¿Cómo puedo animar a mis estudiantes para que hablen en el idioma que les enseño?
- Aumenta el tiempo y las oportunidades de conversación significativa.
- Reduce el tiempo de habla del profesor.
- Incorpora los intereses personales de los estudiantes.
- Crea una atmósfera emocionalmente segura para que los estudiantes asuman riesgos a la hora de hablar.
- Anima a los estudiantes para que hablen la lengua de la escuela al tiempo que muestras aprecio por sus lenguas maternas.
- Tomado de Working with Second Language Learners: answers to teachers’ top ten questions, de Stephen Cary (2000; Portsmouth, NH: Heinemann).
Hola, Fernando. He tratado de este tema en una entrada de mi blog, al hilo de unas palabras de Michael Lewis que me llamaron la atención. Dice Lewis que lo de «reducir el tiempo de habla del profesor» (reduce talking teacher) es un mito sin fundamento, que hay que cambiar:
«You do not learn to speak by speaking. You learn by listening. It´s riduculous (para un profesor) learn to keep quiet and then learn to talk. Teachers need to know how to paraphrase and reapeat something 2/3 times so students understand…».
O sea, que, según Lewis, los alumnos aprenden a hablar escuchando más que hablando. Y dice que esto se basaría en investigaciones recientes sobre el proceso de adquisición de lenguas. Yo no lo sé, pero que Michael Lewis haga una afirmación de esta naturaleza me da mucho que pensar. ¿Algún lector del blog podría ilustrarnos al respecto?
Lo que está fuera de duda, en todo caso, es que, independientemente de lo que diga la investigación, los alumnos quieren hablar y poner en uso lo que han aprendido, y esa es una creencia muy asentada entre ellos. En el Instituto Cervantes de Utrecht hemos hecho encuestas sobre creencias y expectativas metodológicas del alumnado sobre adquisición de lenguas que son muy reveladoras (y útiles). Ayer mismo se me acercó un chico en clase para decirme que hablaba poco por timidez, pero que su objetivo primero en el curso era usar el español hablando en clase. Y yo, claro, he tomado nota y lo tendré muy en cuenta a la hora de organizar las sesiones.
Supongo que lo que hay que buscar es un equilibrio entre las creencias y expectativas del alumno y lo que, como profesionales, sabemos que puede serles de más utilidad. Pongo un ejemplo, las listas de palabras. En los Países Bajos, los alumnos están acostumbrados a usarlas sistemáticamente para aprender el vocabulario. Sin embargo, la investigación nos dice que el lexicón mental se organiza en redes y que, por tanto, la rentabilidad de las listas de palabras es escasa. Saber manejar estas situaciones de «conflicto» forma parte de las habilidades de negociación de estrategias de clase que debe aprender a gestionar un profesor de ELE. En Utrecht somos muy conscientes de ello.
Off-topic. Querido Fernando. Buenas noticias. He puesto un nuevo video de Zanger Bob, ese Piraña holandés que tanto nos gusta, en los comentarios del post correspondiente de Makel(ele).
Empezaré dándote las gracias por ese nuevo video de Zanger Bob. Realmente estoy fascinado por su versatilidad, que lo mismo canta en invierno que en verano. También te doy las gracias por la atención de escribirme, tus comentarios siempre me enriquecen.
En cuanto al tema de debate, mucho me temo que el tema de «cuánto debe hablar un profesor» quedará irresoluble en los archivos de los estudios de adquisición de segundas lenguas, problablemente porque es un tema cultural: si en una «cultura de aprendizaje» (uno de mis conceptos favoritos) el profesor tiende a centrar TODO el habla, es obvio que debería modificar su estrategia; si en otra «cultura de aprendizaje» hay un mayor equilibrio, que satisfaga, como tú bien dices, las creencias y las expectativas de los estudiantes y la necesidad de hablar del profesor como modelo lingüístico y como «gestor del aula», pues no será necesario ninguna reducción; si en una tercera «cultura de aprendizaje» el profesor ha delegado todo el tiempo en sus estudiantes, pues deberá tener la precaución de ofrecer suficiente «lengua» además de la de los estudiantes, o bien mediante ejemplos (audiciones o habla del profesor en clase) o bien mediante una atención explícita a la forma, sobre todo para evitar que se fosilicen y perpetúen los errores.
En fin (que me enrrollo), que la respuesta del cuánto no puede ofrecerse de manera definitiva sino que habrá que considerar cada situación; ahora bien, yo sí estoy de acuerdo con la afirmación de reducir el tiempo de habla del profesor en la «cultura de aprendizaje» española estándar (bien por medio de estructuras de aprendizaje cooperativo que den autonomía a los estudiantes, bien mediante el uso de tecnologías de la comunicación, etc.). Y también estoy por la labor de permitir, si así lo desean, que los estudiantes hablen, y después analizar sus producciones para poder mejorarlas: «input + output» es para mí la ecuación necesaria.
Pues sí, ya me enrrollé.
Saludos
Estoy muy de acuerdo en la última parte de tu comentario. Creo que ese aprendizaje cooperativo y autónomo puede encajar muy bien en el concepto de «tarea», tal y como lo entendemos en ELE. Aunque, en determinados contextos de aprendizaje, hay que saber dosificar bien la administración de la tarea (por ejemplo, en los Países Bajos).
En cuanto a la dinámica “input + output” me parece fundamental, ya que considero que la retroalimentación es una estrategia básica en el proceso de adquisición de una lengua. El problema, en mi caso, es la falta de tiempo y de recursos técnicos que me satisfagan, ya que, en este caso, la cultura de «feedback» sí que está muy bien enraizada en los Países Bajos, siempre dialogantes y dispuestos a aprender de sus errores.
En definitiva, que coincido contigo en las ideas básicas: cooperación, autonomía y retroalimentación.
Saludos