Carta a un docente sobre PISA: notas para la reflexión

Querida amiga, querido amigo:

Nuestra cita periódica con PISA ha llegado. Durante unos días los medios de comunicación prestarán una atención extraordinaria a la Educación y nuestros representantes políticos aparecerán en televisiones, radios, prensa escrita y redes sociales para bendecir sus políticas y justificar sus deficiencias. No te preocupes: afortunadamente la presión habrá pasado en unos días y todo volverá, aparentemente, a su cauce.

Obviamente, cuando digo que todo volverá a la normalidad me refiero a la presión mediática. Con el paso de los días desaparecerán los titulares dedicados a la Educación y volveremos a nuestra ración habitual de escándalos, sucesos y deporte a la que ya empezamos a estar acostumbrados.

Sin embargo, cuando la prensa ya no hable de nosotros permanecerá en el inconsciente colectivo esa cantinela según la cual unos están en la élite y otros en el furgón de cola, unos han subido como cohetes y otros permanecen estancados secularmente. Esa información, como una lluvia pertinaz, será más duradera porque los políticos la usarán durante años, hasta la próxima prueba, cada vez que les interese y reforzará una imagen distorsionada y simplista de la realidad.

Por mí parte hoy quería decirte que haces bien en leer la información que aparece en los medios de comunicación sobre PISA pero también quiero pedirte que practiques la sospecha como estrategia de lectura. El reduccionismo que practican los medios de comunicación lleva los datos de PISA hasta el absurdo y tú, como profesional, no debes instalarte en el absurdo informativo si no quieres confundirte también tarde o temprano.

Desafortunadamente, leer PISA es una tarea dificultosa. Hay muchos datos y su manejo es complicado, en muchos casos exclusivo para especialistas no ya en Educación sino en Estadística. No es fácil tener una opinión personal más allá de los informes oficiales o sus versiones reducidas en los medios de comunicación, aunque cada edición de PISA la OCDE intenta ofrecer – más o menos- mejores herramientas de visualización de datos.

Podemos empezar por saber qué mide PISA. PISA no está vinculado, en principio, con ningún currículo nacional de los países de la OCDE y, por tanto, no pretende medir el conocimiento generado a partir de la experiencia escolar. Digo «en principio» porque es evidente que, por un lado, PISA evalúa competencias que se generan normalmente a partir de una experiencia formal de aprendizaje (por ejemplo, la lectura) y porque, por otro lado, PISA ha tenido un impacto en los currículos nacionales; en el caso español, la influencia más clara del marco teórico de PISA tiene lugar en el currículo de la materia «Lengua castellana y literatura» en relación, precisamente, con la lectura y esta influencia ha sido puesta de manifiesto en distintas publicaciones (véase, así, Felipe Zayas, 2012).

Sin embargo, hay un impacto mucho más claro y que quizás tú, que estás día a día en tu centro educativo, puedas constatar.

Me refiero a que la explicación de los supuestos milagros PISA puede estar relacionada con una modificación relevante de las situaciones de aprendizaje que se crean en un centro. Pongamos un caso hipotético, y tú ya me dirás si conoces algo parecido: si una comunidad autónoma quiere mejorar sus resultados en PISA solo tiene que utilizar la evaluación de diagnóstico que desde la LOE aparece en nuestra normativa para crear un ranking, opción que no estaba permitida en la LOE pero que la LOMCE sí permitió; al crear esta situación competitiva los centros pueden querer aspirar a aparecer bien situados en ese ranking y, por tanto, a modificar su enseñanza – aunque sea puntualmente – para acercarla a los requisitos exigidos en las pruebas de diagnóstico, que serán convenientemente liberadas para que los centros que así lo deseen puedan entrenar a sus estudiantes con pruebas similares a las que se utilizarán en la evaluación de diagnóstico, y que habrán sido previamente ajustadas a la tipología de pruebas que se utilizan en PISA.

Gordon Stobart lo explica como el principio de la prepotencia administrativa:

cuánto más administrativa sea la finalidad de una evaluación, más relevante será su papel.

En el caso de la evaluación de diagnóstico en ciertas comunidades, esta cobra relevancia al construir la comunidad autónoma un ranking público pues este tiene un impacto claro en el interés de las familias por los centros y la matriculación de estudiantes en clave de mercado. De esa forma, al ganar relevancia la evaluación de diagnóstico y sus resultados, PISA cobra inmediatamente relevancia en el día a día de los centros de determinadas comunidades autónomas. Es más, con esta estrategia los resultados en PISA de una comunidad autónoma mejorarán en el período que la OCDE concede entre prueba y prueba incluso si esta comunidad autónoma deja de hacer políticas educativas de amplio espectro (por ejemplo, políticas educativas vinculadas con lectura o con bibliotecas escolares). Es decir, la comunidad autónoma obtendrá mejores resultados en PISA invirtiendo menos en Educación.

Esta situación puede estar ocurriendo en nuestro país, y en muchos otros, obviamente. No hace falta que te explique si ocurre o no en tu comunidad autónoma. Tú sabrás mejor que nadie cómo se usa y se hace la evaluación de diagnóstico, cómo se utilizan los resultados, qué políticas educativas está realizando tu comunidad autónoma y, finalmente, cuáles han sido los resultados de tu comunidad autónoma en PISA (o si ha habido cambios significativos en los últimos años).

Sin embargo, el objetivo del sistema educativo no es tener buenos resultados en PISA (como así se establecía en la LOMCE en sus primeras versiones, no lo olvidemos). Nuestro objetivo es la formación integral de la persona, considerando no solamente su faceta cognitiva sino también social, emocional y física. En Educación trabajamos para educar seres humanos, no para hacer competitivas nuestras economías. El objetivo del sistema educativo viene establecido en la ley y en el currículo y ambos trascienden la limitada – aunque poderosa – capacidad evaluadora de PISA. Si no fuera así, podríamos olvidarnos de la oralidad, por ejemplo, en beneficio de la lectura simplemente porque PISA no puede – por una cuestión presupuestaria – evaluar la oralidad. ¿Imaginas semejante despropósito? Mejorando en PISA podría darse la circunstancia de que estemos realmente empeorando nuestro sistema educativo y en este caso PISA ocultaría más de lo que muestra.

Por otro lado, la lectura simplista que transmiten los medios de comunicación deja PISA reducido a una ridícula carrera de caracoles. Ya va siendo hora de que nos demos cuenta de que en PISA, si no se produce el milagro por la prepotencia administrativa, no es fácil mejorar los resultados. Y no es fácil porque el peso de la situación socio-económica de un territorio (sea un país de la OCDE o una comunidad autónoma en nuestro país) es decisivo en relación con los resultados.

PISA utiliza un constructo llamado  Índice Social, Económico y Cultural para establecer la influencia de las rasgos socio-económicos de los estudiantes en la puntuación obtenida en la evaluación. Según el Informe Preliminar que el Ministerio ofrece en relación con PISA, «El ESCS del conjunto de los países de la UE (-0,07) es muy próximo al del promedio de la OCDE (-0,04)». En el caso español, este índice «va desde el -0,10 en la Comunidad de Madrid al -0,87 en Andalucía».

En relación con los resultados, en los países que han participado en PISA «este índice explica el 38,8% de la variabilidad en las puntuaciones medias obtenidas» pero dentro de España, «en el caso de las comunidades autónomas, se observa que más del 50% de la variabilidad observada en las puntuaciones medias en ciencias, obtenidas por las distintas comunidades, es explicada por el índice social, económico y cultural de las mismas». Así pues, aunque hay comunidades autónomas que obtienen unos resultados mejores de lo que hace prever su índice, en general el índice – a pesar de que es un constructo, una simplificación de la realidad – sigue siendo la mejor explicación de los resultados de PISA.

Ahora llévate esto a tu realidad. Piensa si los padres de tus alumnos tienen estudios superiores o no, o si tienen capacidad adquisitiva para garantizarles recursos – incluidas las tan tradicionales clases particulares – que les permitan aprender más y mejor o si no los tienen. Piensa en las condiciones de vida de tu alumnado. Y piensa en los medios con los que tú cuentas para atenderlos: ¿puedes cubrir con los recursos tecnológicos de tu centro las carencias de su hogar?¿Puedes proporcionarles con tu biblioteca escolar las experiencias lectoras de las cuales no goza en su casa? Y el adulto que le acompañe en la lectura, ¿quién será?

Y, cuidado, no te quedes en la anécdota de aquel chiquillo que a pesar de que no tenía sí pudo obtener buenos resultados o aquel otro que aunque tenía nunca hizo nada con su vida: en términos estadísticos el efecto Mateo se cumple una y otra vez:

Porque a cualquiera que tiene, se le dará, y tendrá más; pero al que no tiene, aun lo que tiene le será quitado.

En fin, PISA sirve, en esencia, para constatar que no somos capaces de poner en marcha el ascensor social; pero PISA no es neutro: frente a esa constatación sus tablas comparativas crean un poderoso efecto de profecía autocumplida que cambia radicalmente no solo el sentido de la escuela sino sus prácticas, perjudicando precisamente a quienes menos tienen; mientras tanto, algunos de nuestros responsables educativos o no son capaces de verlo, o se contentan con obtener el espejismo de los buenos resultados o están utilizando esos resultados para maquillar otras realidades que PISA oculta.

En mi opinión, si el Ministerio y las comunidades autónomas quisieran realmente mejorar, empezarían a plantearse o bien hacer un uso y una lectura distintos de PISA o simplemente abandonar PISA. Obviamente, habrá mucha gente que diga que así nos quedamos ciegos, sin datos para conocer cómo avanza el sistema. No coincido con esta opinión al menos por dos razones. Por un lado, PISA muestra tanto como oculta. Sabemos mucho sobre lectura y nada sobre oralidad, mucho sobre matemáticas y nada sobre la condición física de nuestro alumnado: ¿quién diría que unas cuestiones son más importantes que otras? Por otro lado, me pregunto si el Ministerio y las autonomías no tienen ya capacidad para realizar evaluaciones que no caigan en la trampa de PISA: tenemos un Instituto Nacional de Evaluación Educativa y un buen número de Oficinas y Agencias de Evaluación autonómicas: ¿no podrían estos organismos, junto con una Inspección Educativa centrada en el acompañamiento, realizar este trabajo sin caer en los errores de concepto de PISA? PISA tiene un problema importante de comunicación de resultados, que está vinculado con un problema de raíz que emana del propio objetivo de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico: la presentación de los datos agregados en forma de tablas competitivas se entiende dentro de la lógica del capitalismo y su mercado global pero no desde la lógica de la escuela, que se resiente de esta visión competitiva de los sistemas educativos.

Así pues, querida compañera, querido compañero, te animo a trascender las lecturas simplistas de PISA. Hay mucha información, y muchos artículos de investigación, sobre el tema y necesitamos tener una opinión bien formada (e informada) sobre un asunto tan complejo como este, pero sin olvidar que PISA no es una herramienta neutral y que la realidad educativa es aun más diversa y compleja que lo que PISA es capaz de vislumbrar.

PISA es solo una luz que ilumina ciertos aspectos de la realidad, y en muchos casos distorsiona tanto como ilumina. No quedemos vislumbrado por este faro interesado y, en todo caso, establezcamos un buen sistema de iluminación a lo largo del camino que queramos hacer y procuremos que este sistema que no perjudique al caminante con su luz cegadora.

Salud


En el pasado he escrito algunas otras entradas sobre PISA. Te las dejo aquí por si quieres revisarlas:

Imagen: Vintage Tone via Shutterstock

21 Comments

  • anibal034 dice:

    Amigo, actuando como abogado del diablo, haciendo una lectura simplista de PISA y viendo el tipo de pruebas que se realizan sobre matemáticas, tengo que decir que ojalá hubiéramos obtenido mejores resultados en ese área de conocimiento.
    PISA no debe marcar nuestro rumbo en ningún caso pero en matemáticas, al menos, sí marca una diferencia con lo que estamos intentando que aprendan nuestros alumnos y con lo que marcan la mayoría de los estándares de aprendizaje actuales.
    Permíteme que insista tanto como el del anuncio, para que no se me malinterprete: ojalá obtuviéramos mejores resultados en mates, incluso si fuera fruto de un cambio de prácticas escoradas hacia ese tipo de destrezas. En cuestiones ***didácticas*** es un cambio necesario y muy muy muy urgente; no el cambio que la escuela necesita, pero un buen comienzo, en matemáticas no me gustaría renunciar al mismo.

    • ftsaez dice:

      ¡Gracias, amigo Aníbal, por participar en el debate!
      Para que no malinterpretes a mí tampoco, el marco de PISA en lectura es teóricamente muy coherente y por eso me pareció bien cuando se adoptó como marco de referencia para la LOE. En ese sentido, acercarnos a ese marco de referencia en nuestras clases me parece interesante, pero parcial. En relación con la competencia comunicativa, deja fuera la oralidad, entre otras cuestiones. ¿Y en matemáticas?¿Es un marco de referencia no solo adecuado para una prueba sino adecuado globalmente? Como tú eres especialista en matemáticas, te dejo a ti responder porque seguro que tu respuesta será más sabia que la mía.
      Otra cosa es si tenemos que depender de una evaluación de estas características para cambiar nuestra manera de enseñar. No habría sido más sencillo que quienes hicieron el currículo, si tanto deseaban unos buenos resultados en PISA, no hubieran «mareado la perdiz» con tantos contenidos y se hubieran centrado más – y verdaderamente – en un currículo centrado en competencias.
      Por otro lado, ¿desde cuándo ha necesitado un docente en nuestro país un marco normativo determinado para poder cambiar su manera de enseñar? Podemos encontrar tantos ejemplos y contraejemplos de docentes que para bien y para mal no siguen la norma…
      En todo caso, mi intención no era tanto establecer verdades absolutas como promover el debate desde el otro punto de vista, ya sabes que soy más dialógico que asertivo.

  • Gran artículo, Fernando. Como siempre, equilibrado y recogiendo múltiples perspectivas.
    En mi opinión, lo más triste, es que PISA no es bueno ni siquiera en su pretendido punto fuerte: la estadística. Y no es porque su técnica no sea buena (imagino que lo es) sino por la discutible fuente desde donde extrae los datos. Es como aplicar un telescopio potentísimo sobre cuerpos celestes sin interés astronómico. Sólo en Andalucía tenemos más de 5000 centros, 100000 docentes y un millón de estudiantes generando datos 10 meses al año sobre los más diversos escenarios de aprendizaje. Aquí es donde toda la potencia de la estadística social donde debería aplicarse, y no sobre una discutible muestra de alumnado sobre una discutible muestra de preguntas sobre una discutible muestra de curriculo, todo tan artificial que los docentes ni reconocemos su realidad ni esperamos utilidad ninguna

    • ftsaez dice:

      ¡Gracias, Esteban, por tu comentario!
      Necesitamos no solo esa «estadística social» sino mucha más etnografía para abrir la caja de música de los centros educativos y ver qué melodía suena dentro.
      Un abrazo

  • Gracias , Fernando. Tu artículo me ha resultado interesante, con amplio espectro de discusión. Siempre he tenido la sensación, con los resultados de PISA, de ver el paisaje educativo a través de una mirilla, como la de la puerta de casa de mi abuela, que distorsionaba al que estaba del otro lado. ¿Cómo hacer entender esto a la sociedad? ¿Y a muchos docentes compañeros y compañeras que se sienten insultados cuando sus alumnos y alumnas no responden adecuadamente a ese tipo de pruebas? Es que tenemos que centrar nuestro esfuerzos en otras obras, la escuela, nuestra escuela se merece otros planteamientos, que yo estoy segura que nos darían mejores resultados, incluso en PISA. Aprovecharé tu artículo para generar debate en nuestro grupo de trabajo. Un abrazo

    • ftsaez dice:

      Gracias a ti, Lola, por tu atención.
      Promover el debate es el único objetivo legítimo de un blog así que te agradezco profundamente que lleves esta entrada a tu grupo de trabajo. Me siento muy honrado de servir para vuestra reflexión.
      Un abrazo

      • David S A dice:

        Creo que con tanto test y tantas pruebas y pruebas a nuestros hijos queremos solo números en un ranking, prefiero que mi hijo aprenda de verdad cosas no sólo que sea un crack en las estadísticas, «LOS ÁRBOLES NO NOS DEJAN VER EL BOSQUE » .

  • Fernando Manuel Otero Saborido dice:

    ¡Pisha, no me des la carga con PISA!

    Una obviedad sobre el tema que los medios no reflejan: Desgraciadamente PISA no traza un relato de ocurrido en las aulas. Me explico. Con las estadísticas de PISA en la mano no sabemos qué hacemos bien cuando obtenemos buenos resultados ni qué hacemos mal con los malos (como es el caso de nuestra Comunidad). Por tanto, la medición —que no evaluación— de PISA no tiene voluntad de evaluación formativa. No tiene como fin principal la mejora y, por consiguiente, carece de vocación educativa. PISA nació como herramienta al servicio del neoliberalismo más rancio. Y es que, como señala Santos Guerra (2003), la evaluación no es sólo un proceso técnico (estadísticas y estándares), la evaluación es sobre todo un fenómeno ético. Es decir, necesitamos saber por qué y para qué nos evalúan. Esto es insoslayable para comprender el fondo de la cuestión. En esta ocasión los árboles (números) nos impiden ver (comprender) el bosque (el interior de las aulas). Para arrojar luz a esta espesura hay que recordar que en el órgano que alumbra PISA (OCDE) los ministros protagonistas de cada país no son los de Educación sino los de Finanzas. Entendemos pues que se ponga el foco en la medición y no en el aprendizaje. A pesar de esa obsesión por cuantificarlo todo, por operativizar incluso aquello que es intangible, rechina que en un país como Finlandia que les va “tan bien” en PISA el alumnado no sea “calificado” cuantitativamente hasta quinto de Primaria. Es decir, hasta llegar ese curso el alumnado “sólo” recibe una evaluación cualitativa basada en informes que tienen por objetivo comprender y analizar el aprendizaje. El profesor López Pastor (2004) resumía muy esta situación en una pregunta retórica: ¿Por qué decimos evaluar cuándo queremos decir calificar? Estamos, además de ante una falta de ética evaluación, ante un error epistemológico: Hemos importando de forma indiscriminada y exclusiva métodos y estrategias de evaluación de las ciencias naturales que no explican ni comprenden el objeto de trabajo de las ciencias sociales. David Hopkins (1989) en su obra Investigar en el aula lo explicaba de forma diáfana: los métodos positivistas pueden apuntar una hipótesis de trabajo pero no ayudan ni explican ni pueden intervenir sobre un contexto educativo concreto.

    Muy de acuerdo, pues, contigo en el “simplismo” de PISA. Pero lo que más me rechina de esta historia es que cada cual coge el ramo por donde le interesa. Muchos comisarios políticos hablan en esta ocasión del sesgo de PISA, pero en otras utilizan los mismos métodos sesgados para enarbolar la bandera de vacuos progresos que responden a la célebre sentencia de Churchill: Yo sólo me fío de las estadísticas que he manipulado.

    Cuando alguien que no ha leído a ninguno —ni a otros— de los autores a los que cito quiere refregarme PISA le espeto. “¡Pisha, no me des más carga con PISA!

    Fernando Otero-Saborido

    Profesor de la Universidad Pablo de Olavide de Sevilla

    . @fotero_upo

  • joaquineku dice:

    Para añadir con un imperdible a las programaciones didácticas: «Ahora llévate esto a tu realidad. Piensa si los padres de tus alumnos tienen estudios superiores o no, o si tienen capacidad adquisitiva para garantizarles recursos – incluidas las tan tradicionales clases particulares – que les permitan aprender más y mejor o si no los tienen. Piensa en las condiciones de vida de tu alumnado. Y piensa en los medios con los que tú cuentas para atenderlos: ¿puedes cubrir con los recursos tecnológicos de tu centro las carencias de su hogar?¿Puedes proporcionarles con tu biblioteca escolar las experiencias lectoras de las cuales no goza en su casa? Y el adulto que le acompañe en la lectura, ¿quién será?»

  • Varias ideas telegráficas sobre PISA y el post:

    1. Dices que es difícil de leer. ¿Necesitan los docentes una competencia lectora adecuada para este tipo de documentos? Teniendo en cuenta la influencia de este tipo de documentos en las políticas educativas me parece que sí. ¿Una «data literacy» para docentes?
    2. Más etnografía en las escuelas. Otro tipo de investigación existe y es necesaria. Pero no sé si es posible: ¿qué instituciones proporcionan la infraestructura para una etnografía de meses en un centro escolar? ¿qué profesores abren la puerta de sus aulas? ¿qué estudiantes eligen este enfoque para sus TFM o tesis? ¿qué capacidad tienen los docentes para hacer ese tipo de investigación en sus centros y a partir de su práctica?
    3. En general, no se lee el informe PISA. Me explico. Se miran los datos para comparar un país con otros, una comunidad autónoma con la vecina y, en el futuro, un centro con otro centro. Pero hay también muchos otros datos que no es que no se conozcan es ni siquiera se sabe qué están ahí. Por ejemplo la misma OCDE publica este breve y sencillo documento con información del sistema educativo de Estonia (buenos resultados): http://www.oecd.org/pisa/PISA-2015-estonia.pdf Se puede comprobar que los buenos resultados no son casualidad y que un buen resultado en PISA hay que quererlo y hay que hacerlo posible con decisiones concretas. La prensa da los datos de PISA como los de un huracán o una inundación: algo sobrevenido que hay que lamentar pero sobre lo que nada se puede hacer.
    4. Por último la idea más estúpida de todas. Si este informe es tan importante y si de verdad marca las políticas educativas hay que hacer una «lectura crítica pública» de PISA (el test, los resultados, las implicaciones, etc.) Con lectura pública quiero decir algo parecido a un «consensus panel» de los que se hacen con cuestiones científicas en experiencias de participación democrática donde la gente es informada y su opinión tenida en cuenta. Hay que hacer un wikiPISA, abrir un espacio en reddit como los de la plaza de Podemos.

  • profeOscar dice:

    Gran artículo, Fernando. Comparto contigo muchos de los puntos que aquí expones. Lo que más dentera me produce es, en un escenario donde se persigue la «competencia», ésta se pretende medir a través de pruebas estandarizadas, económicas (por obviar la oralidad) y exclusivas de las áreas más «instrumentales» (lenguas, mates y ciencias). En fin, ¡nuestro limitado sistema evaluador!
    Yo, cuando pienso en PISA, sólo veo una torre inclinada…

  • Roser Batlle dice:

    Buenísimo como siempre, Trujillo!

  • «Sin embargo, el objetivo del sistema educativo no es tener buenos resultados en PISA (como así se establecía en la LOMCE en sus primeras versiones, no lo olvidemos). Nuestro objetivo es la formación integral de la persona, considerando no solamente su faceta cognitiva sino también social, emocional y física.»

    Señor Trujillo. Yo soy un Lego en materia de ciencia educativa y sus referencias son impresionantes a la vez que muy claras.

    Tengo dos hijos, he vivido largo tiempo casado con «el sistema educativo «, más exactamente en Cataluña y me preocupan mucho sus tesis o sus tendencias advertidas en lo que he leído de usted y sobre usted.

    Para la mayoría de ciudadanos no especializados PISA no es más que una guía comparativa. He leído pir ahí que «neolíberal», lo que lleva a preguntarme si la alternativa seria otro tipo de guía más «progresista » ?

    Creo y entiendo por su trayectoria que quizás y acaso ese sea su modelo de personas a formar para el futuro, pero no estoy seguro de que eso tenga que ser así. Trabajo en multitud de países desde hace muchos años como ingeniero de proyectos y lo que la sociedad necesita son ciudadanos formados que puedan ser buenos profesionales , con ética y con afán de superación y de superar retos: individuales y colectivos, y en esto la ideología tiene poco que ver.

    Me preocupa que el sistema educativo «por decreto » se ocupe de la educación integral de la persona y deje a las familias tan poco papel en el importante trabajo de formar a las nuevas generaciones. Incluso me parece percibir que se ha dejado de confiar en ellas como célula básica de la sociedad. Algo más preocupante aun si esto fuese cierto.

    Aquí le dejo mis consideraciones con las es más que probable no coincida y de las que quizás , desde su posicion de esoecialista, pueda alumbrar alguna respuesta que me haga ver las cosas de otro modo.

    Saludos Cordiales

    Antonio Juliá

    • ftsaez dice:

      Estimado Antonio:

      En primer lugar, permíteme darte las gracias no solo por visitar este rincón de la blogosfera sino por dedicar tu tiempo a escribir un comentario a mi entrada. Puesto que el único objetivo razonable de un blog es promover el debate, te agradezco profundamente tu disposición al diálogo.

      Permítame que no escriba desde la discrepancia: no creo que nuestros desacuerdos superen nuestros acuerdos pues parece que los dos somos padres y ambos estamos interesados sinceramente en la educación de nuestros hijos. Permíteme, por tanto, simplemente mostrar mi punto de vista sobre algunos temas que mencionas en tu comentario.

      En primer lugar, obviamente PISA es una «guía comparativa» (esa es su intención y así se usa normalmente) pero antes de serlo es, sobre todo, una evaluación. El problema es saber si el mejor uso de una evaluación es la comparación y si la competitividad es la mejor manera de ayudar a un sistema educativo. Fíjese que no hablamos de empresas, donde parece estar asumido que la competitividad es la mejor herramienta para la mejora, y donde creo que usted sabe más que yo. Hablamos de sistemas educativos, es decir, complejos entramados culturales, sociales, profesionales y familiares (sí, también familiares) que no parece que no responden igual que una empresa a los dictados de la competitividad. En mi opinión, PISA aporta muchos datos de gran relevancia pero se equivoca en la manera de comunicarlos, además de que hay muchos otros datos (aspectos importantes de la educación) que simplemente no ve. Por esa razón, PISA es – en general – una buena evaluación que en realidad tiene poca utilidad para promover cambios educativos realmente relevantes. Y las comparativas que muestra públicamente no solo son poco útiles sino que pueden ser perjudiciales, como intento describir en la entrada.

      Sobre el modelo de persona, que usted saca a colación, pues me temo que puedo estar bastante de acuerdo en algunas cuestiones de las que usted menciona (buenos profesionales, éticos, con afán de superación y de superar retos) y añadiría muchos otros rasgos que para mí, por dedicarme a la educación y por mi peculiar «manera de pensar», son importantes (sanos, felices, empáticos y simpáticos en el sentido etimológico de ambas palabras, co-educados, etc.). Eso sí, le garantizo que en cualquier visión del «modelo de persona» (la suya, la mía, la de todos) hay mucho de ideológico: solo la expresión «lo que la sociedad necesita son ciudadanos formados que puedan ser buenos profesionales, con ética y con afán de superación y de superar retos» contiene un auténtico tratado de ideología que comenzaron a escribir David Hume y Adam Smith hace muchos años; le animo a que profundice en el concepto de ideología para que vea que se trata de un término escurridizo y que hay, en concreto, estructuras ideológicas que toman su fuerza de hacernos creer que son estructuras naturales, que «así son las cosas». La «realidad» es, más bien, una construcción social (https://es.wikipedia.org/wiki/La_construcci%C3%B3n_social_de_la_realidad) y solo siendo consciente de ello podemos ver las tramas de intereses que determinan cómo se construye una u otra realidad.

      Finalmente, sobre la familia no creo que haya gran desacuerdo entre nosotros. Hace ya algunos años escribí una entrada breve sobre el tema y me permito enlazarla aquí de nuevo por si le apetece leerla (https://fernandotrujillo.es/las-relaciones-entre-la-escuela-y-la-familia/). Lo resumiré, de todos modos, en pocas palabras: yo como padre educo a mis hijos en casa pero también quiero participar en la educación de mis hijos en la escuela así que me gustaría (y reclamaría) que la escuela pensara cómo puedo participar al mismo tiempo que ofrezco mi tiempo, mi conocimiento, mis destrezas o mis relaciones sociales para contribuir a la educación de mis hijos en la escuela. No creo que discrepemos, ¿verdad?

      Una vez más, le agradezco que haya participado en el debate a través de su comentario. Aquí me tiene a su servicio.

      Saludos

      • Muchas pir su respuesta Sr Trujillo.

        Sinceramente, al ver que inicialmente desapareció mi comentario del blog pensaba que no iba a aparecer mi comentario, así que debo disculparme por haber pensado mal y le agradezco su detallada y aclaratoria respuesta.

        Dicho esto y leídas sus interesantes argumentos , le diré, hay algo que me falta en todo entramado educativo que me describe: la utilidad.

        No se si será por deformación profesional o por el devenir de los años, pero lo que termina siendo un fin en sí mismo, o acaba convirtiéndose en un negocio de ocio o simplemente desaparece por inútil. Algo parecido creo que puede pasar con la educación ¿Para qué queremos ciudadanos capaces de ser éticos , equilibrados y felices, pero poco competitivos , si no van a tener medios para conseguir establecerse ética, equilibrada y felizmente ? (No le digo ya en su propia tierra)

        Tiene usted razón en que en mis máximas puede haber mucho de ideología , pero cuidado, es la ideología del mundo que me (nos) ha tocado vivir. Y, a falta de más conocimientos y avances sociales (ahí están los filósofos y los economistas exprimiéndose los sesos hace años ) creo que de todas las realidades que existen hoy en el mundo es la que produce mayor bienestar a los ciudadanos.

        Centrándonos más en «lo nuestro» , el problema que veo es que con ese sistema de «mundo feliz» temería que en Andalucía estuviésemos creando una reserva natural aislada del mundo que funciona y que progresa. Esta bien, pero las reservas naturales, como el ocio, hay que mantenerlas unas y pagarlo el otro. Nada es gratis.

        Entonces, ¿ Qué estamos haciendo? ¿Hacia dónde nos dirigimos ?

        Saludos Cordiales

        Antonio Juliá

        • ftsaez dice:

          Siento que la gestión de comentarios en mi blog le llevara a pensar que su comentario no era valioso y no aparecería; muy al contrario, valoro sinceramente su comentario y creo que enriquece mis humildes reflexiones. Si los comentarios no aparecen automáticamente se debe a intentar mantener el espacio libre de spam (y llega bastante a este «buzón») y actividades de trolleo; le pido disculpas por ello pero esta decisión me permite mantener el blog en un tono respetuoso y dialogante.

          Si le parece, dejamos el comentario abierto para ver si surgen nuevas aportaciones y en unos días le doy mi opinión: ¿le parece?

          Un fuerte abrazo

  • Pepe Lozano dice:

    Como siempre, Fernando, tus palabras son atinadas y certeras.
    Uno sufre la sensación de que no se puede perder más tiempo en comentar cosa alguna sobre PISA, que cuestiones más importantes y verdaderas merecen antes nuestra atención.
    Si bien, no es menos cierto, que como bien explicas la lluvia fina no cesa y sus objetivos se cumplen.
    Mañana es lunes y podremos olvidarnos de este «remolinillo» más mediático que educativo e intentaremos seguir trabajando para cambiar nuestra escuela que, sin lugar a dudas, lo necesita y de forma radical.
    Salud.

  • Gracias Fernando, Gran Artículo. En mi opinión, lo que al final nos pasa con PISA (OCDE) es lo mismo que nos pasa con otras muchas otras cosas. La Educación Comparada es una disciplina necesaria para arrojar luz estadística sobre la salud de nuestras aulas. Pero no es la única. Que yo conozca están también están TIMSS (Trends in International Mathematics and Science Study), PIRLS (Progress in International Reading Literacy Study) o PIACC (Programme for the International Assessment of Adult Competencies). Y seguro que muchas más.

    Sin ser especialmente funcionalista, tenemos muchos problemas en muchos puntos del sistema para empezar a buscar culpables o quejarnos de los resultados. Comparada significa eso, la necesidad de comparar con otros países el desarrollo de las competencias, pero también comparar diferentes estudios para poder calibrar la herramienta. Y comparar con justicia, qué medimos aquí y qué se mide allí. Porque no es un secreto los sesgos de muchos países a la hora de medir. Pero no me quejo por ello, si ellos hacen trampas y duermen mejor por las noches allá ellos. A nosotros nos toca seguir trabajando para mejorar.

    Evidentemente, no se puede estudiar para el examen, o lo que aprendes es a hacer exámenes, yo soy un experto después de tantos años de estudio. Estudiar para pasar una prueba es faltar al Derecho a la Educación de la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Y el que se presta a ello por cuestiones monetarias o parecidas puede ser muchas cosas, pero nunca será un maestro.

    En definitiva, creo que hay que empezar a decirle a la gente lo que no quiere oir. A los maestros que nos pongamos las pilas, que las programaciones LOGSE que aún hay en algunos coles no valen y las de las de la editorial tampoco. A las autoridades que ya está bien de tonterías, sin medios, sin recursos y sin un marco legal estable todo lo que se hace es caminar por la cuerda floja. A los padres, que las escuelas no son guarderías y que la Tablet no es la solución sino el medio, y que la lectura es necesaria, pero si ellos no leen ni el periódico es muy difícil, por no decir imposible. A las editoriales que ya está bien, que no quiero su libro, pero por una programación individualizada y atendiendo a las necesidades de mi clase hasta pagaría. Y a los niños… bueno a los niños ya les decimos muchas cosas, mejor que sean ellos los que empiecen a decirnos a nosotros.

    Muchas Gracias por tu Artículo
    Melchor Espinosa Esteban
    Maestro de Primaria, PT y estudiante de Pedagogía

  • profeco dice:

    Hay dos narraciones en tu enfoque:
    1) La sensata y benevolente, que da el tono general al artículo y dificulta mucho el no estar de acuerdo con tan buen escritor: PISA no lo mide todo, no hemos de absolutizar la información que aporta, pues no refleja la realidad educativa en su conjunto.
    2) La que mueve a la acción, pidiendo bloquear el acceso a la información que PISA, con sus límites, puede aportar:
    – Los profesores no lo entendemos, nos engañan en los informes oficiales, ergo mejor ni entrar a leerlo. ¿Para qué?
    – Aunque el marco teórico sobre el que se sustenta la evaluación de la competencia lectora es bueno, como deja fuera la oralidad, puede resultar engañoso, ergo ¿para qué entrar a leer algo que aporta solo información parcial y, por tanto, engañosa, que nos puede inducir a error?
    – Como la publicación de los datos de las evaluaciones (que cuando no estaba permitida, se hacía, y, desde que está permitida, hay compromiso de no hacerlo) puede implicar (dependerá de la normativa de escolarización de cada administración educativa) o apoyar una dinámica de competencia entre centros, es mejor evitar la evaluación o la lectura de los datos.

    Como siempre, tu escritura es eficaz. Y, sin embargo, yo me pregunto, entre otras muchas cosas:
    – como profesora de lenguas, ¿no resulta útil recibir información sobre la competencia lectora, aunque no recoja datos sobre la oralidad? Y la respuesta es sí.
    – como analista de datos, ¿me resulta útil un estudio internacional que publica no sólo informes y herramientas de visualización gráfica de los datos recogidos, sino también el marco teórico del diseño de la evaluacion y las series de datos obtenidos para su tratamiento y análisis por parte de agentes externos? Y la respuesta es sí.
    – como los objetivos del sistema educativo español los marcan las leyes educativas españolas, en la normativa básica, y la regulación de las CCAA, en su ámbito competencial, ¿por qué ese miedo a que una evaluación externa, necesariamente parcial para que pueda tener sentido su aplicación a sistemas educativos tan diversos en el ámbito internacional, encarne esos objetivos? Yo no lo tengo, ni lo veo presente en la práctica educativa del profesorado de mi centro.
    – ¿qué ocurriría si aplicáramos la visión que propones a las evaluaciones que realizamos los docentes en el aula? Si no lo evaluamos todo, ¿sería mejor no evaluar nada, para evitar visiones parciales que podrían distorsionar la realidad de lo que sabe o sabe hacer el alumnado?

    No me extiendo más. Un abrazo, Fernando.
    Amparo

    • ftsaez dice:

      Gracias, querida Amparo, por prestar atención a mi humilde entrada y por dedicar tu tiempo a escribir un comentario. Te agradezco también los elogiosos comentarios, aunque no creo que sea «tan buen escritor»: me miras con buenos ojos.

      Es más, creo que soy tan mal escritor que he provocado que malinterpretes mi texto. En ningún momento pido bloquear el acceso a la información de PISA, ni digo que los informes oficiales nos engañen o mucho menos que no haya que leerlos; más bien pido que se lea más y mejor sobre PISA y que no nos quedemos ni en un titular ni en una anécdota: creo en los docentes como profesionales cualificados. En todo caso, mi crítica va destinada a cómo los datos se presentan en la prensa tras la presentación de PISA y a aquella parte de PISA que opta por la comparación a través de rankings para comunicar sus resultados, fundamentalmente.

      En cuanto a tus preguntas, me quedo más tranquilo pues coincidimos en lo fundamental.

      Obviamente, es importante tener datos sobre lectura, faltaría más. Otra cosa es cuando a partir de esos datos nuestros responsables políticos – y después nosotros – no son capaces de hacer políticas lingüísticas que también valoren la oralidad, u otras cuestiones, más allá de lo que valore PISA. He visto a políticos aumentar una hora de lengua y establecer una hora de lectura obligatoria en el horario como soluciones a los resultados de PISA, aunque después se han demostrado soluciones bastante ineficaces.

      Obviamente, como «analista de datos» todos los datos son interesantes y cuantos más datos tengamos, mejor. Otra cosa es cuando nuestros políticos – presionados, entre otras cosas, por los medios de comunicación y su lectura simplista de PISA, solo aspiran a cambiar la realidad en lo que concierne a la mejora de esos datos. El problema, por tanto, no son los datos, sino las intepretaciones, su exposición y su utilización política.

      Obviamente, una evaluación externa es beneficiosa e incluso en mi texto reclamo que el Ministerio y las CC.AA., que tienen esa responsabilidad, la hagan de manera rigurosa y seria. No creo que nadie deba temerla y los centros saben cómo manejar esos datos, me consta. Otra cosa es cuando usamos los datos para construir rankings (sea PISA o sea una comunidad autónoma) pues ahí estamos haciendo ingeniería social (a pequeña o gran escala) sin tomar en consideración, con frecuencia, las dificultades y el distinto punto de partida de las entidades que han sido evaluadas. Es decir, una vez más, no hay que temer a los datos, hay que tener precaución con los usos que se hacen de las interpretaciones de los datos.

      Obviamente, no me preocupa en absoluto extender mi reflexión a la evaluación que realizamos en nuestras aulas. ¿Quieres tú una evaluación puntual, parcial y sesgada para definir qué sabe tu alumnado solo por el hecho de que esa evaluación sí te permite hacer buenas comparaciones con otros estudiantes? Yo no y estoy seguro de que tú tampoco. Hay que evaluar y la grandeza (y la complejidad) de la evaluación en los centros educativos, a diferencia de PISA, es precisamente que se puede hacer una evaluación global en relación con todas las competencias y saberes del alumnado, desde distintos puntos de vista (por eso existen los claustros de evaluación) y a lo largo del tiempo. ¿Nos atrevemos a hablar de un PISA longitudinal, que atienda al desarrollo global de las competencias del alumnado en un sistema educativo y que nos permita analizar no solo las diferencias sino los avances? A esa PISA me apunto desde ya. A la actual, y pasada por el filtro de la prensa, solo me apunto parcialmente, lo siento.

      En todo caso, una vez más, muchas gracias por tu atención y tu comentario: son los comentarios lo que dan sentido y hacen de un blog un espacio realmente significativo.

      Un abrazo

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