El proyecto lingüístico de centro en Andalucía: #ThePLCTour arranca en Sevilla

Ayer, en el CEP de Castilleja de la Cuesta (Sevilla), arrancó el tren del Proyecto Lingüístico de Centro andaluz. Fue un encuentro de trabajo intenso pero feliz y festivo: los centros de «año uno», que comenzaron durante el curso 2013-2014 su andadura, recibieron a los nuevos centros de «año cero» con ánimo e ilusión y con esa partida gozosa se auguran buenos momentos en este viaje.

Permitidme que os ponga en antecedentes. El Proyecto Lingüístico de Centro en Andalucía tiene ya un amplio recorrido. Son muchos los centros educativos que vienen trabajando en esa línea desde hace años y desde 2008 la Consejería de Educación está produciendo materiales generados por docentes de Primaria, Secundaria y Universidad. Esto hace que la propuesta con la cual se trabaja en Andalucía tenga, a estas alturas, tanto un importante respaldo teórico como una base generosa y diversa de experiencias. Hoy, en Andalucía, el Proyecto Lingüístico de Centro comienza a ser una realidad en muchos centros educativos.

Ayer en Castilleja nos reunimos los cincuenta y un centros que participan en el PLC en la provincia de Sevilla (32 centros de año cero y 19 de año uno) junto con las asesoras y asesores de los CEP sevillanos y su coordinadora provincial de formación.

El encuentro tuvo, como ocurrirá a lo largo de las dos próximas semanas, tres momentos diferenciados: el saludo y la presentación de las cuestiones administrativas y de organización, que corrió a cargo de Maite Gutiérrez (coordinadora provincial de formación); la presentación de dos centros de año uno de su visión del proceso de trabajo y diseño del PLC, moderada por David Bracho (asesor del CEP de Alcalá de Guadaíra) y, finalmente, el trabajo en grupos separados de los centros de año cero y año uno.

En la presentación de Maite Gutiérrez hubo algunos mensajes que me parecen especialmente significativos y que permiten ver con claridad qué representa el PLC:

  • Se especificó que en Andalucía se ofrecía a los centros un «modelo» pero no en el sentido de un «corsé» en el cual hubiera que entrar sino como «esquema de trabajo»: el PLC de cada centro es único y responde a las necesidades de su alumnado y de su entorno y la Consejería sólo quiere ayudar y acompañar en el proceso de diseño que realicen los centros.
  • Al mismo tiempo, el PLC ha de ser una herramienta de trabajo en aras de la mejora de la competencia en comunicación lingüística del alumnado y no un «papel que enseñar o que guardar en el cajón». En este sentido, es preferible un «PLC mínimo» antes que un documento exhaustivo pero poco operativo (o meramente decorativo).
  • Así pues, desde esta perspectiva, los centros educativos son el auténtico motor del PLC. Son los centros quienes definen, diseñan, ejecutan y evalúan el PLC y quienes, por tanto, dan sentido a una propuesta institucional de Proyecto Lingüístico de Centro.

Tras las palabras de Maite Gutiérrez tuve la suerte de poder dirigirme a los centros. Esta primera aportación mía a las jornadas giró en torno a tres ideas:

  • El PLC andaluz es inclusivo y global: pretende promover la mejora de la competencia en comunicación lingüística de absolutamente todo el alumnado (y por ello conceptos como «inclusión» o «atención a la diversidad» son fundamentales en la propuesta andaluza de PLC) y de manera global, atendiendo a la oralidad y a la lectura y la escritura, a una rica variedad de géneros, dominios, tareas y textos en las diferentes materias del currículo.
  • El PLC andaluz es plurilingüe: desde el Plan de Fomento de Plurilingüismo del año 2005 los centros andaluces están inmersos en la aventura de valorar las lenguas desde una perspectiva plurilingüe y de ofrecer a su alumnado una educación lingüística plurilingüe. Es un reto complejo tanto por nuestro origen como por la complejidad intrínseca al proyecto plurilingüe pero el mensaje de la diversidad lingüística y la enseñanza en lenguas diferentes a la lengua materna ha calado en los centros, creo que de manera irreversible.
  • Finalmente, el PLC andaluz crece y se extiende por la vía formativa y de la innovación y no por la vía normativa. No hay una obligación legal de diseñar y ejecutar un PLC en los centros andaluces (aunque muchos así lo piden) y son los centros quienes deciden si lo necesitan o no; es tras esta toma de conciencia cuando se ponen en funcionamiento las medidas para que el centro que lo desee encuentre los apoyos necesarios para cumplir profesionalmente con su deber. Por ello podemos hablar de un PLC de los centros y no de la administración, y de un Programa de Proyecto Lingüístico de Centro como «esquema de trabajo» y no como «corsé», como explicaba Maite Gutiérrez.

Tras ambas exposiciones, llegó el momento de los dos centros de año uno que tenían la responsabilidad de dar la bienvenida a los centros sevillanos de año cero. Hablaron Manuel Gordillo y Agustina Limón en representación del CEIP San Pedro de Zúñiga (Villamanrique) y Manuel Romero como director y coordinador del PLC del CEIP El Ruedo (El Arahal). En ambos casos son centros que llevan años trabajando en torno a la idea de PLC así que sus palabras era tremendamente significativas y valiosas.

En el caso del CEIP San Pedro de Zúñiga tienen ya cinco años de experiencia en PLC y entienden, según su director y la coordinadora del PLC, que el proyecto está completa y perfectamente integrado en el proyecto educativo y el quehacer diario del centro.

Sin embargo, Manuel Gordillo explicó que el  PLC es un “proyecto enorme” y que no podemos enfrentarnos a él desde la soledad de una persona coordinadora o, incluso, desde la figura del director del centro. El PLC consiste, básicamente, en llegar a acuerdos y unificar criterios para promover la competencia en comunicación lingüística y si hay que llegar a acuerdos, no se puede trabajar aisladamente: hace falta un equipo que apoye constantemente y un claustro convencido.

Para convencer al claustro Manuel Gordillo relató que es necesario «hablarle» y “despertar ideas”: estudiar qué son las competencias básica y qué significa la competencia en comunicación lingüística, realizar formación y “claustros de debate” o preparar visitas a otros centros.

Así pues, el PLC “comienza cuando un grupo de gente toma conciencia de su necesidad”: es necesaria, nos dice Manuel Gordillo, la “fuerza positiva” de un grupo de compañeros en el claustro. Por ello, tras sentar las bases, se organiza una comisión con representantes de todos los niveles y ciclos.

En las reuniones de la comisión se crea un «feedback continuo con los niveles y ciclos», cuyo sentido fundamental es conocer las buenas prácticas de compañeros y compañeras. A partir de este conocimiento se definen objetivos, “cortitos y claros”, que permiten a la comisión llegar a acuerdos, que van al ETCP y después a Proyecto Educativo.

¿Y qué ocurre con las “fuerzas negativas” que siempre existen en los centros? Manuel Gordillo se respondió a sí mismo: en lugar de que “nos contaminen”, queremos “contaminarlos a ellos” refutando los prejuicios con resultados y evidencias. Con esta estrategia, algunos de los que más discutían ahora son los más convencidos, porque han visto la mejora y el cambio.

En este sentido, la clave es que el PLC tiene que “salir de las clases”, no llegar a las clases. Debemos recoger qué hacemos en el aula y, a partir de ahí, unificar criterios, sin “inventar” necesariamente sino comenzando por la recogida y el análisis de las buenas prácticas y experiencias que están funcionando en el centro: a partir de ahí se construye un PLC que es creíble por el claustro.

En conclusión, según Manuel Gordillo es mejor tener cinco o seis acuerdos básicos que un documento de 300 páginas, como también es importante “poner en valor” lo que los docentes hacen. A partir de ahí, los resultados se están viendo ya en el centro, según su director: los niños de quinto, con 4 años de PLC, han mejorado su expresión oral y escrita y se ven las mejoras tanto en las pruebas externas como en la evaluación formativa que hace el profesorado.

Posteriormente, Manuel Romero, director del CEIP El Ruedo, ratificó las palabras de su compañero Manuel Gordillo. En el caso de su centro el punto de partida fue una cultura previa de trabajo en pro de la competencia en comunicación lingüística. Esto hizo que fuera fácil presentar el trabajo en el claustro, el consejo y el ETCP, porque ya se estaba trabajando en esa línea: oralidad, lectura y biblioteca, etc.

En el caso de El Arahal, el ETCP es el eje vertebrador del proyecto. El PLC no puede ser trabajo de una sola persona sino de un equipo, aunque siempre es necesaria una persona que coordine y lidere. Lo importante es que el trabajo conjunto del centro ha de llegar al aula y ese ha sido el foco del PLC de El Arahal. Si se llega al aula, se ven los frutos y eso convence a los dubitativos. Se piensa: “Estamos trabajando como se tiene que trabajar, y además se ven los frutos.”

A partir de aquí, comenzó el trabajo en torno al PLC. Los centros de «año uno» se reunieron con las asesoras y asesores de los Centros del Profesorado para tratar dos cuestiones centrales: metas y evidencias de aprendizaje. Por otro lado, los centros de «año cero» estuvimos considerando el valor del «pensamiento para el diseño» o design thinking y la necesidad de prototipar para alcanzar un diseño satisfactorio del PLC.

En definitiva, el tren del PLC ya está en marcha. Hoy ha llegado a Córdoba así que mañana os contaré cómo ha sido su llegada a esta nueva estación.

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