Emigrar, por Claudia Yelin

Hay emigraciones más electivas que otras, las circunstancias y los parámetros de legalidad son muy diversos; sin embargo, aquel que se va, independientemente de todas las diferencias, comparte con los otros que se han ido una urgencia, una necesidad básica de re-construir un espacio de amparo.

Claudia Yelin, argentina, psicoanalista y emigrante a los Estados Unidos a principios de los ochenta, comienza así su libro. Es el relato de su partida, su llegada y el proceso de establecimiento en un nuevo país; es más reflexión que narración y cuando relata lo hace para extraer lecciones para la reconstrucción de su propia identidad o para su práctica clínica.

Con el telón de fondo de la dictadura argentina, Claudia y su marido aceptan una oferta de trabajo en Estados Unidos. Ellos y sus dos hijas se trasladan con algunas maletas hasta Washington, donde alquilan un apartamento.

No teníamos mantas, ni cubiertos, ni platos, ni ollas. Las chicas miraban a su alrededor con total asombro sin comprender qué había ocurrido con la costumbre de comer sentados en sillas, en torno a una mesa… El departamento, aun en toda su amplitud y luminosidad, era sin duda alguna el reflejo de nuestra sensación de despojo y desamparo… Nunca antes había transitado un terreno tan inestable con tanto peso sobre mis espaldas.

Aprender la nueva lengua, crear lazos sociales, cuidar por la salud y la educación de sus hijas, tener trabajo o ir a la compra son tareas nuevas en un nuevo entorno, que cuestiona sus más íntimas convicciones.

Con el tiempo, la experiencia de extranjera me permitió dar el salto copernicano que habría de permitirme descubrir y aceptar que lo que uno da por sentado, lo que uno entiende por natural, es un producto cultural restringido a su minimundo y la sociedad que lo ampara. Creo que comencé a vislumbrar esto a partir de mis clases de inglés. Eran al mismo tiempo un laboratorio de sensibilidad intercultural.

En la historia de Claudia hay momentos de desesperación y escenas de llanto en la escalera de su apartamento, pero es fundamentalmente una historia de éxito personal, familiar, profesional y social. La mirada psicoanalítica nos permite sondar las simas de la ruptura con su identidad porteña para construir una nueva identidad, más compleja y rica.

Si bien creo haber traído conmigo los planos necesarios para que el disloque no me aleje demasiado de mí…, mi modelo, aun a pesar de su versatilidad, no fue suficiente. Seguí los pasos que creí necesarios para volver a «ser lo que era», pero me vi obligada a buscar nuevas formas de expresión para ser madre, para vivir en pareja, para ejercer mi profesión, para relacionarme, para experimentar la soledad, para integrar pasado y presente, para imaginar el futuro. Estas nuevas formas, si bien más adaptadas al nuevo entorno y por lo tanto más visibles, varias veces me han dolido en el alma, porque también implicaban renuncias y pérdidas insustituibles. No tenía más opción que poner permanentemente a prueba mi creatividad, tratando por todos los medios de convertir la diferencia en ventaja productiva.

Claudia Yelin nos ofrece este libro sobre la experiencia migratoria para que podamos comprender qué ocurre, en lo cognitivo y en lo social, en lo trascendente y en lo cotidiano, cuando uno abandona su tierra «en busca de un espacio de amparo».

Saludos

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