Cultura, comunicación y lenguaje

La cultura está de moda. Hablamos de ella sin parar: que si esta persona tiene o no tiene cultura, que si se realiza una actividad cultural en tal local, que si eso lo hacen porque así es su cultura, etc. Gustavo Bueno, en su libro El mito de la cultura, explica precisamente el éxito del término por su ambigüedad y polisemia.

Ciertamente, «cultura» es un término cargado de significado, sólo es necesario un paseo – siempre recomendable – por la Wikipedia. Por ello, en lugar de buscar definiciones esenciales y definitivas, es más recomendable disponer de una definición operativa, suficientemente satisfactoria para la investigación y la educación.

Así, hemos optado por entender la cultura como un juego de significaciones, suficientemente compartido entre los miembros de una comunidad, presupuesto y con fuerza interpretativa y directiva. Los modelos culturales, patrones de interpretación y actuación, establecen, por ejemplo, cómo debemos comportarnos en una situación escolar dentro del aula – y también cómo es posible alterar esos mismos patrones para salir de los límites impuesto por la cultura.

Pero las culturas tienen muchos otros rasgos que merecen nuestra atención: son dinámicas – y por tanto difíciles de detener para el estudio- y relacionales – y por tanto creadas, gestionadas, mantenidas y modificadas por medio de la comunicación-, están dominadas por núcleos de poder de cuya cercanía depende nuestra participación en esa cultura, no son directamente transmisibles, no presentan límites definidos,…

Además, cualquier grupo, para su propia existencia y funcionamiento social, genera una cultura. No podemos limitarnos a la «cultura nacional», la «cultura religiosa» o la «cultura étnica» como los grandes paradigmas culturales, sino que podemos hablar de «culturas generacionales», «culturas laborales», «culturas de ocio», etc. Es más, cuanto mayor es el grupo que estudiamos, mayores medios han de utilizarse para el mantenimiento de la cultura de ese grupo: de ahí la influencia – o la necesidad – de los medios de comunicación para la gestión de la «cultura nacional».

Entre mis lecturas favoritas en este tema están Clifford Geertz, Max Weber, Roy D’Andrade, Claudia Strauss y Naomi Quinn o Zygmunt Bauman, entre otros.

En fin, de estos y otros temas estuvimos ayer hablando en el curso de doctorado «Cultura, comunicación y lengua: reflexiones en un entorno educativo multicultural«. Y estas reflexiones, y algunas otras, están recogidas en el libro «Cultura, comunicación y lengua: reflexiones para la enseñanza de la lengua en contextos multiculturales«, publicado a principios de año por la editorial Octaedro.

Saludos

1 Comment

  • BUENAS RECOMENDACIONES, ADEMAS HACE FALTA MENCIONAR QUE CUANDO NOS CONECTAMOS CON ALGUN HUMANO DEL CUAL DESCONOCEMOS SU CONTEXTO HISTORICO, LA NECESIDAD DE COMUNICACION NOS LLEVA A INTENTAR COMPAGINAR NUESTRAS CULTURAS PARA EL ENTENDIMIENTO MUTUO, DE AHI LA CREACION DE UN CODIGO A VECES UNICO E INDEPENDIENTE, INVENCION DE PUNTOS COMUNES EN DONDE PUEDAN INDENTIFICARSE… SALUDOS Y MUY BUENA VIBRA.

    KOYOTE

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