Juegos de mesa: posibilidades en educación (y aprendizaje de lenguas)

Recientemente conocí la web ¿Jugamos una? por mediación de mi amigo Fran Herrera. En concreto, Fran difundió a través de Facebook y Twitter una entrada del blog de ¿Jugamos una? titulada “12 juegos de mesa para llevar encima”. Me llamó la atención el título y al leer la entrada me di cuenta de que no conocía ninguno de los juegos de mesa que presentaba y que, sin embargo, muchos podían ser muy interesantes en un contexto educativo y, especialmente, en el ámbito del aprendizaje de lenguas.

Sin más dilación, quedé con los amigos de ¿Jugamos una?, que a la sazón tiene su sede en Sevilla, para hacerles una entrevista y que me explicaran su visión respecto al potencial de los juegos de mesa en educación y aprendizaje de lenguas.

Julián (@quatermain) y Luis, granadino y gaditano respectivamente, se conocieron en una asociación de juegos de mesa así que para ellos esto es algo más que un trabajo: es su afición (¿o podríamos decir “su modo de vida” para abarcar ocio y negocio?). Hablar con ellos es sentir su pasión por los juegos de mesa, que es lo mismo que decir su pasión por el encuentro entre amigos, los retos mentales, el lenguaje, la cooperación/competitividad y muchos otros valores presentes en estos juegos.

Nuestra conversación comenzó con dos precisiones: Julián y Luis quieren en todo momento demostrar que “esto de los juegos de mesa” no es una cosa de frikis enganchados a los juegos de rol (con perdón para los “frikis enganchados a los juegos de rol”). Más bien, su actitud (y su página web) transmiten la idea de que los juegos de mesa son atractivos para cualquier tipo de persona y cualquier edad (“especialmente entre los 8 y los 99 años”, precisa Julián).

Es más, ambos me plantearon que ellos ven los juegos de mesa como un recurso más que debería estar a disposición de ciudadanos y estudiantes en una biblioteca del siglo XXI. Aportaron diversas razones para ello, que yo comparto plenamente:

  • Podemos encontrar juegos que contienen un claro componente cultural, valioso para la escuela, como por ejemplo los “juegos literarios” como El Principito, 10 negritos, Carcassonne o Alí, entre otros.
  • Muchos juegos promueven el desarrollo cognitivo de los jugadores y algunos factores como la cooperación intragrupal o la competitividad intergrupal.
  • Existen juegos con un importante valor educativo, como Timeline, que podría integrarse en una secuencia didáctica donde trabajemos las “líneas del tiempo” en diversos planos: dibujadas, digitales (con Dipity o TimeToast), con cartas (como en Timeline) o incluso humanas, como en un proyecto que ayudamos a diseñar hace algún tiempo en Barbate.
  • Muchos juegos pueden ser fácilmente adaptados para la escuela y con fines educativos.
  • El precio de estos juegos en muchos casos no supera los veinte euros (y puedo garantizar que son productos bien diseñados, y muy hermosos en muchos casos).

A partir de esta reflexión inicial, los amigos de ¿Jugamos una? me mostraron una selección de juegos que habían elegido de manera específica, a petición mía, por su valor para la educación y el aprendizaje de lenguas. Estos son los que me mostraron:

  • Dixit y Jinx (recomiendo este último, más portátil y asequible): dos juegos similares en los cuales es necesario relacionar una imagen con una descripción, pero de tal forma que ni sea fácilmente reconocible ni tampoco imposible de adivinar.FullSizeRender
  • Érase una vez…: un hermoso juego de cartas para estimular el storytelling con un componente competitivo. Propp habría estado orgulloso de este juego.FullSizeRender_1
  • Gloom: es una versión “humor negro” del Érase una vez… Puede ser muy divertido con adultos para trabajar el storytelling grotesco. En la misma línea podríamos encontrar las cartas de Black Stories.
  • Alibi («Coartada»): unos sospechosos son acusados de un crimen, tienen que montar su coartada y defenderla en un interrogatorio con la policía. Este juego, un clásico en enseñanza de lenguas extranjeras, puede servir para usar tiempos verbales de pasado en contextos más o menos simpáticos 😉
  • Fakes: un grupo de amigos se reúne a contar anécdotas pero se ha colado un mentiroso y hay que descubrirlo.
  • Alí: los tesoros de la cueva de Alí Babá y los cuarenta ladrones han quedado al descubierto y si eres capaz de recordarlos, te los llevas.

Quizás la mejor manera de apreciar el valor de estos juegos es jugar a ellos así que Julián y Luis me invitaron a echar unas partidas con algunos de sus juegos.

  • Empezamos con Letra a letra, un juego de lectura rápida (y circular) divertido pero exigente, para «decodificadores» muy veloces.Letra a letra
  • Me gustó mucho Djam, un Scattegories de bolsillo que se puede adaptar a de diversas maneras a través del uso de los datos y el listado de temas.Djam
  • On the top es un juego multilingüe (español, inglés y francés) que consiste en un listado de “características personales” y los jugadores deben acertar (o decidir) con quien encajan mejor cada uno de los rasgos que aparecen en las tarjetas de juego.
  • Finalmente, Dobble es un rápido juego de reconocimiento visual idóneo para partidas rápidas (y según me cuentan Julián y Luis, es además el superventas del momento).

En el tintero (o para próximas partidas) quedaron los juegos de cartas con planteamientos cooperativos (La Isla Prohibida, Rescate, Pandemia, entre otros) o los juegos “semi-cooperativos” como La Resistencia o Saboteur (es decir, juegos que platean cooperación intragrupal y competitividad intergrupal). Ambas categorías de juego pueden ser muy interesantes en clases de lenguas a partir de un nivel B1 – o en tutorías con pequeños grupos.

Si me gustaría incluir en esta entrada-reseña uno de mis juegos favoritos: Story Cubes. Los «dados narrativos» es uno de mis recursos favoritos no sólo para la clase sino para reuniones con amigos a los que les guste jugar y contar historias – y también es uno de los juegos favoritos de mis hijos 😉 Su uso no puede ser más sencillo: tira los dados y ¡cuenta una historia!

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En definitiva, los juegos de mesa tienen un enorme potencial educativo, y de manera especial en enseñanza de lenguas. Sus aportaciones van desde lo léxico hasta la argumentación, desde la decodificación lectora hasta la narración de cuentos. Habrá, por tanto, que seguir pensando y trabajando en esta línea – ¡vaya, habrá que seguir jugando!

PS. Quiero dar las gracias a Julián y Luis, de ¿Jugamos una?, que tan generosamente me brindaron no sólo su conocimiento y experiencia sino su pasión por los juegos de mesa y su sentido del humor. En este sentido, no puedo finalizar la entrada sin recomendaros sus talleres o sin animaros a adquirir en su web estos recursos educativos especiales que ellos llaman juegos de mesa. Estoy seguro de que la experiencia, en ambos casos, será completamente satisfactoria.

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