una triple segregación (por no mencionar la segregación por sexos, que también la permite):

  • la segregación de los buenos y los malos estudiantes, asumiendo la cultura del esfuerzo como principal explicación para justificar los distintos resultados educativos,
  • la segregación de los estudiantes académicos y no-académicos, redefiniendo el currículo de Educación Primaria y Secundaria como etapas preparatorias del Bachillerato,
  • la segregación de los centros educativos con buenos y con malos resultados, minusvalorando la incidencia de factores de carácter socio-económico en los resultados académicos.

Frente a esta triple segregación, la buena respuesta profesional es buscar los mecanismos educativos para la inclusión, la educación integral y el éxito educativo de todo el alumnado. Es más necesario que nunca la reafirmación de estos tres principios como punto de partida para cada claustro y cada proyecto educativo porque a partir de hoy encontraremos muchas ocasiones en las cuales se pondrán en cuestión la necesidad de inclusión, el carácter integral de la educación obligatoria y el derecho al éxito que todo estudiante debe tener.

Y tras los principios, las formas de trabajo: ¿cómo podemos mejorar, incluso a pesar de la ley y a pesar de los recortes, nuestra atención a todo el alumnado?¿Cómo nos organizamos?¿Qué tipo de relación queremos mantener con las familias?¿Cómo damos vida al currículo?¿Cómo gestionamos las relaciones sociales y el tiempo en el aula? En definitiva, ¿cómo podemos garantizar el éxito para todo nuestro alumnado?¿Cuáles serán nuestras estrategias en el aula y en el centro a partir de ahora para que esta ley, incluso cualquier ley, no haga que las paredes de nuestras aulas se resientan y dejen de servir para lo que sirven?

Reconozco que me gustan los profesionales que se hacen estas preguntas y buscan activamente sus propias respuestas, como los compañeros y las compañeras del Proyecto Cártama, un centro de nueva creación liderado por José María Ruiz en la provincia de Málaga junto a Joaquín, Rosa, Aurora y un grupo de profesionales que han dedicado buena parte del pasado curso y del reciente verano a establecer cómo trabajarán a partir de hoy mismo para garantizar el éxito de su alumnado. Como ellos y su centro, en realidad todo centro está siempre en construcción y es «de nueva creación»: cada año renovamos nuestro compromiso y tenemos una nueva oportunidad para revisar nuestra manera de trabajar y sentir en la escuela. En el fondo, eso es lo que comienza hoy: una nueva oportunidad para ser mejores profesionales y prestar un mejor servicio a nuestro alumnado.

Así pues, en sintonía con el espíritu alegre y la energía positiva de este Proyecto Cártama, os deseo a todos y a todas un feliz curso 2014-2015. Espero que de este curso salgamos con la convicción de que ninguna ley conseguirá hacernos perder el rumbo nunca más.

Salud

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