El camino del PLC

Esta es la premisa mayor:

En Educación Lingüística es imposible no enseñar.

Cuando hablamos en clase, estamos enseñando a nuestros estudiantes cómo comunicarse oralmente aunque no sea esta nuestra intención. Cuando escribimos, les enseñamos cómo deben escribir. Cuando señalamos un texto para que lo lean, les estamos también enseñando qué significa leer, para qué sirve e incluso cómo se puede o debe hacer. Incluso nuestros silencios son una enseñanza para nuestros estudiantes y de ellos se derivan aprendizajes acerca de cómo escuchar y cómo callar. Y esto es así en todo momento, en todo tipo de interacción oral y escrita, en relación con todas las materias del currículo, sean quienes sean los interlocutores o los medios y canales que se utilicen y ante una enorme diversidad de géneros discursivos y tipos de textos diferentes.

Y esta es la premisa menor:

Todo centro tiene un Proyecto Lingüístico de Centro, en algunos casos explícito y en muchos otros casos no explícito, latente e invisible.

Por el solo hecho de ser un paisaje comunicativo de alta intensidad (muchos interlocutores, muchos textos, mucha actividad comunicativa), todo centro educativo toma decisiones, de manera consciente o inconsciente, respecto a cómo se enseñan las lenguas, cómo se comunica en las (mal llamadas) áreas no-lingüísticas, qué tipo de productos textuales se crean, cómo se enseñan y cómo se evalúan. Es decir, todo centro tiene un Proyecto Lingüístico de Centro (PLC), que puede ser visible o invisible, y que tiene unos efectos determinados sobre el aprendizaje de sus estudiantes.

La pregunta profesional es, por tanto, si queremos hacer visible el PLC de nuestro centro (y, por tanto, si queremos revisarlo, potenciarlo y mejorarlo) o si preferimos que las múltiples decisiones que se toman cotidianamente (¿Hacemos exámenes orales a un niño disléxico?¿Cómo tratamos el error?¿Cómo se mejora la comprensión lectora de nuestros estudiantes?¿Qué relación existe entre las lenguas extranjeras presentes en el currículo?¿Cómo incide el desarrollo de la competencia comunicativa en la mejora del aprendizaje de los contenidos de las distintas áreas de conocimiento?) sigan siendo un espacio de individualidades, de improvisación, de ocurrencias o de irreflexión.

Obviamente, el diseño – o visibilización- de un PLC supone un esfuerzo por parte del centro educativo: hay que tomar conciencia de cuál es el nivel competencial de nuestro alumnado (y cuál queremos que sea) y de las dificultades a las cuales se enfrenta; es necesario analizar nuestro historial de actuaciones educativas para ver qué efecto han tenido en nuestros estudiantes; se requiere que se definan objetivos y actuaciones novedosas, y que estas sean evaluadas desde la perspectiva del aprendizaje de los estudiantes y del desarrollo de sus competencias. Sí, es un esfuerzo pero ¿no es acaso este recorrido el camino de nuestra propia profesionalidad?

Además, ese camino ya ha sido recorrido con anterioridad por muchos centros, además de haber sido descrito con cierto detalle. Solo en el caso concreto de Andalucía son ya doscientos sesenta y nueve (sí, 269) los centros que participan en el programa institucional de la Junta de Andalucía sobre el Proyecto Lingüístico de Centro. Fuera de ese programa, además, hay centros muy relevantes que también cuentan ya con un Proyecto Lingüístico de Centro explícito, como es el caso del IES Mirador del Genil, entre otros.

Por otro lado, desde la perspectiva de la descripción del camino, el SEPIE ha recuperado la guía para el diseño del PLC que tuve el honor de escribir hace algunos años junto con otros materiales de lectura interesantes, por lo cual te recomiendo que visites su web si estás interesado en el tema. Finalmente, por mi parte te ofrezco los siguientes textos por si quieres leer un poco más:

En todo caso, ¿sabes cuál creo que es la clave para el diseño del PLC? Pues una obviedad: estará mejor preparado para realizar este esfuerzo (cualquier esfuerzo) un centro que se constituya como Comunidad Profesional de Aprendizaje (1), como ya expliqué en esta entrada hace algunos años. Cuando los docentes se unen para trabajar juntos, asumiendo con humildad la importancia de seguir aprendiendo para realizar bien nuestro trabajo, las posibilidades de éxito aumentan. Como afirma John Hattie, no hay nada más efectivo que un centro en el cual los docentes asumen la actitud del aprendiz y están dispuestos a aprender permanentemente. Si se da esta circunstancia, no hay problema que se resista, no hay reto que no superemos.


Tuve la ocasión de presentar algunas ideas recientemente en el CRIF-Las Acacias (Madrid) ante un centenar de compañeros y compañeras que se habían reunido para hablar sobre Proyecto de Lenguas. Aquí os dejo mi presentación, con el agradecimiento a los asistentes a aquella sesión y a las instituciones que la organizaron:

(1) Curiosamente las siglas de Comunidad Profesional de Aprendizaje en inglés son también… PLC (Professional Learning Community). En fin, cosas del azar.

3 Comments

  • manelrives dice:

    ¿Y porque debemos considerar sólo muere en tu escrito y leído de grafías sobre papel blanco? Por qué no consideramos el cuerpo como otro elemento lingüístico a desarrollar.
    ¿por qué no entendemos que leer y escribir también es generar mensajes efectivos utilizando tecnologías Y otros elementos como el visual el plástico y el auditivo?
    Leer y escribir hace tiempo que ha dejado de ser la interpretación de la grafía sobre un papel pero que seguimos considerándolo «algo» aparte de comunicación lingüística.
    Y como es considerado así, los centros no es que tenga un PLC sobre esta cuestión de forma implícita, es que directamente no existe.
    ¿No es el 2016, casi 2017, el momento ya definitivo para incluirlo?

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