El papel de la dirección en la mejora de los centros escolares
La pasada semana se celebraron en Mazagón (Huelva) la VI Jornadas Formativas para Directores y Directoras de Centros Públicos de Infantil, Primaria y Residencias Escolares, organizadas por ASADIPRE y el Centro del Profesorado Bollullos/Valverde. Fueron dos días estupendos de encuentro y debate con dos ejes de reflexión fundamentales: autonomía y control.
En estas jornadas tuve la suerte de poder dirigirme a los asistentes con una ponencia titulada «El papel de la dirección en la mejora de los centros escolares» y, posteriormente, como participante en una mesa de trabajo sobre el Proyecto Lingüístico de Centro. Permíteme que te cuente en qué consistió mi participación.
Cuando mi amiga Inmaculada González, del CEP de Bollullos/Valverde me pidió en nombre de ASADIPRE que participara en las Jornadas y me propuso el título de mi ponencia me surgieron dos inquietudes iniciales: por un lado, quién soy yo para decirles a los directores y las directoras cuál ha de ser su papel; por otro lado, cuál es mi opinión respecto a ese papel. Los equipos directivos de los centros escolares pasan el día resolviendo problemas, atendiendo quejas, minimizando deficiencias y posibilitando mantener la normalidad en el compejo equilibrio en el cual vive hoy cualquier institución: pensar que los equipos directivos no conocen cuál es su papel o que no lo ejecutan eficazmente es literalmente insultante cuando en su mayoría resuelven muchos más problemas por metro cuadrado que muchas otras profesiones del mismo rango salarial.
¿Qué sentido tiene, entonces, encargar una ponencia como ésta, y a mí, en los tiempos que corren? Esta es la pregunta que me tuvo bloqueado durante muchos días. ¿Qué podía decirles que no estuviera escrito en cualquier manual de formación de equipos directivos?¿De qué nuevo liderazgo les hablaría que no estuviera ya descrito y que no fuera ya puesto en práctica de manera cotidiana por directores y directoras?
Entonces me di cuenta de que mi bloqueo venía de haber concentrado mi atención en una de las palabras del título de mi ponencia, «papel», cuando la clave estaba en otro lado: la clave está en «mejora». El primer paso no es definir cuál es el papel de la dirección sino qué entendemos por mejora para, a partir de ahí, definir cuál podría ser el papel a desarrollar.
Hasta el presente, la «mejora» de los centros escolares se define en términos de desarrollo de las competencias básicas del alumnado a través de la enseñanza reglada y por medio de una serie de actuaciones que definen nuestra escuela como inclusiva, intercultural, plurilingüe o digital. La mejora escolar se mide, por tanto, por la oferta formativa que hace el centro educativo y el resultado que ésta tiene respecto al desarrollo de las competencias básicas, evaluadas éstas a su vez a través de los procesos de evaluación continua realizados por el profesorado y por la evaluación de diagnóstico que se realiza justo a la mitad del proceso de aprendizaje en Educación Primaria y Secundaria. Es decir, un centro es «mejor» o «peor» dependiendo de su proyecto educativo, del efecto que éste tiene en el desarrollo integral de su alumnado y de su capacidad de reacción cuando la evaluación señala que está habiendo problemas.
Sin embargo, en el futuro podemos tener una definición distinta de «mejora». El proyecto de Ley Orgánica para la Mejora de la Calidad de la Educación (LOMCE) establece que la mejora se define por los resultados en una serie de evaluaciones realizadas a lo largo de toda la escolarización obligatoria, algunas de ellas al final de la etapa y sin posibilidad de reacción de cara al alumnado. Para «mejorar» se introducen, además, una serie de medidas (publicación de resultados de los centros en estas evaluaciones, diseño de planes de mejora para obtener mejores resultados, otorgación de un poder casi total a la dirección para ejecutar estos planes, control de las direcciones escolares por parte de la Administración a través del nombramiento de directores y directoras, etc.) que sitúan a los centros educativos en una «carrera» por la obtención de las mejores calificaciones. Es decir, se define «mejora» como la serie de resultados de los centros escolares en unas pruebas de evaluación que medirán aspectos determinados de algunas competencias del alumnado, sin valorar la evaluación continua del profesorado o la calidad de la oferta formativa más allá de las pruebas.
En entradas anteriores ya hemos analizado qué significa esta dependencia de la evaluación para la definición de mejora y para el sistema educativo (La evaluación final y Tiempos de pruebas). Aquí nos limitaremos a hacer una previsión: los resultados de las diferentes pruebas de evaluación serán mejores, por término medio, en aquellos centros que acojan a alumnado con mayor nivel socioeconómico y serán peores en centros con mayor compromiso social e inclusivo y que atiendan al alumnado con menor nivel socioeconómico. Y puesto que no parece que haya intención de considerar el índice socioeconómico como factor diferencial en los resultados de estas evaluaciones, la competitividad beneficiará, por tanto, a estos mismos centros y, por extensión, a su alumnado. Es decir, la competitividad, si no se valora el punto de partida socioeconómico de los estudiantes y sus familias, beneficia a quién más tiene y consolida la desigualdad.
Ante la posibilidad de que la LOMCE imponga esta nueva definición de mejora caben distintas reacciones por parte de las direcciones escolares. Puede que haya directores y directoras que se alegren de la llegada de la competitividad presuponiendo que ésta será un estímulo para un alumnado que no cumple con la «cultura del esfuerzo», sin darse cuenta de que a quien realmente miden las evaluaciones no es al alumnado sino también a sus familias, su entorno y al propio centro. No es simplemente una cuestión de «esfuerzo» sino de puntos de partida diferenciados.
Por otro lado, ante la LOMCE hay otra reacción más interesante. Necesitamos directores y directoras que no olviden que el objetivo fundamental de su tarea es crear las condiciones para que en su centro puedan darse una enseñanza y un aprendizaje de calidad. Más allá de todas las poderosas distracciones (con perdón) que acechan a la dirección, necesitamos que nuestros equipos directivos sean capaces de mantener como prioritario el objetivo del desarrollo integral del alumnado por encima (o más allá) de los resultados en evaluaciones institucionales de lápiz y papel.
En esta línea me atrevo a proponer cuatro actuaciones que la dirección de los centros escolares pueden acometer para acometer el reto de trascender las evaluaciones institucionales. La primera actuación consiste en un pacto con las familias que implique conocerlas, informarlas y facilitar su participación y colaboración; la segunda, promover la interconexión del profesorado, dentro del centro escolar y hacia fuera, vinculándolo con el claustro-en-la-red y su potencial transformador; la tercera, promover la innovación, una palabra desprestigiada para muchos pero que nos recuerda que nuestra profesión está en movimiento y tiene la capacidad de asumir valores y propuestas del pasado pero también de imaginar nuevas posibilidades educativas aun más eficaces; y, por último, los equipos directivos, como representantes de los centros escolares, son también los responsables de la difusión de las buenas prácticas que se realizan en el centro y de sus resultados, de su apertura a la comunidad, de su vinculación con el entorno.
Cuando el pasado viernes acabaron las Jornadas de ASADIPRE y me metí en el coche para volver a casa, estaba feliz y tranquilo. Aunque llegan nubes, el barco está en buenas manos. Tenemos buenos directoras y directores al mando y el timón marca un buen rumbo. Estamos listos para la tormenta.
Una buena reflexión que nos ayuda a «separarnos» un poco de las «presiones» que nosotros/as mismos nos ponemos con este tipo de pruebas,llegando a olvidar nuestra finalidad
Puessss… Que me alegro que hayas encontrado buenos directivos. Me da esperanzas. Pero… no es lo que yo veo en secundaria. Sé que mi posición es más limitada pero me preocupa el efecto que secundaria pueda tener sobre primaria. Jugando a amplificador de la tormenta. Y en secundaria no encuentro apenas algún rayito de esperanza.
Es que luego empieza la cuestión de «qué va a pasar cuando llegue el alumnado al IES» y… Y se pone en marcha la versión educativa del experimento de la prisión de Stanford. Nos crean roles para autoimponernos límites y hay gente que pasa a ejecutarlo fielmente; e incluso a disfrutar con ello. Es lo que veo cada día en esta parte de Andalucía. ¿No se comentó esta cuestión?
Creo que desde un puñado de personas, que desconocen realmente la educación, que solo conocen el aspecto administrativo de la educación, se puede frenar eficientemente el trabajo de muchísima gente. ¿No se comentó cómo denunciar esa cuestión, como afrontarla? Son tiempos de lucha… No sé si cabe la amabilidad ante equipos directivos obstruccionistas, o meramente conservadores, o declarados enemigos de la innovación por activa o por pasiva, o pasivoagresivos, o tan solo paternalistas bienintencionados pero ignorantes y timoratos.
Porque seguro que hay buenos directivos y directivas. Pero, ¿en qué proporción frente a estas últimas categorías que propongo? Y no solo en primaria, también en secundaria, desde donde se puede obstaculizar mucho más.
No puedo sino estar preocupado y empezando a buscarme mi sitio ante la tormenta.
Volvemos al debate de la dirección. Para algunos profes, un buen director es que no estorba, que no fastidia con inventos, el colega que deja hacer. Para otros, el que fomenta innovación y buenas prácticas. ¿Y las familias? ¿Y el alumnado? ¿Qué dirección quieren?. Nada, como tu dices, oralidad y etiquetas.
Malos tiempos para la lírica. La mejora de verdad sólo se conseguirá a través de la Comunidad Educativa, planteando las líneas alternativas que tu mencionas y que ya están muy claras en mi proyecto y mi idea de dirección. Esto es muy difícil porque la crisis, en vez de unir, aisla y distancia. Al menos eso es lo que yo detecto (y no sólo en nuestro centro). La mejora competitiva sólo beneficia a quien tiene ya ventaja y perjudica a los demás. ¿Cómo lo hacemos? Es difícil, pero no hay otra. Al menos sí se quiere una educación pública de calidad y con equidad. Otra alternativa, sería un desastre. Sobre todo para quien encuentra en la formación y el aprendizaje un camino para su futuro.
Aunque en el borrador de la futura LOMCE no se habla explícitamente de productividad sí se habla de eficiencia. Es decir, se habla de comparar los recursos empleados con los resultados obtenidos de manera que cuanto menos recursos se hayan empleado y más logros se hayan conseguido tanto más eficiente se habrá sido. Y el aumento de eficiencia se vincula con un aumento de autonomía de los centros, acompañado de la correspondiente rendición de cuentas; es decir, se deja cierta libertad y se proporcionan recursos para proponer y desarrollar nuevos proyectos educativos pero estos proyectos deben proporcionar resultados que justifiquen la confianza y la inversión que se han concedido.
En principio parece razonable y necesario. El problema está en que no todos los recursos son cuantificables, como tampoco lo son los resultados. Salvo que asumamos que los recursos son aquellos que se compran o se pagan (edificios, salarios de los profesores, redes informáticas, etc.) y entendamos por resultados las calificaciones y títulos que obtienen los estudiantes. Desde este punto de vista, cuanto más títulos se expendan y más altas sean las notas que se saquen, gastando el mismo dinero, tanto más eficiente será el sistema. Me da la impresión que la futura ley de educación no va mucho más allá de este planteamiento.
http://www.otraspoliticas.com/educacion/eficiencia-y-rendicion-de-cuentas
Directivos buenos????????, para los profesores supongo que será el que les deja hacer sin marearles, pero para los padres un buen directivo es el que da las explicaciones necesarias antes de que se haga necesario darlas, aquel que no necesita que sean varios padres los que preguntan para contestar, aquel al que le basta la consulta de uno solo para responder, aquel que no ve en los padres el enemigo, aquel que no pone burocracia por medio para que los padres puedan ejercer de padres también en el colegio si es preciso, aquel que conversa con los padres y no está siempre calentando el asiento…
Por eso tu propuesta acerca del pacto con las familias me parece tan acertada, las familias somos fundamentales, las que estamos al cuidado de nuestros hijos por las que no estamos, que dejen ya de desprestigiar a los padres.