Jubilación


Ayer se jubiló el mejor amigo de mi padre. Una vida entera dedicada al trabajo se ha cerrado sin fuegos artificiales ni concurridas comidas de empresa: sólo el sencillo gesto de no ir el lunes a trabajar marcará la nueva vida.

Hombre bueno, ahora dispones de tu tiempo sin mirar el reloj ni el calendario y desde aquí yo te deseo felicidad y paz, tanta como has repartido y repartes a todos a lo largo de tu vida.


Se despide del trabajo la generación de hombres y mujeres que han construido nuestra democracia, nuestro estado de bienestar y nuestras libertades con su trabajo callado y diario, con su esfuerzo humilde, con un sentido de la convivencia que trasciende los partidos y sus disputas. Aún tienen mucho que decir y mucho que enseñarnos pues son una parte esencial de nuestra sociedad.

Pronto empezaré a trabajar con los centros de Educación Permanente del Campo de Gibraltar. En la reunión que mantuvimos con las directoras y directores de los centros nos dijeron que los «centros de adultos» tienen mucho que hacer y que decir en nuestro sistema educativo y en nuestra sociedad, aunque cuentan con muy pocos recursos y todavía menos atención por parte de los responsables políticos y los especialistas en educación. Se quejaban de la escasez de ordenadores, de los problemas de espacio, de las dificultades para la formación permanente del profesorado, de la falta de un tejido social que los apoye y en el cual se puedan insertar sus alumnos y alumnas. Por contra, me hablaban de proyectos de empresa, de lectoescritura y de alfabetización digital, de animación sociocultural, de enseñanza de idiomas.

Tenemos una deuda pendiente con «nuestros adultos»: luchar por una Educación Permanente que esté al nivel de sus inquietudes, necesidades e intereses.

Salud

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