Santiago, o por qué rechazo el 3+2 para Magisterio

Conocí a Santiago en febrero de 2011, cuando cursaba su primer curso del Grado de Magisterio en Educación Primaria. Era delgado, pelo rizado, introvertido y sonriente. Pronto supe que era músico y que la mención de Educación Musical era su destino. Aquel era el primer año del nuevo Grado de Magisterio y muchos estudiantes aun se matricularon pensando que existían las antiguas especialidades en Educación Musical, Educación Física o Lenguas Extranjeras. No puedo garantizar que fuera el caso de Santiago, pero intuyo que sí.

Aquel primer año fui su profesor de Didáctica y le suspendí. No es fácil conseguir un suspenso conmigo, os lo garantizo. Hay muchas oportunidades de demostrar tu avance y utilizo diversos mecanismos de evaluación, incluidos un portafolios digital y un examen, para que cada estudiante pueda encontrar su manera de apropiarse de los contenidos de mi materia y de mostrar sus aprendizajes. Sin embargo, Santiago no lo consiguió y aunque nunca se lo dije, yo asumo la culpa: algo no debí hacer bien. Por otro lado, creo que en aquella época Santiago tampoco sabía ni quién era él mismo, ni qué quería ni qué podía conseguir.

Pero pasó el tiempo. En concreto cuatro años.

A lo largo de esos años Santiago realizó dos períodos extensos de prácticas en centros educativos y se enfrentó a sí mismo en múltiples materias, con mejores y peores resultados. En su último año en el grado me dio la sorpresa de pedirme a mí, que le había suspendido en primero, que fuera su tutor para el Trabajo Fin de Grado. El estudiante que me encontré estaba seguro de sí mismo, sabía lo que quería y fue capaz de realizar una interesante investigación sobre aprendizaje móvil y el uso de apps en Educación Musical que mereció la calificación máxima, un 10, por parte del tribunal.

Hoy Santiago estudia un máster en TIC en la Autónoma de Madrid y hace poco colgó una imagen suya en Instagram enseñando a estudiantes de primero del Grado de Magisterio qué es el PLE. Os garantizó que me emocionó verlo: esa fue mi primera clase con él.

He pensado mucho en Santi en estos días en los cuales se habla del modelo universitario en relación con el Real Decreto aprobado el pasado viernes día 29 de enero por el Consejo de Ministros. Según la información disponible en la web del Gobierno de España,

El Real Decreto establece que serán las propias universidades, dentro del marco de su autonomía, las que decidan qué Grados se pueden reducir a 180 créditos… La estructura actual de titulaciones universitarias únicamente permite realizar Grados de 240 créditos, pero con este Real Decreto se consigue una estructura más flexible de las titulaciones universitarias al establecer horquillas de entre 180 y 240 créditos que permitirán una formación multidisciplinar de los egresados, al permitir la utilización por parte de las universidades de múltiples combinaciones para configurar su oferta formativa, en función de las competencias a adquirir en cada titulación.

Esto significa que si la comunidad autónoma, que es quien controla los presupuestos, y las universidades lo deciden, una titulación pasará de los actuales 240 créditos (4 años) a 180 créditos (3 años).

¿Por qué he pensado en Santiago? He pensado en él porque creo que los cuatro años del Grado le han servido para madurar y encontrarse, para sufrir un desarrollo vital que ha hecho de él un adulto que ya sabe quién es (en la medida que lo sabemos los adultos, es decir, más o menos) y hacia dónde quiere ir. Creo que la estructura 4+1 ha sido beneficiosa para Santiago y para muchos de sus compañeros y compañeras.

Sin embargo, comencemos por el principio: el contenido de este Real Decreto ya se conocía. En una reunión que mantuvimos en mi facultad hace menos de un mes ya se daba por hecho el cambio e incluso ciertas decisiones en relación con la oferta formativa de los próximos años (en concreto el diseño de una titulación conjunta Educación Infantil-Educación Primaria) quedaron aparcadas a la espera de este cambio normativo.

Lo que más me inquieta es que en aquella reunión se daban por seguras dos ideas: la universidad (en su conjunto) va hacia un modelo 3+2 (tres años de grado y dos de máster) y Magisterio irá también hacia ese modelo. No me cuesta mucho entender las razones: una universidad infra-presupuestada estará encantada de reducir el número de años de grado y aumentar el más lucrativo máster al mismo tiempo que se «racionalizan» plantillas: ¿llegará el temido ERE en la universidad española con este cambio?¿Cuántos docentes a 32 créditos sobrarán si reducimos un año en cada Grado?¿Se habrán hecho las cuentas? O, en otro sentido, ¿podrán así los titulares y catedráticos dedicarse a las «Bellas Artes» del Máster mientras los contratados interinos (la figura de moda hoy en la universidad) se ocupa de los Grados? Puede ser, todo está por ver.

De todos modos, no aspiro a establecer que 4+1 es mejor que 3+2 para todas las titulaciones. No conozco el mapa de titulaciones con tanto detalle y no quiero pecar de pretencioso. Hablemos, por tanto, de Magisterio, que es la titulación donde trabajo.

¿Qué significa el modelo 3+2 en la práctica para el Grado de Magisterio? Pasar del 4+1 al 3+2 implica perder 60 créditos de la formación básica en Magisterio así que veamos posibilidades centrándonos en el Grado de Magisterio en Educación Primaria:

  • Reducir materias: esto podría ser interesante en la medida que conduzca a una racionalización del plan de estudios pero en la práctica implica una lucha de poder que suele caer del lado de los departamentos más poderosos (es decir, con mayor presencia en órganos de gobierno y, también, con  mayor tamaño y, por tanto, necesidades de «asignación de recursos»). En la universidad este tipo de reducciones no se suelen hacer pensando ni en el estudiante ni en la escuela, desafortunadamente. En todo caso, la reducción tendría que venir de la mano de un proceso serio de evaluación de la actual titulación y la posterior reflexión acerca del plan de estudios más adecuado.
  • Reducir las horas de Prácticum: un logro fundamental del 4+1 actual ha sido aumentar las horas de Prácticum de manera considerable, lo cual implica – no me cabe la menor duda – mejor formación para el futuro maestro. Reducirlo sería un error, una clara involución. Espero que ni siquiera se plantee pero me temo lo peor.
  • Reducir las menciones (es decir, el reducto de las antiguas especialidades) en el caso de Educación Primaria: la tendencia es hacia la formación de undocente generalista (que yo no acabo de saber qué significa, pues a veces creo que quieren decir «quien enseña a leer, escribir y contar») y veo con claridad el movimiento hacia los másteres de especialidad. En este sentido, habrámuchos compañeros y compañeras de las «didácticas específicas» que encontrarán este movimiento muy razonable pues las menciones (un simple cuatrimestre en mi universidad) no han satisfecho sus expectativas. Sin embargo, para mí la involución es también clara.
    • Hace ¡cuatro cursos y medio! decidimos cambiar la Diplomatura de Magisterio de 3 años por el Grado de 4 años porque entendíamos que era insuficiente para formar a un docente aunque, sin embargo, permitía al estudiante una especialización razonable dentro del marco de la diplomatura; ahora tenemos un modelo de 4 años que ha arrinconado la especialización en beneficio del maestro generalista, justo cuando necesitamos docentes bien preparados en idiomas, TIC, Educación Artística y Física, etc. ¿Y cuál es la solución?¿Evaluar el plan de estudios y ajustarlo a la realidad de la escuela? Pues no creo: imagino que se reducirá el grado ahondando en el «maestro generalista» (sic) y se dejará a las familias sufragar el gasto de la especialización con dos años de máster, retrasando así – por seguir la lógica utilizada por el Ministerio – la llegada al mercado laboral de estos «especialistas».

¿Y en Educación Infantil? Ahí no hay menciones que atajar así que me temo que la solución vendrá o bien por la reducción de materias o por la reducción de horas de Prácticum, así que se aplican los razonamientos anteriores aunque me pregunto si se podría mantener Educación Infantil en 4+1 y Primaria en 3+2: ¿sería tan absurdo?

Obviamente, todo esto son conjeturas y no solo puedo equivocarme sino que espero equivocarme. Creo que Magisterio (tanto Educación Infantil como Educación Primaria) necesita cuatro años de formación para gozar de un buen período de prácticas y para elaborar un buen TFG (una tarea de la cual yo desconfiaba pero que disfruté el año pasado, tanto dirigiendo como participando en tribunales de evaluación). Así mismo, creo que es necesario revisar críticamente el plan de estudios de Magisterio dando mayor presencia a los idiomas, las TIC y las didácticas específicas y, si esto fuera posible en la universidad, aumentando el nivel de coordinación entre materias y cursos. Creo que un modelo 3+2 generará una formación inicial empobrecida de los futuros maestros y maestras y encarecerá la formación especializada innecesariamente.

Pienso en Santiago. Pienso en mis alumnas y alumnos en la Facultad de Educación de Ceuta. A partir del lunes empezaremos a hablar, estoy seguro, del 3+2 y desde un lugar y otro intentarán convencernos de que es mejor que el 4+1; yo, mientras tanto, me preguntaré si piensan en los estudiantes o si piensan en los presupuestos o la asignación de recursos de los departamentos. Si me pregunta a mí, ya saben cuál es mi opinión: evaluemos y revisemos el plan de estudios y mantengamos el 4+1 pero ofreciendo una formación de calidad; o, en todo caso, cambiemos al 3+2 solo si tenemos buenas razones que nos hagan pensar en una mejor formación del maestro y la maestra de Educación Infantil y Primaria.

Si me preguntas tú, que lees este blog, si soy optimista, te diré que no. Creo que ya se ha decidido a priori que el 5 es la suma de 3+2, tanto si esto es positivo como si no lo es, y no habrá forma de hacerles cambiar de opinión. Veremos.

Imagen: Stephen

13 Comments

  • José Manuel Calvente dice:

    No puedo estar más de acuerdo con usted. Sin lugar a dudas, este nuevo sistema traerá como dice una formación empobrecida para los futuros docentes.
    Le confieso que al igual que advierte sobre su alumno Santiago, así me encontraba yo también en su mismo año, sin embargo hoy estoy más que seguro de que desde las facultades de Educación -y concretamente desde el Grado de Ed. Primaria, que es el que he tenido la suerte de poder vivir- se necesitan esos 4 años de formación, con su completo practicum y, sobre todo, su Trabajo Fin de Grado (TFG) que hace reflexionar y con ello madurar sobre la necesidad del cambiar en la Educación.

    • ftsaez dice:

      Gracias, José Manuel, por tu comentario. Me complace que estemos de acuerdo y ratificar que mis percepciones coinciden con las tuyas.
      Salud

  • Rubén González Mayoral dice:

    Hola Fernando:
    Me ha gustado tu comentario y deseo mostrar mi acuerdo con tu visión general. Solo un par de apreciaciones; no se como ocurrirá por Granada pero por Castilla y León sí disponemos ya de menciones en Infantil, por ponerte un ejemplo la mención Ingles es de las más demandadas. Por mi parte veo muy coherente lo del 4+1, personalmente soy de 3+2+1 (maestro+psicopepadogo+master); sin embargo para mi modo de entender el asunto, el gran problema que tiene el ministerio es económico y, para afrontarle, quiere darse por lo menos tiempo. Pensemos que una de las diferencias entre primaria y secundaria es el acceso con tres o cinco años de carrera, actualmente todos entrarían con cuatro, pero el sueldo y las horas lectivas cambian mucho de una etapa a otra.
    Con todo lo expuesto, sigo manteniendo que el 4+1 es hoy por hoy una buena opción.

  • S dice:

    Y educación social, amigo Fernando???

    • ftsaez dice:

      Pues Educación Social, como Teruel, también existe pero como no doy clases en esa titulación y no tengo datos de primera mano pues no he querido incluirla. En fin, no es mala fe hacia una titulación que aprecio y valoro sino pura ignorancia mía acerca de la casuística particular del grado. Espero que me perdones por no querer hablar de lo que no sé.

      Salud

  • jjmelgarejo dice:

    Como siempre, Fernando, tan certero en tus análisis de la realidad educativa.
    Estoy de acuerdo contigo, mi trabajo en la tesis sobre los Procesos tutoriales del Practicum de Diplomatura de Magisterio en la UJA, viene a ratificar y darte la razón en todo lo que expones.
    Hicimos un estudio, con un muestreo bastante representativo, donde Tutores de los colegios, Estudiantes de Magisterio, Supervisores de la Universidad y los Maestros egresados que aprobaron las oposiones en 2011 y que estudiaron con el Magisterio de 3 años, coincidían. El Practicum de la Diplomatura en la UJA no tenía la calidad suficiente que se requiere, para desarrollar el trabajo profesional en el aula, así de contundente.
    Además, no tiene ningún sentido, ni rigor científico, profesional, didáctico, económico… que justifique el volver a cambiar al sistema anterior, sin haber dado la posibilidad de desarrollar y evaluar el que está empezando a ponerse en práctica.
    Pienso que si queremos unos docentes bien formados y cualificados, debemos tener tiempo (más créditos) para desarrollar esas compentencias profesionales, con asignaturas de didácticas renovadas y adecuadas a los tiempos (S.XXI) y un Practicum diferente para poderlas llevar y aplicar en el aula.

    Un abrazo.

  • Santiago Lozano dice:

    Hola Fernando,

    En primer lugar me ha gustado mucho la entrada y estoy muy de acuerdo, te doy la enhorabuena. Como estudiante del grado puedo decir que 4 años son necesarios para dignificar la carrera y dejar de tenerla como una «María», pero siendo más profundo me gustaría llegar a otra reflexión.

    Lo importante que se debe debatir no creo que deba ser la cantidad de años, si no la calidad de estos. Si yo pudiese eliminar los profesores y asignaturas que no me aportaron nada ni bueno ni malo quizás podría dejar la carrera en 2 años, en cambio si yo eligiese a profesores que he podido conocer fuera de la universidad para que me diesen clase estaría mucho más de 4 años…

    Quizás este sea otro tema a debatir, docentes profesionales con didácticas e ideas acordes con los tiempos y las necesidades que corren.

    Todo este tipo de reformas educativas también me hace pensar que seguimos teniendo cada vez personas más cualificadas (lo cual es bueno), pero también con menos salidas laborales (lo que es bastante malo). Parece una medida desesperada para que los que acaban la carrera a los 3 años se sientan más obligados a hacer un máster para acabar los estudios, reteniendo a los estudiantes más tiempo en la universidad y no en la cola del paro y de paso ganan con la recaudación de tasas de máster…

    Sin ninguna duda el maestro necesita, al menos, esos 4 años…

  • rbatlle dice:

    Hola, Fernando, clarísimo todo, muchas gracias. Además, enfocas algunas consecuencias en las que yo no había caído. Voy a circular tu reflexión, porque creo que es utilísima.

  • Ruth dice:

    Hola a todos, ¿y no sería más viable, tanto cultural como económicamente hablando volver a las diplomaturas de magisterio de antes? Me explico: especialidades en carreras individuales:
    – Educación Infantil
    – Educación Primaria
    – Educación Especial…
    Y así sucesivamente, creo en mi modesta opinión que las especialidades que ahora se cursan como menciones pobres
    en cantidad de contenidos, por tan solo tener un curso de duración, deberían volver a ser carreras independientes, es decir, de esta manera seria cursar en lugar de carrera de 3 años (ej. Ed. Infantil) + máster de 2 (Ed. Educación Especial), pasaría a ser carrera de 3 años (Ed. Infantil) + carrera de 3 años como forma de especializarse (Ed. Especial) como forma de recuperar contenidos perdidos y aún ganaríamos un año más de aprendizaje, además de ahorrarnos costes por el alivio de poder prescindir del Máster, como ya he dicho, en sustitución por la carrera especializadora. Saludos docentes.

    • ftsaez dice:

      Es, sin duda, un tema complejo. En todo caso, reitero mi opinión: prefiero el 4+1 pero revisando el plan de estudios actual para solucionar, entre otros problemas, la pobreza de las menciones que comentas.
      Saludos

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