El milagro de Mieres

Mieres, como toda la cuenca minera asturiana, es un territorio de contrastes. Cuando te acercas a ella, el verde paisaje del valle del río Caudal contrasta con los polígonos industriales y las fábricas, herencia de las explotaciones mineras que dieron su momento de gloria y riqueza a toda esta zona. Ya en la zona urbana se alternan las nuevas construcciones civiles o los modernos edificios del Campus de Mieres con viejos edificios de los años 60 y 70, cuando Mieres alcanzó los setenta mil habitantes. Mieres recuerda a una ciudad industrial británica mezclada con la transparencia del aire de un pequeño pueblo de media montaña en los Alpes; y todo esto a solo veinte kilómetros de Oviedo, con buenas comunicaciones y muchas posibilidades.

Como la propia ciudad, la historia del Colegio Santiago Apóstol refleja esos mismos contrastes y más de cien años de contradicciones: durante buena parte de su existencia, el centro fue un colegio religioso y masculino, tan preocupado por la doctrina y la disciplina como por la buena letra y la ortografía; sin embargo, hoy el Colegio Santiago Apóstol es un colegio público, mixto y coeducador, laico y moderno. El pasado y el futuro se dan la mano en este colegio centenario como también el pasado y el futuro se encuentran en las calles de Mieres, retándose en un pulso constante para ver quién tiene más fuerza.


Visito el colegio una fría mañana de marzo. Ha llovido y el ambiente sigue desapacible. Sin embargo, cuando entro en el colegio todo se vuelve cálido y humano.

Entramos a las aulas de Educación Infantil. Un niño, Asur, se me acerca y me da un abrazo. Me toca la cabeza y me dice: «¡Hueles bien!». Otro, Adrián, me tira del jersey para llamar mi atención. Me agacho y me dice al oído: «Cocodrilo, ¿sabes que un duende entre en la clase por la noche y nos pinta cosas bonitas en las paredes?». Sonrío mirando a su maestra.

Conozco a esos duendes; las clases de Educación Infantil están llenas de duendes. Llevan batas de colores y sonríen permanentemente. Los duendes de estos niños se llaman Carmen, María, Susana, Laura o Covadonga. Son los duendes del Colegio Santiago Apóstol, pero no se lo digáis a nadie. Guardadme el secreto: ¡en el Colegio Santiago Apóstol hay duendes y están obrando un milagro!

El Colegio Santiago Apóstol ha entendido bien cuál es el sentido del milagro que Mieres necesita: el milagro de Mieres pasa por construir su futuro desde la Educación y la Universidad, desde el aprendizaje y la investigación, desde la innovación y el emprendimiento. Y esta es la tarea a la que se dedican, día a día, la veintena de maestras del claustro del Colegio Santiago Apóstol.

Hay cuatro hechos que llaman la atención en el Colegio Santiago Apóstol.

En el Colegio Santiago Apóstol hay muchos libros. Sí, ya sé, no debería ser extraño ver libros en un colegio pero en el Colegio Santiago Apóstol hay libros por todos lados. Hay bibliotecas de aula, por supuesto, pero también vi un rincón de intercambio de libros en la sala de profesores y Bea, la maestra de cuarto de Educación Primaria, nos enseñó con orgullo su zona de intercambio para que los niños y niñas puedan traer y llevar sus propios libros. Vi también «carritos de la compra» convertidos en bibliotecas ambulantes y vi niñas y niños orgullosos que me mostraban los libros sobre Frida Kahlo que habían traído a clase o los que ellos mismos habían escrito. Vi libros en las mesas de las maestras y también en las mesas de trabajo. Vi libros en armarios, por el suelo, en estanterías y, sobre todo, en las manos de los niños y las niñas. Una escuela con libros, y verlos abiertos y en uso, es una clara señal de educación de calidad.

Tras esta abundancia de libros es evidente que hay un proyecto educativo que pone un énfasis especial en la lectura, pero hay algo más. Desde las mesas de Educación Infantil, donde se podían ver los roles de cada pequeño aprendiz, hasta las aulas de Educación Primaria, donde pudimos ver cómo trabajaban en equipos en torno a la figura de Sherlock Holmes, en todo el centro eran claras las señales de una gestión cooperativa del aprendizaje. No es frecuente ver en todo un centro las claves del aprendizaje cooperativo que hemos repetido tantas veces: interacción cara a cara facilitadora del aprendizaje, interdependencia positiva, desarrollo de destrezas interpersonales y grupales. La cooperación es una fuerza poderosa y cuando un centro educativo la pone en funcionamiento, los resultados positivos no se hacen esperar.

Autor de la fotografía: Fernando Geijo

Para ello, además, el Colegio Santiago Apóstol cuenta con unos espacios privilegiados. No solo los patios son amplios para un colegio urbano sino que las aulas son probablemente las mayores que haya visto jamás. Todas ellas permiten dividir el espacio en distintas zonas para la asamblea, el trabajo en grupos, la lectura, u otros tipos de trabajos. Sin lugar a dudas, esta es una de las grandes fortalezas del colegio y la dirección y las maestras han sabido aprovecharla para generar no solo estructuras cooperativas sino una amplia diversidad de experiencias de aprendizaje dentro (y también fuera) del aula.

Precisamente el cuarto hecho que quisiera comentar es la existencia de un proyecto educativo de centro en el cual los proyectos de aprendizaje tienen una presencia importante. En el momento de mi visita el Arte era el eje del proyecto de centro y pude ver a Kandinsky, Frida Kahlo o Velázquez en las aulas de Educación Infantil y Primaria. Precisamente la participación del Colegio Santiago Apóstol en el Contrato-Programa de la Consejería de Educación del Principado de Asturias pretende reforzar esta línea de trabajo por proyectos, así que esperamos a lo largo de este año y los venideros poder seguir aprendiendo de los diseños y las experiencias de las maestras del Colegio Santiago Apóstol.

Tengo claro que en Mieres se está produciendo un milagro: es el milagro de la construcción de un Nuevo Mieres basado en el aprendizaje y que arranca con la educación infantil y primaria de calidad ofrecida por las veinte maestras del Colegio Santiago Apóstol.

Autor de la fotografía: Román

Ahora este milagro necesitaría que todos los poderes públicos, especialmente aquellos que tienen la responsabilidad más directa y cercana de mantener el edificio y contratar conserjes, apostaran por este milagro. El Colegio Santiago Apóstol tiene todas las condiciones para ser un gran centro de referencia en la comarca pero necesita que los responsables políticos crean en él y vean el potencial de sus espacios, la calidad de sus maestras y el valor de su proyecto educativo. El Colegio necesita ofrecer a su alumnado y a las familias no solo una gran educación, como ya hace, sino también una buena conexión a Internet y buenos dispositivos, un aula matinal o un comedor así como una oferta de actividades extra-escolares que hagan del centro un auténtico motor cultural de su entorno.

Si esto ocurre, el futuro de Mieres está garantizado y será luminoso. Espero poder volver para constatar ese milagro.


Para saber más:

Gracias a Silvia, Verónica, Montse y todas las maestras del Colegio Santiago Apóstol por permitirme conocer su centro y su trabajo, y a Carmen Reigada y a Marga Valdés por hacer posible mi visita.

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