Facultad Cero: Estrategias de innovación aplicadas a la Educación Superior

Suenan tantas campanas que ya no sabemos por quién replican. El sonido procede de tantos puntos que no es fácil distinguir su procedencia. El clamor es tan grande que parece que todo lo que era sólido está a punto de colapsar. Y, sin embargo, probablemente nada sea totalmente cierto, nada cambie o el cambio sea muy lento.

Hemos leído tantas acusaciones de endogamia, de poca investigación o de poca calidad, de docencia conservadora y otras consideraciones que, en cierto modo, todos hemos asumido que la universidad está en crisis. Al menos la prensa parece estar bastante de acuerdo en valorar que esto es un hecho, cuando en realidad quienes estamos dentro lo que vemos es que nuestros grupos de investigación fallecen por la ausencia de fondos suficientes, que no nos permiten contratar profesorado para atender adecuadamente a las necesidades docentes de nuestro alumnado, que aumenta la carga burocrática impuesta por agencias o conceptos, como la calidad, que no parecen servir efectivamente para nada: la universidad no está muerta, la están matando.

Obviamente, quienes estamos dentro también vemos muchas cuestiones que deberían funcionar de otra manera. Es paradójico que tengamos decenas de comisiones y, sin embargo, sea tan difícil, con frecuencia imposible, establecer una coordinación didáctica efectiva dentro de un mismo plan de estudios; por no mencionar que revisar y renovar un plan de estudios, para actualizarlo y ajustarlo a unas necesidades sociales cambiantes, es una tarea, esta sí, imposible. Como también parece imposible que entendamos que no hay un único modelo de profesor universitario, pues unos están más centrados en su docencia, otros en la investigación, otros en la transferencia o en la cooperación o, finalmente, en la gestión, la auténtica tarea invisible en la universidad, que parece que se gestiona así misma a través de golpes de varita mágica, como Hogwarts.

Con estas tres ideas simples en la cabeza («dicen que la universidad está mal», «puede que no estemos tan mal» y «hay cosas que sí están mal y tenemos que reflexionar») me planté el pasado miércoles día 25 de enero en Granada gracias a la invitación del MediaLab UGR. Si se pudiera decir que la universidad es un espacio donde los sueños se hacen realidad, MediaLab UGR sería uno de esos sueños: un lugar, aun más virtual que físico, donde podemos sentarnos a pensar juntos, con libertad y creatividad, sobre temas como las relaciones de la universidad con su entorno o sobre la presencia y la importancia de lo digital hoy en nuestras vidas. Deberíamos tener un MediaLab en cada universidad y en cada ciudad aunque solo fueran unos cuantos metros cuadrados dedicados a la reflexión y la creación usando las herramientas del siglo XXI.

En todo caso, ese día tuve la oportunidad de presentar algunas de las ideas que rondan mi cabeza en relación con la universidad y, además, proponer a los asistentes una dinámica de trabajo conjunto para pensar en nuestra universidad y hacer propuestas de futuro. El lugar metafórico donde situé a los participantes fue la Facultad Cero, un espacio que se construye a partir del solar que ocupan actualmente nuestras facultades pero que se construye con un nuevo vigor y con nuevas ideas. Y ha de ser la Facultad ese espacio porque representa el punto de unión, un espacio in-between, que no es el silo departamental ni tampoco la estructura de poder del Rectorado. La Facultad es donde convivimos realmente alumnado, PAS y PDI, pero también padres y madres que vienen a acompañar a sus hijos, visitantes extranjeros o nacionales que nos regalan su conocimiento, instituciones y empresas que buscan en la Facultad saber o clientes, asistentes a actividades culturales o simples paseantes que se sienten atraído por el edificio y su misterioso contenido. La Facultad es la cara visible de la universidad, su corazón latiente, la referencia espacial y el contenedor de las ideas que aspiran a comprender y actuar en el mundo.

Por ello en este ejercicio de Facultad Cero tomamos este referente para nuestra reflexión. Usamos para ello tres dinámicas creativas y cooperativas bien conocidas: brainwriting, el folio giratorio y piensa, escribe, comparte. Con esta secuencia pretendíamos obtener una descripción colectiva del estado de la universidad y, también, un posible banco de iniciativas en relación con las cinco categorías propuestas: relaciones sociales, aprendizaje y enseñanza, los espacios, relaciones con el entorno y facultad virtual. Los apuntes de todos los participantes puedes verlos en la presentación que te ofrezco a continuación.

Obviamente, este ejercicio no debe tomarse como algo más que lo que realmente es: una sencilla ponencia con una dinámica inserta para provocar la reflexión conjunta. No pretende ser más, aunque sí muestra claramente el potencial de los miembros de la comunidad universitaria cuando suman sus fuerzas para re-pensar, quizás co-crear, la universidad ante los retos que le propone la sociedad. Disponer de tiempo y ocasiones como las que nos brinda el MediaLab UGR nos permite realmente no solo aspirar a un buen futuro sino prestar hoy un mejor servicio a la sociedad: ¿no deberíamos hacer esto mismo, o algo parecido, con más frecuencia y en todos los niveles? Quizás la cuestión sea así de simple: pensar juntos, escribir juntos, crear juntos. Juntos es una buena palabra para asentar sobre ella los cimientos del futuro.

Salud

Imagen: Faustin Tuyambaze vía Unsplash

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