La universidad como factor de resiliencia territorial: reflexiones sobre Ceuta en la UGR

[Esta entrada ha sido publicada originalmente en la web de Pilar Aranda, candidata a rectora de la Universidad de Granada. Agradezco a Pilar y a mi amigo Esteban Romero la oportunidad de pensar y escribir sobre la UGR y su relación con Ceuta.]

Dos cuestiones me preocupan desde hace algún tiempo y quisiera hoy compartirlas aquí. Por un lado, nuestro país ha vivido (o está viviendo) una devastadora crisis económica que ha hundido a individuos y familias, ha resquebrajado los cimientos de instituciones centenarias y ha quebrado los principios del Estado del Bienestar. Por otro lado, surgen voces que dibujan una imagen de universidad parasitaria de una sociedad empobrecida o incluso políticos que, como consecuencia de la primera cuestión, plantean directa y falazmente que la universidad pública no es sostenible.

Intentado comprender este problema leo el artículo publicado en El País con el título «Siete años de recesión dibujan una España resistente y una perdedora«, que se hace eco de la publicación de Ricardo Méndez, Luis D. Abad y Carlos Echaves titulada «Atlas de la crisis. Impactos socioeconómicos y territorios vulnerables en España«.  No todos los territorios han soportado igual la crisis ni todos parecen estar en las mismas condiciones para reinventarse a la salida de esta.

Y aquí es donde aparece la universidad. La resiliencia territorial se basa en la idea de que un territorio resiliente tiene una alta capacidad para soportar presiones externas adversas, reorganizarse y aprender para el futuro de tal forma que futuras crisis tengan un efecto mínimo sobre el territorio, su población y sus recursos. En mi opinión, la universidad y sus gentes pueden ser un factor clave para la resiliencia territorial, formando parte de las redes de innovación que permiten a un territorio aprender y reorganizarse eficazmente.

Ahora, situemos el debate. Puesto que yo soy profesor en la Universidad de Granada, podríamos aplicar a esta universidad la reflexión que aquí estamos realizando. Es decir, podríamos preguntarnos si Granada es un territorio resiliente y si la Universidad de Granada ha sido un factor de resiliencia en su territorio. Sin embargo, lo cierto es que, aunque yo soy profesor de la UGR, no trabajo en Granada: yo trabajo en Ceuta.

En muchas ocasiones he tenido que explicar cómo y por qué el Campus de Ceuta (como el de Melilla) forma parte de la Universidad de Granada. He tenido que explicar que tenemos ya más de 75 años de historia, más que muchas facultades de Granada. He tenido que describir como en los dieciocho años que llevo en Ceuta hemos pasado de ser una pequeña «Escuela Universitaria de Formación del Profesorado» a un Campus con cuatro áreas de conocimiento con un alto potencial innovador (Educación, Economía, Tecnología y Salud). He tenido que hacer ver que docencia e investigación se realizan en Ceuta con la misma normalidad que en cualquier otro campus – aunque normalmente en condiciones más complejas que en la propia Granada y que estas condiciones se suelen superar con buenas dosis de esfuerzo e implicación personal.

Así pues, somos un Campus de la UGR a muchos kilómetros de su sede central y en una ciudad en otro continente pero orgullosos de estar ahí y, además, con una fuerte conciencia de ser necesarios en el territorio.

Recupero ahora las dos preguntas que antes dejé pendiente: ¿es Ceuta un territorio resiliente?¿Ha sido la Universidad de Granada – y su Campus en Ceuta – un factor de resiliencia?

Ceuta es una ciudad compleja. Si leemos las noticias sobre Ceuta en la prensa nacional, su imagen pública está ligada a algunos de los problemas que más preocupan a la sociedad española. Si revisamos su tasa de fracaso escolar o de desempleo juvenil, no cabría lugar para la satisfacción, y si atendemos al volumen comercial en la frontera con Marruecos, descubrimos ahí su principal fuente de negocio. Sin embargo, si leemos la prensa local, descubrimos a una ciudad viva, plurilingüe, esforzada en la convivencia cotidiana y en la búsqueda de soluciones para un territorio complejo.

En este contexto, el Campus en Ceuta de la Universidad de Granada tiene un papel importante que jugar en su territorio. No hay opciones: necesitamos el conocimiento para construir el siglo XXI y la salida de la crisis va de la mano del conocimiento. En Ceuta, donde los recursos son escasos pero las necesidades son muchas, variadas y complejas, la universidad tiene que tener una presencia importante: la universidad ha de ser un factor de resiliencia.

En este sentido, la Universidad de Granada tiene un compromiso con Ceuta en la misma medida que Ceuta tiene un compromiso con la Universidad de Granada. Tanto la ciudad como la UGR han de demostrar su corresponsabilidad ofreciendo ambas lo mejor de sí mismas en beneficio del territorio y sus gentes.

Así pues, por un lado, me pregunto qué puede ofrecer Ceuta a la UGR y creo que podríamos hablar de cuatro líneas de actuación:

  • La posibilidad de diseñar titulaciones novedosas asentadas sobre la peculiar estructura del campus, que engloba Educación, Economía, Tecnología y Salud: el desarrollo de Ceuta podría ser muy innovador si se estimulan las conexiones entre las titulaciones y los departamentos presentes en el Campus, especialmente en relación con postgrados que satisfagan necesidades de manera innovadora (Educación para la Salud, Educación y Tecnología, Emprendimiento Tecnológico, etc.).
  • La posibilidad de ofrecer líneas de investigación de gran valor social en un contexto territorial muy específico (cooperación, migraciones, interculturalidad, contacto de lenguas, etc.) en combinación con compañeros y compañeras de la UGR o de otras universidades.
  • Unas instalaciones de calidad para ampliar la oferta formativa y de espacios culturales (o de co-working) de la ciudad a través de la firma de convenios de colaboración entre la UGR y la Ciudad Autónoma.
  • Unas relaciones con las instituciones de la Ciudad Autónoma fluidas, basadas en la confianza y en el respeto mutuo, que garantizan las posibilidades de diálogo y de creación de redes locales que promuevan la resiliencia territorial.

Por otro lado, podríamos plantearnos qué puede esperar Ceuta de la UGR, en paralelo con las líneas esbozadas anteriormente, y me centraré en tres cuestiones interrelacionadas:

  • Autonomía del Campus de Ceuta y presencia en laUGR a través de sus órganos de gobierno:
    • Autonomía y presencia son dos condiciones complementarias que garantizan, por un lado, dar respuesta a los retos que el territorio plantea a la universidad y, por otro lado, rendir cuentas ante la universidad y participar en los procesos de toma de decisiones desde la responsabilidad y el compromiso.
    • En este sentido, de igual forma que no se puede plantear el desarrollo de la UGR sin unas buenas relaciones con el Ayuntamiento de Granada, la Diputación Provincial o la Junta de Andalucía, la presencia de la UGR en Ceuta obliga a esta a mantener una relación constante, fluida y de cooperación con la Ciudad Autónoma de Ceuta y el Ministerio de Educación.
  • Una apuesta decidida por el desarrollo de la Educación Superior en Ceuta tomando en consideración las necesidades del territorio:
    • Ceuta tiene capacidad para contribuir a la oferta formativa de la UGR tanto en grados (dobles titulaciones o grados on-line) como en postgrados pero desde la UGR se debe facilitar que, considerando las peculiaridades de Ceuta, se pueda realizar esta oferta formativa solventando los problemas que puedan existir, especialmente en relación con el postgrado.
    • Apostar por la virtualización sería también conveniente pues permitiría al profesorado ceutí ofertar su trabajo más allá de los límites espaciales de Ceuta. En este sentido un plan específico de digitalización para Ceuta podría abrir posibilidades muy interesantes para el futuro del Campus de Ceuta (o Melilla, obviamente).
    • Crear estructuras estables de apoyo a la investigación y para la divulgación científica en el Campus de Ceuta permitirá no solo dar consistencia a la oferta de Educación Superior en Ceuta sino fomentar vías de transferencia del conocimiento desde la universidad a otros sectores del territorio.
  • Unos servicios relativamente análogos a los que ofrece laUGR en Granada: la universidad no son solo aulas y despachos y, en concreto, en Ceuta laUGR no ofrece
    • servicios deportivos,
    • servicios de apoyo a la investigación y la transferencia de resultados,
    • servicios de apoyo a la docencia o
    • servicios de acción social.

En definitiva, la universidad en territorios resilientes ha de ser una universidad no sólo abierta a su entorno sino preocupada por él y con disposición a intervenir con prácticas innovadoras en los diversos ámbitos que la actividad universitaria abarca. No puede ser una universidad encerrada en sus problemas ni cegada por sus propias dinámicas.

Obviamente, esto implica un replanteamiento en profundidad de nuestra práctica educativa (permítanme aquí que no distinga docencia e investigación sino que las incluya en la palabra genérica «educación»). Recientemente leía en el blog de TeamLabs la siguiente reflexión acerca de los límites (y el futuro) de la universidad:

Si los objetivos se centran en el aprendizaje real y efectivo, surgen oportunidades de modelos realmente innovadores. La clave esta en pasar de un sistema que evoluciona en base a grandes políticas públicas y macro-inversiones a otro en que los proyectos educativos son más próximos en su modelo de desarrollo a una startup en que debe buscar el valor real que aporta a los estudiantes y que tiene la flexibilidad para poder escalar innovando de modo continuo.

«Valor real», «flexibilidad», «innovación continua» son algunos de los términos que definen la universidad en territorios resilientes y realmente pensar en el Campus de Ceuta como una startup innovadora me parece una muy buena metáfora para construir el futuro, tanto de Ceuta como de la UGR en Ceuta – incluso de la UGR en general.

Imagen: Open hand raised via Shutterstock

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